Espectaculares ganancias en tecnológicas militares
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Entre las Bolsas europeas, Londres fue la que más ganó, subiendo 2,61%, pero esto se neutraliza en parte con la caída de 0,82% que tuvo la libra. Del resto, apenas Francfort y Estocolmo quedaron del lado ganador con algo más de 1%, en tanto Milán fue una de las que más retrocedieron, bajando 2,52% (Berlusconi no está nada contento y espera poder colocar sus helicópteros Augusta).
Salvo entonces para el petróleo, y las tasas de muy corto plazo, es razonable creer que el saldo desde el ataque terrorista fue prácticamente nulo.
A pesar de todos los temores a un crac y el brutal desplome en la primera semana de reapertura, cuando el Dow perdió mas de 14% y el NASDAQ 16%, y merced al empujón de los últimos dos días también se podría decir que nada ha ocurrido en el mercado norteamericano y que todo sigue normalmente, a pesar de que la vida de los estadounidenses parece haber cambiado para siempre. Si bien el promedio industrial quedó 2,03% debajo del valor de cierre del 10 de setiembre, el mercado, medido con la vara más tradicional que es el S&P 500 ganó 0,45%, incluso más que 0,36% de las acciones tecnológicas englobadas en el NASDAQ. Pero los grandes índices no dicen nada de lo que pasó en una escala inferior.
Cuando revisamos los sectores, se han producido cambios impresionantes como el desplome de 23,6% que han tenido la aerolíneas o 23,21% de las empresas de turismo, los dos grupos que lideran la baja. Curiosamente, quienes más ganaron no son el conjunto de empresas ligadas a la guerra, sino las de servicios públicos acuíferos, que treparon 16,2%, y aunque no parezca posible, las aseguradoras generales que quedaron entre los cinco grupos que más han subido trepando 7,46%.
• Beneficiarios
El problema con las "novias de la guerra", como se solía llamar en el pasado a los papeles involucrados en la defensa, es que tras casi 40 años de paz muchas se han diversificado de tal manera que la actividad civil supera con creces los ingresos que pueden obtener por contratos militares. Es así que los mayores beneficiarios de la "guerra contra el terrorismo" ya no son las grandes empresas como DuPont (proveedora de explosivos), Boeing (fabricante de aviones) o GE, que enfrentan un futuro incierto ante la posible recesión de la economía norteamericana, sino pequeñas firmas de alta tecnología como la especialista en seguridad electrónica Visage, que se disparó 568%; Invision (detectores de explosivos), que subió 297,11 %; Flir (aparatos de visión nocturna), 54%, o más tradicionales como BH Ocean Carriers, que fleta barcos de transportes y subió 231%, etc. A éstas se suman otras como las especializadas en combatir la guerra bacteriológica: Ngen (equipos de laboratorio), Cepheid (equipos de análisis de contaminación), etc., pero que son tan pequeñas que invertir en ellas es un verdadero juego de azar. BioPort, el principal fabricante de antídotos contra el ántrax, no es una empresa pública, aunque se puede beneficiar la alemana Bayer, que fabrica los antibióticos con los cuales se tratan estas bacterias. Desde ya que quedan empresas intermedias que se están beneficiando como Raytheon (radares y aviones), Edo (sistemas de guía de misiles), Lockheed Martin (misiles y aviones, etc.), Northtrop Grumman (astilleros militares), DRS Technologies (sistemas electrónicos), General Dynamcs (barcos y aparatos de combate anfibios y terrestres), etc.
En total, descontando los conglomerados tradicionales de la guerra, las nuevas empresas de la defensa han ganado 27% en promedio, que sube a 139% si sumamos las más pequeñas de altísima tecnología.
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