13 de noviembre 2021 - 00:00

"Responsabilidades compartidas": ¿Hay consecuencias para el FMI si no acuerda con la Argentina?

El año que viene, si no se firmara un acuerdo con el Fondo, la Argentina tendría que pagarle un total de u$s19.142 millones entre capital e intereses. Claudio Loser ex director del FMI para el hemisferio occidental y Daniel Marx, ex Jefe Negociador de la deuda externa argentina de 1989 a 1993 ayudan a revertir la mirada.

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El Gobierno Nacional busca avanzar en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien las charlas se mantuvieron durante todo el año, el apuro por la firma responde más a razones económicas que políticas. El cronograma de vencimientos del 2022 le pisa los talones a una economía que sufre el drenaje de reservas por la incertidumbre.

El año que viene, si no se firmara un acuerdo con el FMI, la Argentina tendría que pagarle un total de u$s19.142 millones entre capital e intereses. Una cifra que parece impensada en una economía frágil que le cuesta evitar el impacto de los factores internos y externos. En ese panorama ya conocido para una Argentina que incumplió acuerdos con el organismo más de una vez, resulta necesario revertir la mirada y analizar otro punto de vista: ¿Qué consecuencias tiene para el organismo si se demorara una resolución con la Argentina?

En el año 2018 bajo el gobierno de Mauricio Macri, se firmó un préstamo stand by por u$s50.000. En ese entonces, la directora gerente del organismo, Christine Lagarde felicitó a las autoridades argentinas y remarcó la necesidad de acelerar la reducción del déficit fiscal.

“El plan económico del gobierno gira en torno a un reequilibramiento de la posición fiscal”, expresó en su momento. Los acuerdos stand by tienen una particularidad: constituyen un instrumento crediticio empleado por el organismo, que, generalmente, son otorgados para que los países puedan solucionar provisoriamente problemas en la balanza de pagos. Estos préstamos están sujetos a revisiones regulares – trimestrales- y suele exigirse a los países deudores programas de estabilización basados en ajuste fiscal.

Pero el problema en ese entonces no era sólo el déficit, sino también una vez más, el desequilibrio en el mercado de cambios. Entre los préstamos otorgados por el organismo, el 61% lo tiene Argentina – el más alto que se firmó en la historia-, Ecuador el 13%, Irak (6%), Bosnia (5%), Angola (4%), Ucrania (4%), Egipto (3%). Desde el punto de vista económico, el monto no afectaría la capacidad crediticia del Fondo: a sus países miembros, el FMI puede prestar hasta 1 billón de dólares. La mayoría de las veces se otorgaron como máximo u$s30.000 millones, pero con la Argentina, hizo una excepción.

Un golpe en la reputación

“Dentro de los préstamos otorgados por el FMI, lo entregado al país representa la exposición más grande y eso genera una cuestión que va desde lo reputacional hasta cómo va a influir en su cuadro de resultados. En lo reputacional, uno podría decir que esto puedo haber sido una mala decisión de los funcionarios en primera instancia o también puede decir que fue algo que se buscó solucionar”, expresó Daniel Marx, economista argentino y Representante Financiero Especial y Jefe Negociador de la deuda externa argentina de 1989 a 1993 consultado por Ámbito.

En la misma línea expresó Claudio Loser, economista argentino, ex director del FMI para el hemisferio occidental: “La cantidad no lo entiendo, no es ilegal, pero todos aceptaron de que se prestara tanto. Fue un grave error”.

Evidentemente, en la mayoría de los economistas hay consenso respecto al monto. ¿Pero cuánto representa para el FMI en términos fiscales?

“Es verdad que la Argentina es el principal deudor del fondo con u$s45.000 millones de dólares. Pero el Fondo tiene una capacidad prestable de 1 billón de dólares. Esto es una cantidad relativamente pequeña. Evidentemente es un golpe en términos de capital y todos los países que tienen su cuota en el Fondo van a tener una parte que se va a reducir del total de la cuota de hasta un 10% del capital”, señaló Loser.

¿De dónde obtiene el dinero el FMI?

La mayoría de los recursos para financiar los préstamos que otorga el FMI proceden de los países miembros a través del pago de cuotas – basada en el tamaño de la economía del país en relación con la economía mundial-. Cuando un país se convierte en miembro del FMI, suele pagar la cuarta parte de su cuota en divisas aceptadas o en Derechos Especiales de Giro (DEG). Las tres cuartas partes restantes se pagan en monedas del país. Por otro lado, se encuentran las tenencias en oro que ascienden a 90,5 millones de onzas troy, por lo que el FMI es uno de los mayores tenedores oficiales de oro del mundo.

El monto del cual dispone inmediatamente el FMI para otorgar financiamiento está indicado por su capacidad de compromiso futura. En ese sentido, Daniel Marx plantea el escenario de qué pasaría si la Argentina no logra cumplir con los pagos: “Del punto de vista del balance e impacto en resultados, el FMI dice que está en condiciones de absorber la pérdida que significa un default de Argentina por un tiempo porque con relación a su capital es un monto relativamente menor pero no es una cuestión cómoda reconocer esta dificultad”.

¿El Fondo tiene apuro en acordar?

“Algunos funcionarios del FMI no tienen tanta urgencia porque un préstamo que otorgaron sigue estando corriente. En la medida en que esté corriente es una situación relativamente cómoda para algunos porque va cobrando y no aumenta su exposición al riesgo. En el mediano plazo, como el FMI tiene como misión asistir a sus miembros, los demás lo juzgan por su capacidad de hacerlo”, expresa Marx al respecto.

Claudio Loser también agrega que la demora en la negociación no tiene un gran impacto en el organismo: “Desde el punto de vista político si la Argentina entra en default no va a ser acusado porque van a decir que los argentinos son los que no quieren tener un programa más o menos razonable”.

La Argentina es vista por el Fondo con el niño “rebelde”, el que pide prestado, pero no quiere realizar modificaciones en la política económica: “La Argentina no quiere seguir las políticas porque hay que arreglar las cosas fiscales. La mayoría de los países lo trata de hacer sin el Fondo, y la Argentina le echa la culpa. La visión del Fondo y de los economistas internacionales es que los argentinos no quieren entender cómo funciona la economía”.

“En realidad la Argentina es el país que peor ha manejado sus cosas en los países latinoamericanos. Tendría que haber desconfianza en los dos, y Argentina está en la retórica de que todo es culpa del Fondo. Hay desconfianza, pero es como el hijo pródigo, siempre vuelve y le dicen que sí. No hay un odio a la Argentina, hay enojo. Hay frustración con la Argentina”, definió Loser.

¿Co-rresponsabilidad?

El planteo del Gobierno de “responsabilidades compartidas” para Loser, no hace mella en la negociación: “La revisión de los sobrecargos del G20 es una señal de decir que se prestó de más. El FMI hace el análisis de que se equivocaron, pero no hay mecanismos de reducción de deuda. La pregunta es porque ¿Mis contribuyentes tributarios tienen que pagar por los errores de la Argentina? la señora que hizo los préstamos no está más – en referencia a Christine Lagarde-, pero más allá de eso es difícil pensar en una co-rresponsabilidad financiera”.

“Lo que ellos hacen en general es separar los asuntos. Lo que está ocurriendo en este momento es una negociación prospectiva tomando en cuenta la situación actual para ver cómo se puede arreglar. Lo otro que es hacer una revisión del pasado, de cuáles fueron los errores corresponde a otro departamento del FMI y distintos lados que hace estas investigaciones, da sus dictámenes y señala responsabilidades. Me parece que hoy la primera parte es la que más importa en términos de la solución a buscar que lo segundo, que es ver cómo se hace para corregir el sistema”, sumó Marx.

Qué alternativas tiene el Gobierno

Una de las opciones propuesta por Alberto Fernández en el G20 fue la condonación de la deuda por acciones climáticas. Loser la definió como “buscarle las cinco patas al gato, buscar limosna”. Una tercera opción sería que Argentina busque una alianza con Ecuador para revisar los sobrecargos, algo que el propio organismo ya confirmó que lo debatirá en el mes de diciembre. Esa opción, es la más viable para el economista Daniel Marx y sería el primer logro para la Argentina. Representaría una especie de entendimiento sobre su parte de responsabilidad.

Por el lado de la Argentina, el gobierno asume de alguna manera no le queda otra alternativa que tener las cuentas en orden. Una señal la dio Martín Guzmán este año cuando en los primeros nueve meses el saldo negativo del Estado nacional bajó 68% respecto de igual período del 2020. El gobierno de Alberto Fernández tendrá un debate interno que se juega en la arena de la política: ¿Podrá ajustar las cuentas con crecimiento económico?

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