Las distintas cámaras de la industria textil e indumentaria realizarán presentaciones ante el Ministerio de Economía para que se revise el crecimiento exponencial de las importaciones de ropa usada. Los pedidos llegaron luego de que Ámbito revelara que se multiplicaron por cuarenta en los primeros ocho meses del año las compras al exterior de este tipo. Advierten que hay riesgos ambientales y sanitarios. “Les pedimos sentido común y mantener una norma que hasta el macrismo renovó”, dijo uno de los empresarios al tanto de las conversaciones.
Importación de ropa usada: empresas piden a Luis Caputo "sentido común" y una revisión urgente de la medida
La información que publicó Ámbito generó impacto en el sector. Hubo diversas reuniones y se decidió cursar presentaciones al Gobierno para prohibir el ingreso de este tipo de productos.
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Desde la Cámara de la Indumentaria advierten que “la mayoría de estas prendas son de baja calidad, fabricadas con fibras sintéticas o mezcladas con productos químicos, que liberan contaminantes en el aire, el suelo y el agua, perjudican el medio ambiente y a las comunidades locales”.
Sigue el debate por el trabajo y la política industrial. “Si ustedes abren la economía y determinado sector quiebra, no se produce pérdida de empleo”, dijo el presidente Javier Milei. Pero los datos marcan lo contrario: desde noviembre de 2023 hasta agosto del 2025 se destruyeron 138.573 puestos en el sector privado registrado, según el Sistema Integrado Previsional Argentino.
El grado de apertura es un debate que requiere matices, sobre todo en una época en que el mundo gira sus políticas comerciales al proteccionismo. La búsqueda del equilibrio entre la preservación del empleo y los precios razonables para los consumidores parece central para sectores como el textil que aparecen en el centro de la polémica cada vez que se discute el asunto.
Pero la semana pasada Ámbito dio a conocer un hecho que va más allá del debate coyuntural: Argentina está importando ropa usada. Se trata de prendas que vienen en su mayoría de EEUU ante la imposibilidad de incinerarlas. Las compras se multiplicaron por cuarenta en los primeros ocho meses del año. La mercadería que es descartada por otros países ingresa prácticamente sin controles de calidad y se comercializa en fardos de entre 25 y 50 kilos.
Tal como especificó este medio, la práctica estaba prohibida por distintas normativas y sus prórrogas hasta mediados del año 2022. Aunque entre el 2022 y el 2023 tampoco hubo ingresos de mercadería de este tipo por la política de administración del comercio. Recién en 2024 aparecieron las primeras entregas y este año se consolidó el boom: solo durante el mes de agosto se importaron prendas de este tipo por un valor de 683 mil dólares.
El reclamo empresario
Después de la publicación de la semana pasada, el asunto entró de lleno en la agenda del sector. Se debatió en diversas reuniones de empresarios y según pudo saber este medio se definió enviar en los próximos días diversos comunicados al Ministerio de Economía para que Luis Caputo y su secretario de Comercio, Pablo Lavigne, revisen la medida.
El sector textil, confecciones, cuero y calzado es uno de los más afectados por la crisis productiva. Junto con la construcción tuvo la caída del empleo más alta en términos porcentuales: una merma del 12% desde noviembre del 2023. “Les pedimos sentido común y mantener una norma que hasta el macrismo renovó”, dijo uno de los empresarios al tanto de las conversaciones.
Según pudo saber Ámbito, entre las cámaras que harán presentaciones ante el Gobierno en las próximas horas se encuentran: la Cámara Argentina de la Industria de la Indumentaria, la fundación Protejer, la Cámara de la Industria del Calzado, la Cámara Industrial de la Manufactura del Cuero y la Federación Argentina de la Industria de la Indumentaria.
Impacto ambiental
La preocupación no pasa solo por el aspecto productivo, donde el mayor impacto ya se ve con la importación de ropa nueva y sobre todo con la retracción del consumo. Sino que también hay alarma por los estragos ambientales que podría causar. En el sector citan el ejemplo de Chile, el cuarto importador mundial de ropa usada y saldos de ropa sin vender, y el primero en América Latina.
En ese país, la ropa ingresa por la zona franca de Iquique, los importadores venden las mejores prendas y descartan en el desierto de Atacama alrededor del 40% del total, según destacan fuentes del sector. Diversos artículos de la prensa internacional se refieren al lugar como “el basurero del mundo”.
Desde la Cámara de la Indumentaria advierten que “la mayoría de estas prendas son de baja calidad, fabricadas con fibras sintéticas o mezcladas con productos químicos, que liberan contaminantes en el aire, el suelo y el agua, perjudican el medio ambiente y a las comunidades locales”.
Los industriales saben que la discusión por la política comercial está perdida con este Gobierno, pero esperan que al menos en una caso tan extremo, se tome alguna medida para mitigar el daño.
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