Las primeras proyecciones adelantaban que la campaña de trigo arrojaría una producción cercana a las 19 millones de toneladas y generaría divisas por más de u$s4.500 millones. Esas cifras quedaron completamente desactualizadas por la falta de precipitaciones que azota a la zona núcleo, que según la Bolsa de Cereales de Rosario, llevaría a la campaña del cereal a solo 15 millones de toneladas y, por lo pronto, el saldo exportable se reduciría unas 2 millones de toneladas.
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La cosecha de trigo sería de apenas 15 millones de toneladas pero todavía podría recortarse. Ingresarán unos u$s3.300 millones menos con respecto al ciclo previo.
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Los cálculos más básicos dan cuenta de que Argentina dejaría de percibir más de u$s3.000 millones respecto a la campaña anterior por la caída productiva y, si solo se tiene en cuenta los dos millones de toneladas que ya se saben que no se exportarán –el volumen de equilibrio fijado por el Gobierno era de 10 millones de toneladas, pero quedó anclado en 8 millones-, se perdería el ingreso de unos u$s800 millones.
Los números finos todavía no están porque la campaña sigue en marcha y la situación del cultivo lejos está de mejorar, en tan solo un mes la entidad Rosarina redujo sus perspectivas para la cosecha en un 9% y es por eso que la producción puede ser aún menor de continuar la sequía en la zona núcleo.
El último relevamiento de la Bolsa de Comercio de Rosario es contundente y revelador también en cuanto están perdiendo los agricultores que apostaron por el cereal: “Con una sequía que sigue afectando casi al 100% de la zona núcleo y heladas tardías muy fuertes, la semana pasada surgía la pregunta de si la región podría alcanzar los 20 quintales por hectárea promedio. La respuesta de los productores y técnico de esta semana muestra claramente que será aún inferior: la 2022/23 será la peor campaña de los últimos 12 años y por lejos. El registro más bajo era de 27 quintales por hectárea (en la 2012/13) y hoy ya se estima casi 10 quintales menos: 18 quintales por hectárea (qq/ha). Lamentablemente, hay grandes posibilidades que este rinde siga recortándose en el corto plazo. Con estos números habrá pérdidas muy importantes. Los cálculos muestran que las pérdidas en campo alquilado con productividades de 20 qq/ha a cero -o sea para lotes que no se cosecharán- se corresponden con pérdidas de 300 a 800 dólares por hectárea. Donde el trigo se ha perdido en un 100%, la pérdida es de 606 dólares por hectárea en campo propio y de 867 dólares en campo alquilado. Ya hay 192.000 hectáreas de área pérdida. Pero empiezan a estimarse pérdidas masivas de área en Pergamino, Venado Tuerto, Bigand y Rosario por lo que buena parte de las 400.000 hectáreas en malas condiciones pueden pasar a sumarse en la categoría de área no cosechable”.
Este escenario no solo está perjudicando a la producción de trigo sino que también atrasa los planteos productivos de maíz y despierta algunas incertidumbres de cara a la campaña de soja, que sin lugar a dudas en el 2023, si los precios y el clima acompañan tendrá que ser definitivamente la salvadora ante un escenario productivo tan complejo.
Respecto a los pronósticos climáticos la entidad rosarina adelanta: “Hasta el momento el primer mes de la primavera no ha provocado cambios positivos en el patrón pluvial. La buena noticia es que los pronósticos de corto plazo indican, para los próximos días, un importante pulso de inestabilidad sobre gran parte del centro y norte del país incluyendo la provincia de Córdoba y parte de Santa Fe. Los desarrollos, en general, serán moderados pero no se descarta la probabilidad de lluvias y tormentas de variada intensidad que podrían ser intensas en el norte de Entre Ríos y centro de Santa Fe. Si se convalidan estas proyecciones este aporte de agua más significativo y generalizado mejoraría muy favorablemente el escenario para encarar la planificación de las postergadas siembras de la gruesa”.
Un capítulo aparte es la situación de la ganadería. Producto de la sequía más de 12 millones de cabezas de rodeo vacuno están complicadas por la falta de pasturas para alimentarse y por eso muchos productores están mandando antes a faena a los animales, lo que generaría no solo una caída del rodeo de cara al año próximo sino también de disponibilidad de carne.
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