Si el miércoles hablábamos de cierta falta de convencimiento en la que definíamos como la primera suba auténtica del año, 0,59 por ciento que ganó ayer el Dow al cerrar en 12.514,98 puntos (pero más aún 1,04 por ciento que se anotó el NASDAQ) permitió desestimar gran parte de las observaciones en contra de la idea de un mercado alcista.
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Podría suponerse que tuvimos alguna sorpresao noticia que fundamentara que el optimismo de los inversores llevara a superar en cuatro puntos la última marca histórica del Promedio Industrial, pero lo cierto es que la suba estuvo impulsada por el mismo motor que viene moviendo al mercado hace ya tres ruedas (aunque el martes no alcanzara para tener un cierre positivo): el derrumbe de los precios petroleros (ayer quedó en u$s 51,88 por barril, el cierre más bajo desde el 27 de mayo de 2005) y un rally en el sector tecnológico (apuntalado por el lanzamiento de toda una suerte de nuevos adminículos personales).
En la medida en que la preocupación pasó en los últimos días de ser las implicancias de una economía recalentada a las de otra en retroceso, el anuncio de que los pedidos de seguro de desempleo eran menores que los esperados sirvió para calmar un poco a los más temerosos, aunque esto no evitó que la tasa de 10 años subiera a 4,74 por ciento anual (aquí fue clave la totalmente inesperada suba de tasas del Banco de Londres -un consejo para todos: seguir este tema de cerca-).
Si bien hay quien adscribe a los buenos resultados de los pocos balances que se han difundido en estos días gran parte del entusiasmo que se percibió ayer, lo cierto es que recién a partir del lunes (y en realidad, el lunes de la semana siguiente) los estados contables comenzarán a pesar en las decisiones de los compradores y vendedores de acciones.
Mientras tanto, el consejo es tener cuidado de que las señales de la economía siguen sin ser realmente buenas (la chance de recorte de tasas antes de agosto es casi nula).
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