Siempre son peligrosas las definiciones (por el riesgo de atarnos a una sola, olvidando que en el mercado todos los días comienza un nuevo partido), pero la rueda de ayer casi puede considerarse como la mejor en mucho tiempo. Es cierto que 0,95% que ganó el Promedio Industrial (cerró en 11.079,46 puntos) no dice mucho, pero si admitimos que fue la " realidad empresarial" lo que impulsó la suba, podemos entender el porqué del buen humor. Un buen humor que fue mucho más allá del hecho que el S&P500 entró en la zona ganadora del año. El puntapié inicial lo dio FedEx, cuyas ganancias netas del trimestre crecieron 27%. Más tarde, Morgan Stanley dio un "pase al centro" al anunciar que sus ganancias más que se duplicaron ( meritorio con suba de tasas, aun para la segunda mayor casa de bolsa del país), y el "gol" -para hablar en términos futbolísticos- fue consecuencia de una combinación entre el avance de los commodities por un lado (en especial, el petróleo, que trepó 1,4% a u$s 70,33 por barril, impulsando 1,9% a las empresas del sector) y los buscadores de « pichinchas» por el otro. Que el resultado fue más alentador que lo que marcan los fríos números lo ponen en evidencia los índices de volatilidad del Chicago Borrad of Trade y del NASDAQ, que tocaron el punto más bajo de las últimas dos semanas. Con apenas 1.700 millones de acciones negociadas en el NYSE, quienes invierten en bonos del Tesoro y monedas se comportaron como meros espectadores de un partido (aburrido) que se jugó en otra cancha y que terminó casi sin cambios. Más allá del resultado numérico, la de ayer fue para muchos una victoria. Festejarla, sí. Excederse, no, porque la semana que viene el rival por superar es mucho más fuerte: la Reserva Federal.
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