23 de diciembre 2013 - 00:00

Cantó el tango como ninguna

Su longevidad, su personalidad avasallante, y un reconocimiento por el pasado bien propio de la posmodernidad, volvieron a poner a Nelly Omar en primer plano  en  las últimas dos décadas, y  a tener un lugar muy destacado en la escena tanguera.
Su longevidad, su personalidad avasallante, y un reconocimiento por el pasado bien propio de la posmodernidad, volvieron a poner a Nelly Omar en primer plano en las últimas dos décadas, y a tener un lugar muy destacado en la escena tanguera.
Familiares y amigos acompañaron, el pasado sábado, los restos de Nelly Omar en el Panteón de Sadaic de Chacarita. El 10 de setiembre había cumplido 102 años -o eso dice su biografía oficial, porque también están los que sostienen que se agregó algún año para llegar antes a festejar el centenario-, y casi hasta el último minuto estuvo absolutamente lúcida y en plena actividad. Criada en Guaminí, se llamaba en realidad Nilda Elvira Vattuone, aunque todos la conocieron por su nombre artístico de Nelly Omar (por Nélida, que era el nombre de su hermana, y Omar, que era su apellido materno). Y fue en el campo, donde su padre era capataz de una estancia, que conoció a José Razzano y a Carlos Gardel, en tiempos de su exitoso dúo criollo, siendo todavía una niña.

Quiso ser aviadora y llegó a pilotear. Ya en Buenos Aires, adonde llegó cuando su padre acababa de morir, fue operaria textil con apenas 12 años. Simultáneamente, y pese a las dificultades económicas de su madre que había quedado viuda y con 10 hijos a cargo, empezó a cantar y a presentarse en concursos y festivales barriales, y formó parte de algunos grupos. La entrada al terreno profesional se la dio Ignacio Corsini, quien la ayudó a ingresar al mundo de la radio. Y después Tita Merello obró también como una colaboradora fuerte en sus arranques. La década del '30 fue la más importante de su historia artística, con un repertorio que mezclaba la milonga y el tango, en una línea que se conocía como de "cantor criollo". De allí que algunos la conocieran como "la Gardel con polleras".

En esos años '30 estuvo casada, por ocho años, con Antonio Molina. Es más conocido, sin embargo, su romance aparentemente frustrado con el poeta y autor tanguero Homero Manzi. Algunos -y ella misma- aseguran que el tango "Malena" fue escrito para ella -aunque están también los que dicen que fue para una cantante brasileña- y la propia Omar decía que ella también estaba en la inspiración de "Sur" y de "Solamente ella". Según la propia Nelly, el romance no terminó nunca de concretarse, por estar ambos casados y, luego, por la prematura muerte de Manzi en 1951.

Sus primeras grabaciones llegaron a mediados de la década del '40, con el apoyo de Francisco Canaro, que le hizo registrar piezas como "Adios Pampa mía", "Canción desesperada", "Sentimiento gaucho" o "Desde el alma". Fue amiga personal de Eva Duarte -"desde antes de que fuera Evita", decía- y su adhesión al peronismo la llevó a grabar temas como "La Descamisada" o "Es el pueblo" y a tener una presencia artística fuerte durante esos años, inclusive en actos proselitistas. Aseguraba que "nunca fui política; participaba porque era peronista, de Perón y Evita". Y en esos tiempos de mayor exposición, participó también en cuatro películas.

El golpe de 1955 le trajo problemas. Fue allanada su casa y partió al exilio. Vivió en Uruguay y en Venezuela. Y regresó a la Argentina ya con Arturo Frondizi en el gobierno. Estuvo unos cuantos años retirada. Pero en 1966 se presentó en televisión y en 1969 hizo un disco con la guitarra de Roberto Grela. Desde entonces siguió en actividad. Cantó con José Canet y Alberto Di Paulo, y escribió algunas piezas -tangos y temas criollos- que no alcanzaron gran repercusión.

Su longevidad, su personalidad avasallante, y un reconocimiento por el pasado bien propio de la posmodernidad noventista, volvieron a ponerla en el candelero y tener un lugar muy destacado en la escena tanguera ya en las últimas dos décadas. Fue declarada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires, actuó en numerosos escenarios y festivales, grabó nuevos álbumes, tuvo sus homenajes y fue parte del proyecto de disco "Café de los Maestros", con grandes figuras del género. Y hasta debió tener un último disco solista que, aún grabado, no autorizó a editar por cuestiones económicas que no le gustaron.

Más popular que históricamente significativa, más conocida que valorada, más personaje de la cultura argentina que artista genial. Cascarrabias y frontal, en una carrera larguísima y con muchos vaivenes, terminó ubicándose en un pedestal del cenotafio tanguero. El viernes se apagó con ella otra de las luces importantes del siglo XX.

Dejá tu comentario