- ámbito
- Edición Impresa
Cedió Larreta y le aceptó la renuncia a Lopérfido en Cultura
El alejamiento era reclamado por casi todos los representantes de la cultura. La crisis comenzó cuando cuestionó la cifra de 30.000 desaparecidos.

Darío Lopérfido
Aunque con diferencias de fondo, el caso de Lopérfido es similar a la crisis que debió enfrentar Mauricio Macri en diciembre de 2009: a 11 días de designar al frente del Ministerio de Educación porteño al escritor Abel Posse debió pedirle la renuncia tras declaraciones de éste, por cierto más explosivas que las de Lopérfido, acerca de que los militares estaban "ilegítimamente encarcelados" después de "aniquilar a la guerrilla en sólo diez meses", que los exdetenidos-desaparecidos eran un "residuo de subversivos" y, entre otras cosas, que los jóvenes estaban "drogados y estupidizados por el rock".
En una mesa redonda organizada por el periodista Luis Majul en Pinamar, en febrero último, el ahora exministro de Cultura había cuestionado la cifra de los 30.000 desaparecidos establecida históricamente por las asociaciones de derechos humanos. En ese encuentro también dijo que "los militares cometieron un error enorme, no hacer un proceso legal" y, entre otros conceptos, que "los chicos que militan en La Cámpora están reivindicando la idea de la muerte". Si bien el Gobierno porteño supo desde entonces que la cohabitación entre los representantes de la cultura y su ministro iba a ser casi imposible de sobrellevar, decidió sostenerlo. Sin embargo, a Lopérfido no lo amilanaron ni solicitadas ni escraches; por el contrario, duplicó la apuesta: el último choque, que signó su suerte, fue cuando denunció el "mayor fraude de la historia audiovisual argentina" ("se trianguló dinero del Estado a universidades para escapar a los controles y hacer negocios fenomenales con productoras, además de comprar voluntades de actores").
En esto involucró al hermano de Julio De Vido, Hugo, y a Luis Vitullo, quien a la sazón colabora con Hernán Lombardi (un frente interno que se sumaba al que tenía con actores e intelectuales). El titular de Medios no dejó pasar la oportunidad: la TV estatal transmitió los escraches, y la agencia Télam los informó minuciosamente.
Hasta anoche no había sido designado su sucesor. Pese a que Jorge Telerman, hoy director del Complejo Teatral de Buenos Aires, había sonado insistentemente en redes sociales, se sabe que no existe ninguna intención en nombrarlo. Tampoco parecía ser número puesto José Miguel Onaindia, exdirector del Incaa durante la administración De la Rúa, que hoy reside en Montevideo. El tercero que se mencionó en los mentideros, Guillermo Alonso, exdirector del Museo de Bellas Artes, no quiere hoy un cargo público.
En el comunicado oficial del Gobierno, se dijo (literalmente) que "coincidimos con Darío en que era mejor que se concentre en la dirección artística del Teatro Colón, trabajando con la directora general, María Victoria Alcaraz", y reprodujo palabras del exministro: "Fue agotador encarar simultáneamente tres tareas de semejante relevancia [la tercera era la presidencia de la organización Opera Latinoamericana]. Fue una experiencia muy enriquecedora".
Dejá tu comentario