22 de diciembre 2008 - 00:00

Charlas de Quincho

Se acumulan los mentideros políticos, y de los otros, sobre el fin del año. Abundaron las despedidas con nostalgia, pero también quinchos con revelaciones se entremezclan ya con las campañas políticas. Contamos, para jerarquizar estos quinchos forzados porque llega el verano, cuál es el verdadero propósito del viaje de Cristina de Kirchner a Cuba y cómo opera la mirada de Estados Unidos en esa visita. También despejamos la incógnita sobre una candidatura de Néstor Kirchner al Congreso, contamos anécdotas cafieristas, encuentros de De la Rúa con ex ministros y reseñamos las profecías de Domingo Cavallo, quien dividió por un día al peronismo alternativo.

Sergio Massa, Baldomero Cacho Álvarez, Néstor Kirchner y Daniel Scioli en el polideportivo José María Gatica, de Villa Dominico.
Sergio Massa, Baldomero Cacho Álvarez, Néstor Kirchner y Daniel Scioli en el polideportivo José María Gatica, de Villa Dominico.
  ¿Volver de Cuba con la médica Hilda Molina, la disidente más famosa del régimen castrista? Nadie se anima a negar en el círculo más estrecho de la Presidente sobre el principal proyecto de Cristina de Kirchner para el viaje a la isla que anunció por sorpresa monio a Venezuela, salió de las charlas de Cristina con Raúl Castro, responsable de la transición del castrismo viejo al castrismo nuevo y quien admitirá que la Presidente se entreviste en enero próximo con disidentes. Este proyecto y otro, el de Néstor Kirchner candidato, fueron temas de la charla que mantuvieron dirigentes de la cúpula del Gobierno en un aparte del asado que ofreció el intendente de Avellaneda, Cacho Alvarez, el viernes, en el polideportivo Gatica de Villa Dominico, un santuario del conurbano que el ex presidente seguramente soñó nunca más visitar. La necesidad electoral lo lleva de nuevo a caminar esas calles polvorientas en busca del apoyo que cree imprescindible para retener algo de poder en las elecciones de 2009, lo que lo termina dejando alambrado en el conurbano y abrazado al peronismo más ortodoxo. A éste celebró con lágrimas de ocasión el sábado por la noche cuando se acercó al féretro de Manolo Quindimil, alcalde perpetuo de Lanús, a quien desbancó con una tribu kirchnerista del puesto, herida que según los familiares del ex intendente precipitó el final. Lo único que le falta a este Kirchner que desanda lealtades en busca de votos es aparecer en algún acto con Carlos Juárez, algo de lo cual lo exime el santiagueño radical Gerardo Zamora, que gana elecciones y se deja levantar el brazo por Kirchner, lo que obliga, además, a que el kirchnerismo provincial vaya a elecciones para perder.

Vamos por partes en estos dos asuntos. Cristina de Kirchner mandó desde Brasilia el viernes que los operadores de la Cancillería con el Gobierno de Cuba reconectasen las líneas cortadas desde que La Habana le negó a los Kirchner los contactos con la disidencia, una condición del matrimonio para visitar la isla. Cristina, convertida desde hace más de tres años en protectora de la médica Hilda Molina, se mueve como quien logró de Raúl Castro, esa especie de Putin que teje la transición en Cuba del castrismo ortodoxo al modelo chino (dictadura política con economía de mercado), la autorización para no sólo la visita de los Kirchner (irán los dos a La Habana en la segunda semana de enero) a la doctora, sino que hasta podría subirla al avión y traerla a Buenos Aires, algo que se intentó antes, pero Fidel Castro lo negó. Raúl Castro ya admitió que la madre de la médica, una nonagenaria ciega que vive en Buenos Aires con la familia de Hilda tenga muchas facilidades para vivir en condiciones más dignas. A cambio, le pidió a Molina que dejase de dar reportajes y guardase silencio hasta que le solucionasen todos sus reclamos. La Presidente, al regresar de Brasil, celebró este gesto de Raúl Castro, que le permite a la Argentina ponerse detrás de Brasil, que es el nuevo gerente -no Venezuela- de las relaciones exteriores de Cuba. La relación que ha cerrado este Castro con Lula la explican los curiosos de estas cosas en un viejo resentimiento del hermano de Fidel hacia Hugo Chávez, motivado en razones castrenses. Raúl ha dicho que, como militar, no puede permitir que un coronel le dé órdenes a un general. Raúl tampoco es un egresado de West Point (no es militar de carrera), pero el uniforme verdeolivo le imprimió carácter. Con el barril de petróleo a 35 dólares y estos prejuicios, Venezuela deja de administrar castrismo en la región.

¿Estados Unidos sabe algo de esto? Los asistentes al cóctel que les propinó el embajador Earl Anthony Wayne el jueves a tres legisladores de su país creen que sí, pero no tienen pruebas para confirmarlo. Esa tarde un lote de dirigentes criollos que quedan en Buenos Aires se acercó a la residencia del gobernador para charlar con el diputado demócrata por Manhattan Gregory Meeks, el diputado de ese partido por Texas Rubén Hinojosa y el republicano por Winsconsin Paul Ryan, que tuvo su instante de fama cuando fue precandidato a vicepresidente por su partido en la fórmula de John McCain. Federico Pinedo, Patricia Bullrich, los kirchneristas Jorge Landau, Raúl Solanas y Ruperto Godoy, la felipista Zulma Daer, los duhaldistas Jorge Villaverde y Francisco de Narváez, y el macrista Luis Garvarisi sabían de este viaje lo que decía la prensa. Los dueños de casa, detrás de las columnas del palacio Bosch para ocultar su identidad, admitían algo más. Por ejemplo, que el Gobierno de Barack Obama ha hecho consultas con Buenos Aires sobre el tema Cuba que van más allá de lo que se sabe. Uno de sus delegados para la región, Dan Restrepo, recogió ideas en noviembre pasado de varios funcionarios argentinos. Es un americano nieto del ex presidente de Colombia Lleras Restrepo, cuyo padre se quedó a vivir en los Estados Unidos y le lleva algunas carpetas a Obama en uno de los think tanks más importantes del Partido Demócrata (el Center for American Progress). Este Restrepo escuchó y transmitió con interés a sus mandantes una idea de diplomáticos argentinos para que el nuevo presidente mejore sus relaciones con Cuba, que es el canje de detenidos en Florida por espionaje a favor de Castro a cambio de la libertad de un grupo de disidentes. Esta idea la mantuvieron los interlocutores en secreto hasta que la semana pasada la hizo pública la cancillería de La Habana. Restrepo va a tener un cargo en el Nacional Security Council de Obama y es de los que sostienen que hay un lote importante de heredo- cubanos jóvenes en los Estados Unidos que votaron por el candidato demócrata y que creen que ese país debe hacer gestos de apertura como, por ejemplo, aliviar el bloqueo, eliminarlo, permitir envíos de dinero y viajes a la isla, algo que la vieja guardia del anticastrismo de Florida ha rechazado hasta ahora.

Inevitable que se hablase en esa casa del caso Madoff, una cadena de estafas financieras que parece no tener límite. Los visitantes comentaron que las instituciones de la comunidad judía eran la especialidad de este Madoff, que usó el sistema Ponzi (cubrir deudas viejas con nuevos incautos) para defraudar miles de millones de dólares. Hay fundaciones, comentó uno de los visitantes, como la del escritor Elie Wiesel o la del cineasta Steven Spielberg, que debieron cerrar porque tenían todo su dinero invertido en cuentas de Madoff, que se permitía el lujo, por su prestigio en el negocio, de admitir sólo a clientes enviados por los bancos. Estas estafas animarán el diálogo de otro visitante al país de cuya presencia en Buenos Aires supimos ayer, la del veterano senador por Nueva Jersey Frank Lautenberg, hombre de la generación de los Kennedy y los Rockefeller, que visita el país traído por su amigo, el embajador Héctor Timerman, que le hará conocer esa maravilla que compite con El Calafate con buenos méritos, que es La Angostura, en donde el diplomático registra un asentamiento familiar. Lautenberg escuchará en la mañana de hoy las quejas de Cristina de Kirchner (quien lo recibe en Casa de Gobierno) por la falta de regulaciones en los mercados financieros y por los bancos que recomendaban las colocaciones de Madoff y en sus informes, se quejará la Presidente, hablan mal de su Gobierno. El diputado Meeks se despidió con el anuncio de que Hillary Clinton vendrá al país el año que viene. «Ella -relató- tiene un gran recuerdo de cuando visitó junto a su esposo la Argentina cuando era presidente Carlos Menem». Rió cuando le preguntaron a qué había venido él y su grupo. «Bueno, en realidad veníamos a Perú y Chile y no quisimos dejar de pasar por aquí», remató ante la mirada de ex embajadores en Washington como Diego Guelar y José Bordón, que creen haber hecho algo para que el país no sea relleno en las agendas del imperio.

Lo que charlaron en la cabecera de la más modesta mesa en el polideportivo Gatica Kirchner y sus acompañantes es más prosaico, pero seguramente más apasionante para quienes siguen de cerca los intentos del Gobierno de mejorar el pronóstico del año que viene. Sergio Massa, Daniel Scioli, Cacho Alvarez y algún otro asistente con oído filoso escucharon del ex presidente decir que una candidatura a senador es por ahora un disparate. Si hay candidatura de Néstor, se escuchó, va a ser diputado y sólo si mide bien en las encuestas. Si no, va a ir quien mida mejor, es decir, Massa. Pero, ironizó Kirchner, para que a Sergio le vaya bien le tiene que ir bien al Gobierno, y eso va a hacer que a mí me vaya bien y mejore yo en las encuestas. ¿Entonces, quién es candidato?, pregunta la mesa. Si al Gobierno le va bien, es Massa; si le va mal, aunque sea para ganar por poco y hasta para perder, va Kirchner de candidato a diputado, porque lo que hay que defender, en realidad, es el Gobierno entre 2009 y 2011, y Néstor, repiten los que comieron el asado en Dominico, quiere ser en ese caso el presidente de la bancada de los diputados kirchneristas. La sonrisa del dueño de casa, Alvarez, se entiende: logró que Kirchner estuviese en ese acto cuyo propósito fue ponerse a cargo del PJ de Avellaneda, cuando el kirchnerismo que responde a Olivos lo esmeriló durante cinco años, promoviendo candidaturas y movidas ligadas a adversarios locales, como el ex intendente aliancista Oscar Laborde (refugiado por Kirchner en cargos menores del Gobierno desde 2003) y el sindicalista Rubén «Cholito» García, promotor de descontento en Avellaneda y otros municipios, pero siempre a favor del kirchnerismo. Alvarez celebró haberlos vencido a esos oficialistas de Olivos que no lograron lo que en Lanús, sacarle el cargo al caudillo histórico del lugar.

Mucho menos nervio hubo el jueves en El General, restorán temático del peronismo de la porteña avenida Belgrano, en el acto que organizó Antonio Cafiero para homenajear a Raúl Alfonsín por los 25 años de democracia, que resultó también en un autohomenaje. «Mi padre dice que Cafiero es el presidente que los argentinos se privaron de tener», dijo en representación del ex presidente -no asistió- Ricardo Alfonsín. Los asistentes, todos anotados en la peña de los jueves del ex senador, ovacionaron a Antonio, quien agradeció los esfuerzos de Jesús Rodríguez para que la familia de Alfonsín aceptase ese homenaje, lo cual reveló que hay un cerco en torno del ex presidente radical que le filtra información política, como este homenaje. Pese a la intención del encuentro, no había más radicales que «Ricardito»; el resto, los habituales amigos de Antonio (Eduardo Valdés, Guillermo Piuma, Fernando Galmarini, Alicia Pierini, Duilio Brunello, Moisés Ikonicoff, el abogado Joaquín Da Rocha, Alieto Guadagni, Rafael Delpech, etc.), se entregaron a efectividades más conducentes. Por ejemplo, ¿hasta dónde golpeará al actual Gobierno el caso Siemens? Logró que la firma deslindase responsabilidades desde 2003. ¿Hablarán del caso quienes estuvieron en aquel Gobierno de Menem y están hoy en el gobierno Kirchner sobre lo que vieron y no vieron? Los asistentes al almuerzo se distrajeron con leyendas como la que dice que hubo dos funcionarios de entonces que renunciaron a sus cargos «porque vieron cosas» (frase que usó Carlos Reutemann para una de sus habituales renuncias a candidaturas). Uno de ellos ha sido ministro de Justicia y es embajador, pero fue viceministro del Interior antes de 1999; el otro es actualmente auditor de la Nación designado por el actual Gobierno. Los dos -se dijo- renunciaron a sus cargos porque rechazaban los términos del contrato con Siemens para la confección de los DNI.

También hubo historias, aunque menos cruentas. Como la que contó Brunello, un memorioso que fue de todo en el peronismo, especialmente cuando traficaba entre José Gelbard y el resto del movimiento entre 1973 y 1976 o cuando sufrió una de las prisiones más largas bajo el régimen militar. Contó que cuando murió Juan Perón, Isabelita entró en depresión no sólo por el dueño, sino también porque creía haber perdido el rol de unidad que le había intentado dejar su esposo. «El símbolo de unidad es ahora Balbín», se quejaba. El jefe radical se enteró y fue a ver a la presidenta de entonces para decirle que durante 40 días desaparecería de la escena pública para que ella recuperase legitimidad. «Y cumplió», recordó Brunello, sin que nadie entendiese bien cuál era el mérito. La anécdota parece un epítome del cafierismo: Cafiero acordó reformas con Alfonsín que le costaron perder la interna presidencial con Menem y que lo llevaron a cataclismos políticos como su derrota ante Carlos Ruckauf en la interna del 99 para la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Cafiero venía emocionado de Roma, donde su hijo asumió como embajador. Reflexionó que los Cafiero son la segunda familia argentina -después de los Estrada- en la cual padre e hijo fueron como embajadores al Vaticano. «Con la diferencia de que los Estrada eran familia patricia y los Cafiero eran hijos y nietos de comerciantes», rió. También se recordó en la cabecera a otro personaje descendiente de antiguas prosapias argentinas, nada menos que de Juan Manuel de Rosas. Abel Fleitas Ortiz de Rosas, ex funcionario de Cafiero en la gobernación de Buenos Aires, y quien falleció hace un mes, cuando era titular de la Oficina Anticorrupción, cargo hasta ahora vacante, no porque al Gobierno le cueste conseguir candidato, sino porque seguramente no quiere equivocarse en la elección. Este Ortiz de Rosas, en razón de esa descendencia (que comparte con la embajadora Alicia Castro), consiguió que sus restos reposen junto al Restaurador en la bóveda de la Recoleta.

Cafiero no dejó de hacer política al relatar esta viñeta de sus relaciones con Alfonsín: en la crisis de Semana Santa le escuchó decir al carapintada: «Estos no quieren pelear». Cafiero le replicó: «Tenga cuidado, teniente coronel, porque el pueblo está rodeando el cuartel y hay una vocación irrenunciable de defender la democracia», a lo que Rico respondió: «A mí qué me importa el pueblo». «Y ahora resulta -remató el ex senador- que quiere que el pueblo lo elija intendente de San Miguel». La rareza final la aportó el propio Cafiero al contar que tiene peñas políticas los jueves al mediodía desde hace medio siglo, y mostró una carta de Juan Perón fechada en enero de 1964, que dice: «El Dr. Cafiero me ha informado de la existencia de esas reuniones de amigos en la mesa de los jueves y deseo hacerles llegar por su intermedio mi más afectuoso saludo y mis mejores deseos para el año que se inicia». ¿No le traerán mala suerte los almuerzos a Cafiero?
También se comentó con preocupación las consecuencias de la falta de transparencia con que arrancó el Consejo de la Magistratura de Santa Fe bajo la administración de Hermes Binner. Los resultados de los concursos para proveer cargos en la Justicia provincial han recibido reproches de abogados y también de la familia judicial por el modo como se asignaron puntajes. Hay magistrados de trayectoria y antecedentes que han merecido calificaciones más bajas que postulantes sin experiencia judicial, una señal de que desde la administración se buscaría construir una Justicia adicta. Para colmo, el sector oficialista de la Legislatura maneja el quórum de la Asamblea de manera de que, merced al fracaso de dos sesiones, queden instaurados por «sanción ficta» -una institución polémica que se censuró en la Constitucional nacional cuando se debatió la reforma en la propia Santa fe en 1994- los candidatos cuestionados por esa falta de transparencia.

«Está todo Mau Mau», dijo uno de los invitados a la fiesta en el Bajo de San Isidro, donde cantó Álvaro Cañada con la Soul Band y Willy Lorenzo, el director musical de las producciones de Chris Morena. Entre los sobrevivientes de los 70 estaba Aquiles Roggero, que de hacer rock (Pintura Fresca) pasó al tango (grabó un CD con su hermano Luis Roggero, primer violín concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional). No faltaron empresarios como el petrolero Mario Segura o Jorge Pérez Esquivel. Entre los deportistas, dio el presente Alberto Larrea, que compitió en yachting en Pekín. Antes de que la música invadiera todo, se comentaban las presiones que tiene hoy el negocio petrolero por las demandas salariales cuando el barril de crudo vale menos de 40 dólares. También surgieron las anécdotas de Guillermo Moreno. Uno de los que más trata al secretario de Comercio, porque su empresa está entre las controladas, contaba cómo hostiga a la gente que no quiere. Al jefe de Gabinete, Sergio Massa, por caso, cuando se lo cruza en la Rosada, le hace la misma pregunta que le hacía al ex ministro de Economía Martín Lousteau: «Nene, ¿tomaste el Vascolet?» A la ministra de Producción, Débora Giorgi, nunca la nombra. Se refiere a ella como «la mina». Luego vino la música de los 60, 70 y 80 con el disc jockey de Mau Mau cuando se iba a bailar a las diez de la noche.

Y Cavallo -corrido por escraches en Santa Fe y Córdoba- tuvo su supermartes sin altercados; en el mismo día festejó el cumpleaños del emperador del Japón y habló en el almuerzo de los peronistas alternativos que se reúnen en el primer piso del restorán Lola. En la fiesta de la Embajada del Japón se juntó a los abrazos nada menos que con Fernando de la Rúa, Patricia Bullrich y Ricardo López Murphy (quien se mantuvo lejos de su adversario en la miniinterna de Recrear, el diputado Esteban Bullrich), y unos pocos peronistas, el más notable, el ex senador y hoy auditor, Oscar Lamberto. Los ex aliancistas miraron con melancolía cómo algunos países (un imperio en este caso) resuelven sus cuitas de sucesión. El principal problema del cumpleaños es el estrés que le produce la ausencia de nietos varones en un país en donde la ley le prohíbe que haya una emperatriz. «Claro -comentó uno de esos ex ministros-, allá no tiene a Duhalde; acá apenas tenemos al 'Japonés' García». Mascullando estas envidias, algunos de los presentes, mordiendo el freno y tratando de olvidar penas del pasado, fueron esa noche al bar debajo de la tribuna San Martín de River Plate, el jueves: Enrique Nosiglia, Marcelo Stubrin (boquenses), Jesús Rodríguez (San Lorenzo), José María García Arecha (Racing), a una cena para despedir el año que juntó a más 800 militantes. Una rareza y una señal, porque la UCR no tiene hoy ningún representante en la Legislatura local de la Ciudad que le dio tres presidentes al país (Yrigoyen, Alvear y De la Rúa).

Cavallo, que no es de ese palo aunque sirvió a ese Gobierno radical, se tuvo que conformar con la invitación, como orador principal, a la peña del peronismo disidente que se reúne todos los martes en el primer piso del restorán Lola. Con el mismo énfasis y seguridad con los cuales hace unos años prometía resolver todos los problemas de la Argentina, el ex ministro vaticinó atrocidades, como que antes de octubre próximo puede estallar en la Argentina una hiperinflación. Casi nada. Su presencia dividió a estos peronistas que repudiaron la presencia de Cavallo en Lola; algunos de los habitués montaron rancho aparte en La Biela, a pocos metros -allí estaba Ginés González García, embajador en Chile, pero amigo de los alternativos Ikonicoff y Daniel Basile-. Cavallo justificó el pronóstico en que el Gobierno intenta una copia del keynesianismo de los años 30, pero en un país en donde el público no confía en su moneda. El kirchnerismo, sancionó, va a ser víctima de la corrida al dólar, de la salida de capitales y de la inflación reprimida. «Eso sólo puede terminar mal». Aconsejó lo que están haciendo Estados Unidos y Japón, que es bajar impuestos y emitir menos. Contó que había conversado sobre la crisis en Estados Unidos con Larry Summers y Paul Volcker, y éstos habían puesto la clave de la salida a la crisis en ese país en la confianza del público que, dijo, «busca refugio en su país, no afuera». Contó también que había estado en China, invitado con un grupo de notables por el Gobierno de Hu Jintao a proponer soluciones. Los chinos, dijo, están dispuestos a usar sus reservas, que son incalculables, para auxiliar a las economías en crisis en todo el mundo. Pero, advirtió, piden como contrapartida que les abran las barreras comerciales para que entren sus productos en todos los mercados. Casi una invitación a que se sucedan otras crisis. Otras frases que dijo el ex ministro, que asustaron a los presentes: «Están dadas las condiciones para que en poco tiempo haya un rodrigazo como el de 1975»; «Si hubiera nuevamente un 20 de diciembre de 2001, el nuevo gobierno, o Cobos, enfrentaría grupos violentos, desatados»; «Por eso es mejor que sigan los K hasta 2011, y que sean ellos los que manejen el proceso de estanflación».

El tono lúgubre de estos anuncios mitigó la alegría que había en Lola por un arranque bien pintoresco, con el embajador Jorge Hugo Herrera Vegas llegando al restorán en una potente moto Honda, vestido con traje gris con rayas de tiza pero con casco de carrera y botas de motoquero. Resabios de su juventud hippie, dijo una que dice conocerlo bien, ya que conquistó a su mujer en París, recién recibido de abogado, también en moto, pero con una cabellera que le llegaba a los hombros. También muestra el espíritu sacrificado y adaptable de los diplomáticos, que pueden circular con escafandra en un día de 36 grados. Herrera Vegas dice que la única manera segura y puntual de movilizarse en la caótica ciudad es motorizado en dos ruedas. Lo festejó el público que quería escuchar a Cavallo, menor que el habitual, entre quienes hubo agregados nuevos, como el ex secretario Francisco Mayorga, y habituales, como Pascual Albanese, Héctor Maya, Jorge Raventos, Félix Borgonovo, Fernando Petrella (que aprovecha cuando no está en el CARI para comer bien, ya que en el organismo de la calle Uruguay se los obliga a la dieta Rodríguez Giavarini: esto es, un yogur amargo), Andrés Cisneros, Rodolfo Barra, Jorge Pereyra de Olazábal (quien encantó contando sus diálogos con Moria Casán en una fiesta de la farándula en la que los dos se reconocieron como hijos de militares y conservadores), Raúl Fiscalini, Teresa González Fernández, Abel Posse y Horacio Liendo (dos que llegaron tarde).

Guillermo Alchouron (ex diputado y ex titular de La Rural) protagonizó uno de los diálogos más divertidos del almuerzo. Fue cuando «Willy» se lamentó de la situación del campo en estos términos: «Para seguir con tambos o ganadería, hay que ser una de dos: o millonario o imbécil». Cavallo lo interrumpió: «¿Vos seguís?». Carcajada general. Se extrañaron algunas ausencias, como la del ex presidente Ramón Puerta. Explicaron sus delegados que preparaba la recepción de Alberto Rodríguez Saá en su casa de Apóstoles (Misiones). Fue un acto político en el cual los dos peronistas alternativos tomaron distancia del duhaldismo. «En la provincia de Buenos Aires hay plata (De Narváez), músculo (Duhalde), pero hace falta cerebro», dijo uno de ellos en la cena que ofreció Puerta al gobernador de San Luis. Este, que es un graduado en extravagancias -lo demuestra su casa en San Luis con esculturas hechas por él mismo con desechos de la industria metalmecánica-, se sorprendió cuando pidió usar el baño y advirtió que no tenía techo. «¿Pasó algo?», preguntó al regresar del servicio. «No, es una arquitectura que vi en un viaje a Kenia y la adapté a mi casa. Pero no te hagas problema, está asegurada la intimidad». El resto del encuentro fue trenza política y también musical: R. Saá llevó un grupo de guitarreros de San Luis, pero la gira no fue un paseo. Puerta le respondió con artillería gruesa, un grupo de guitarreros misioneros que protagonizaron una payada con los puntanos. Toda una audacia de estos músicos ante políticos.

Un tipo baja del ascensor y se encuentra con el portero en el hall de entrada del edificio y le confiesa un secreto.
-Manuel, ¿cómo anda? Sabe que el domingo fui al departamento de la viudita del 4º «C» y me dio vuelta; y el martes me encamé con la separada del 7º «A», es una víbora en la catrera, y esta noche tengo arreglado visitar a la pelirroja de la planta baja...
- ¡¡¡Eh, Don Carlos!!! -le responde el encargado- ¡¡¡Al final, entre usted y su esposa se están volteando a todo el edificio!!!

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