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Charlas de Quincho
Se acumulan los mentideros políticos, y de los otros, sobre el fin del año. Abundaron las despedidas con nostalgia, pero también quinchos con revelaciones se entremezclan ya con las campañas políticas. Contamos, para jerarquizar estos quinchos forzados porque llega el verano, cuál es el verdadero propósito del viaje de Cristina de Kirchner a Cuba y cómo opera la mirada de Estados Unidos en esa visita. También despejamos la incógnita sobre una candidatura de Néstor Kirchner al Congreso, contamos anécdotas cafieristas, encuentros de De la Rúa con ex ministros y reseñamos las profecías de Domingo Cavallo, quien dividió por un día al peronismo alternativo.
Mucho menos nervio hubo el jueves en El General, restorán temático del peronismo de la porteña avenida Belgrano, en el acto que organizó Antonio Cafiero para homenajear a Raúl Alfonsín por los 25 años de democracia, que resultó también en un autohomenaje. «Mi padre dice que Cafiero es el presidente que los argentinos se privaron de tener», dijo en representación del ex presidente -no asistió- Ricardo Alfonsín. Los asistentes, todos anotados en la peña de los jueves del ex senador, ovacionaron a Antonio, quien agradeció los esfuerzos de Jesús Rodríguez para que la familia de Alfonsín aceptase ese homenaje, lo cual reveló que hay un cerco en torno del ex presidente radical que le filtra información política, como este homenaje. Pese a la intención del encuentro, no había más radicales que «Ricardito»; el resto, los habituales amigos de Antonio (Eduardo Valdés, Guillermo Piuma, Fernando Galmarini, Alicia Pierini, Duilio Brunello, Moisés Ikonicoff, el abogado Joaquín Da Rocha, Alieto Guadagni, Rafael Delpech, etc.), se entregaron a efectividades más conducentes. Por ejemplo, ¿hasta dónde golpeará al actual Gobierno el caso Siemens? Logró que la firma deslindase responsabilidades desde 2003. ¿Hablarán del caso quienes estuvieron en aquel Gobierno de Menem y están hoy en el gobierno Kirchner sobre lo que vieron y no vieron? Los asistentes al almuerzo se distrajeron con leyendas como la que dice que hubo dos funcionarios de entonces que renunciaron a sus cargos «porque vieron cosas» (frase que usó Carlos Reutemann para una de sus habituales renuncias a candidaturas). Uno de ellos ha sido ministro de Justicia y es embajador, pero fue viceministro del Interior antes de 1999; el otro es actualmente auditor de la Nación designado por el actual Gobierno. Los dos -se dijo- renunciaron a sus cargos porque rechazaban los términos del contrato con Siemens para la confección de los DNI.
También hubo historias, aunque menos cruentas. Como la que contó Brunello, un memorioso que fue de todo en el peronismo, especialmente cuando traficaba entre José Gelbard y el resto del movimiento entre 1973 y 1976 o cuando sufrió una de las prisiones más largas bajo el régimen militar. Contó que cuando murió Juan Perón, Isabelita entró en depresión no sólo por el dueño, sino también porque creía haber perdido el rol de unidad que le había intentado dejar su esposo. «El símbolo de unidad es ahora Balbín», se quejaba. El jefe radical se enteró y fue a ver a la presidenta de entonces para decirle que durante 40 días desaparecería de la escena pública para que ella recuperase legitimidad. «Y cumplió», recordó Brunello, sin que nadie entendiese bien cuál era el mérito. La anécdota parece un epítome del cafierismo: Cafiero acordó reformas con Alfonsín que le costaron perder la interna presidencial con Menem y que lo llevaron a cataclismos políticos como su derrota ante Carlos Ruckauf en la interna del 99 para la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Cafiero venía emocionado de Roma, donde su hijo asumió como embajador. Reflexionó que los Cafiero son la segunda familia argentina -después de los Estrada- en la cual padre e hijo fueron como embajadores al Vaticano. «Con la diferencia de que los Estrada eran familia patricia y los Cafiero eran hijos y nietos de comerciantes», rió. También se recordó en la cabecera a otro personaje descendiente de antiguas prosapias argentinas, nada menos que de Juan Manuel de Rosas. Abel Fleitas Ortiz de Rosas, ex funcionario de Cafiero en la gobernación de Buenos Aires, y quien falleció hace un mes, cuando era titular de la Oficina Anticorrupción, cargo hasta ahora vacante, no porque al Gobierno le cueste conseguir candidato, sino porque seguramente no quiere equivocarse en la elección. Este Ortiz de Rosas, en razón de esa descendencia (que comparte con la embajadora Alicia Castro), consiguió que sus restos reposen junto al Restaurador en la bóveda de la Recoleta.
Cafiero no dejó de hacer política al relatar esta viñeta de sus relaciones con Alfonsín: en la crisis de Semana Santa le escuchó decir al carapintada: «Estos no quieren pelear». Cafiero le replicó: «Tenga cuidado, teniente coronel, porque el pueblo está rodeando el cuartel y hay una vocación irrenunciable de defender la democracia», a lo que Rico respondió: «A mí qué me importa el pueblo». «Y ahora resulta -remató el ex senador- que quiere que el pueblo lo elija intendente de San Miguel». La rareza final la aportó el propio Cafiero al contar que tiene peñas políticas los jueves al mediodía desde hace medio siglo, y mostró una carta de Juan Perón fechada en enero de 1964, que dice: «El Dr. Cafiero me ha informado de la existencia de esas reuniones de amigos en la mesa de los jueves y deseo hacerles llegar por su intermedio mi más afectuoso saludo y mis mejores deseos para el año que se inicia». ¿No le traerán mala suerte los almuerzos a Cafiero?
También se comentó con preocupación las consecuencias de la falta de transparencia con que arrancó el Consejo de la Magistratura de Santa Fe bajo la administración de Hermes Binner. Los resultados de los concursos para proveer cargos en la Justicia provincial han recibido reproches de abogados y también de la familia judicial por el modo como se asignaron puntajes. Hay magistrados de trayectoria y antecedentes que han merecido calificaciones más bajas que postulantes sin experiencia judicial, una señal de que desde la administración se buscaría construir una Justicia adicta. Para colmo, el sector oficialista de la Legislatura maneja el quórum de la Asamblea de manera de que, merced al fracaso de dos sesiones, queden instaurados por «sanción ficta» -una institución polémica que se censuró en la Constitucional nacional cuando se debatió la reforma en la propia Santa fe en 1994- los candidatos cuestionados por esa falta de transparencia.
«Está todo Mau Mau», dijo uno de los invitados a la fiesta en el Bajo de San Isidro, donde cantó Álvaro Cañada con la Soul Band y Willy Lorenzo, el director musical de las producciones de Chris Morena. Entre los sobrevivientes de los 70 estaba Aquiles Roggero, que de hacer rock (Pintura Fresca) pasó al tango (grabó un CD con su hermano Luis Roggero, primer violín concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional). No faltaron empresarios como el petrolero Mario Segura o Jorge Pérez Esquivel. Entre los deportistas, dio el presente Alberto Larrea, que compitió en yachting en Pekín. Antes de que la música invadiera todo, se comentaban las presiones que tiene hoy el negocio petrolero por las demandas salariales cuando el barril de crudo vale menos de 40 dólares. También surgieron las anécdotas de Guillermo Moreno. Uno de los que más trata al secretario de Comercio, porque su empresa está entre las controladas, contaba cómo hostiga a la gente que no quiere. Al jefe de Gabinete, Sergio Massa, por caso, cuando se lo cruza en la Rosada, le hace la misma pregunta que le hacía al ex ministro de Economía Martín Lousteau: «Nene, ¿tomaste el Vascolet?» A la ministra de Producción, Débora Giorgi, nunca la nombra. Se refiere a ella como «la mina». Luego vino la música de los 60, 70 y 80 con el disc jockey de Mau Mau cuando se iba a bailar a las diez de la noche.
Y Cavallo -corrido por escraches en Santa Fe y Córdoba- tuvo su supermartes sin altercados; en el mismo día festejó el cumpleaños del emperador del Japón y habló en el almuerzo de los peronistas alternativos que se reúnen en el primer piso del restorán Lola. En la fiesta de la Embajada del Japón se juntó a los abrazos nada menos que con Fernando de la Rúa, Patricia Bullrich y Ricardo López Murphy (quien se mantuvo lejos de su adversario en la miniinterna de Recrear, el diputado Esteban Bullrich), y unos pocos peronistas, el más notable, el ex senador y hoy auditor, Oscar Lamberto. Los ex aliancistas miraron con melancolía cómo algunos países (un imperio en este caso) resuelven sus cuitas de sucesión. El principal problema del cumpleaños es el estrés que le produce la ausencia de nietos varones en un país en donde la ley le prohíbe que haya una emperatriz. «Claro -comentó uno de esos ex ministros-, allá no tiene a Duhalde; acá apenas tenemos al 'Japonés' García». Mascullando estas envidias, algunos de los presentes, mordiendo el freno y tratando de olvidar penas del pasado, fueron esa noche al bar debajo de la tribuna San Martín de River Plate, el jueves: Enrique Nosiglia, Marcelo Stubrin (boquenses), Jesús Rodríguez (San Lorenzo), José María García Arecha (Racing), a una cena para despedir el año que juntó a más 800 militantes. Una rareza y una señal, porque la UCR no tiene hoy ningún representante en la Legislatura local de la Ciudad que le dio tres presidentes al país (Yrigoyen, Alvear y De la Rúa).
Cavallo, que no es de ese palo aunque sirvió a ese Gobierno radical, se tuvo que conformar con la invitación, como orador principal, a la peña del peronismo disidente que se reúne todos los martes en el primer piso del restorán Lola. Con el mismo énfasis y seguridad con los cuales hace unos años prometía resolver todos los problemas de la Argentina, el ex ministro vaticinó atrocidades, como que antes de octubre próximo puede estallar en la Argentina una hiperinflación. Casi nada. Su presencia dividió a estos peronistas que repudiaron la presencia de Cavallo en Lola; algunos de los habitués montaron rancho aparte en La Biela, a pocos metros -allí estaba Ginés González García, embajador en Chile, pero amigo de los alternativos Ikonicoff y Daniel Basile-. Cavallo justificó el pronóstico en que el Gobierno intenta una copia del keynesianismo de los años 30, pero en un país en donde el público no confía en su moneda. El kirchnerismo, sancionó, va a ser víctima de la corrida al dólar, de la salida de capitales y de la inflación reprimida. «Eso sólo puede terminar mal». Aconsejó lo que están haciendo Estados Unidos y Japón, que es bajar impuestos y emitir menos. Contó que había conversado sobre la crisis en Estados Unidos con Larry Summers y Paul Volcker, y éstos habían puesto la clave de la salida a la crisis en ese país en la confianza del público que, dijo, «busca refugio en su país, no afuera». Contó también que había estado en China, invitado con un grupo de notables por el Gobierno de Hu Jintao a proponer soluciones. Los chinos, dijo, están dispuestos a usar sus reservas, que son incalculables, para auxiliar a las economías en crisis en todo el mundo. Pero, advirtió, piden como contrapartida que les abran las barreras comerciales para que entren sus productos en todos los mercados. Casi una invitación a que se sucedan otras crisis. Otras frases que dijo el ex ministro, que asustaron a los presentes: «Están dadas las condiciones para que en poco tiempo haya un rodrigazo como el de 1975»; «Si hubiera nuevamente un 20 de diciembre de 2001, el nuevo gobierno, o Cobos, enfrentaría grupos violentos, desatados»; «Por eso es mejor que sigan los K hasta 2011, y que sean ellos los que manejen el proceso de estanflación».
El tono lúgubre de estos anuncios mitigó la alegría que había en Lola por un arranque bien pintoresco, con el embajador Jorge Hugo Herrera Vegas llegando al restorán en una potente moto Honda, vestido con traje gris con rayas de tiza pero con casco de carrera y botas de motoquero. Resabios de su juventud hippie, dijo una que dice conocerlo bien, ya que conquistó a su mujer en París, recién recibido de abogado, también en moto, pero con una cabellera que le llegaba a los hombros. También muestra el espíritu sacrificado y adaptable de los diplomáticos, que pueden circular con escafandra en un día de 36 grados. Herrera Vegas dice que la única manera segura y puntual de movilizarse en la caótica ciudad es motorizado en dos ruedas. Lo festejó el público que quería escuchar a Cavallo, menor que el habitual, entre quienes hubo agregados nuevos, como el ex secretario Francisco Mayorga, y habituales, como Pascual Albanese, Héctor Maya, Jorge Raventos, Félix Borgonovo, Fernando Petrella (que aprovecha cuando no está en el CARI para comer bien, ya que en el organismo de la calle Uruguay se los obliga a la dieta Rodríguez Giavarini: esto es, un yogur amargo), Andrés Cisneros, Rodolfo Barra, Jorge Pereyra de Olazábal (quien encantó contando sus diálogos con Moria Casán en una fiesta de la farándula en la que los dos se reconocieron como hijos de militares y conservadores), Raúl Fiscalini, Teresa González Fernández, Abel Posse y Horacio Liendo (dos que llegaron tarde).
Guillermo Alchouron (ex diputado y ex titular de La Rural) protagonizó uno de los diálogos más divertidos del almuerzo. Fue cuando «Willy» se lamentó de la situación del campo en estos términos: «Para seguir con tambos o ganadería, hay que ser una de dos: o millonario o imbécil». Cavallo lo interrumpió: «¿Vos seguís?». Carcajada general. Se extrañaron algunas ausencias, como la del ex presidente Ramón Puerta. Explicaron sus delegados que preparaba la recepción de Alberto Rodríguez Saá en su casa de Apóstoles (Misiones). Fue un acto político en el cual los dos peronistas alternativos tomaron distancia del duhaldismo. «En la provincia de Buenos Aires hay plata (De Narváez), músculo (Duhalde), pero hace falta cerebro», dijo uno de ellos en la cena que ofreció Puerta al gobernador de San Luis. Este, que es un graduado en extravagancias -lo demuestra su casa en San Luis con esculturas hechas por él mismo con desechos de la industria metalmecánica-, se sorprendió cuando pidió usar el baño y advirtió que no tenía techo. «¿Pasó algo?», preguntó al regresar del servicio. «No, es una arquitectura que vi en un viaje a Kenia y la adapté a mi casa. Pero no te hagas problema, está asegurada la intimidad». El resto del encuentro fue trenza política y también musical: R. Saá llevó un grupo de guitarreros de San Luis, pero la gira no fue un paseo. Puerta le respondió con artillería gruesa, un grupo de guitarreros misioneros que protagonizaron una payada con los puntanos. Toda una audacia de estos músicos ante políticos.
Un tipo baja del ascensor y se encuentra con el portero en el hall de entrada del edificio y le confiesa un secreto.
-Manuel, ¿cómo anda? Sabe que el domingo fui al departamento de la viudita del 4º «C» y me dio vuelta; y el martes me encamé con la separada del 7º «A», es una víbora en la catrera, y esta noche tengo arreglado visitar a la pelirroja de la planta baja...
- ¡¡¡Eh, Don Carlos!!! -le responde el encargado- ¡¡¡Al final, entre usted y su esposa se están volteando a todo el edificio!!!
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