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Club de París: Alemania y Japón exigen que el FMI intervenga en el acuerdo

El ministro de Economía, Axel Kicillof, ayer explicó los primeros pasos que se dieron en Francia con el Club de París. Antes habló con Cristina de Kirchner sobre el posible acuerdo y recibió instrucciones.
El caso argentino está especialmente pedido por las autoridades del Club de París para la reunión mensual de hoy. Estos encuentros están pactados de antemano para que los representantes de los Estados acreedores miembros del club se reúnan y traten casos como el otorgamiento de nuevos préstamos a países que los requieran, la revisión de planes de pagos ya acordados o, como es la situación de la Argentina, pedir la reestructuración de una deuda caída en default. Para esto, los representantes de los países miembros se encuentran en el salón principal del edificio que el Tesoro de Francia le otorga al organismo, escuchan lo que las autoridades tienen para decir (en este caso el presidente Ramón Fernández) y luego dan su visión sobre lo expuesto.
En este punto surgirá la primera dificultad seria para las intenciones políticas primarias del Gobierno de Cristina de Kirchner. Al menos dos países clave en la negociación, Alemania y Japón, no aceptarán que no intervenga el FMI en las negociaciones con la Argentina. Ninguno de los dos Estados concibe un acuerdo con el Club de París sin que el organismo que maneja Christine Lagarde lo rubrique. Para peor, se trata de los dos Estados a los que la Argentina más dinero les debe, con deudas que provienen incluso desde antes de 1983 y que periódicamente fueron renegociadas. En la misma posición se manifestarán, según fuentes de la Unión Europea con las que habló este diario, países como Holanda, Gran Bretaña y Bélgica, Estados a los que, en menor grado que Alemania y Japón, se les debe dinero. Algo más flexibles estarían España, Estados Unidos y Francia (especialmente este último); pero como las decisiones del Club de París deben tomarse por consenso (traducción = unanimidad), sólo con un cambio radical en la posición de Alemania y Japón podría evitarse la intervención del FMI. A estos países se les deben u$s 2.700 millones de deuda original. En el caso japonés, se trata de todo el dinero que en algún momento el Eximbank prestó en los años de Raúl Alfonsín y Carlos Saúl Menem y que, en su mayoría, nunca se le pagó un centavo.
Se sabe que Alemania y Japón son Estados tradicionalmente conservadores en cuanto al cumplimiento de las normas escritas. Precisamente en la carta orgánica del Club de París figura esta leyenda como condición indispensable para discutir nuevos créditos o renegociar deudas caídas en default: "La elegibilidad para los diferentes términos se determina caso por caso por los acreedores del Club de París, teniendo especialmente en cuenta la ejecución de los compromisos del país deudor a los acreedores del Club de París y el FMI". Esto implica que es importante tanto la situación la Argentina con el organismo como con el Fondo y la relación que ambas partes mantengan (hoy nula).
Por otro lado, al explicar el Club de París sus "principios y compromisos" para considerar los casos de cada país, aclara que "el deudor debe tener un programa en curso con el FMI" y que "el nivel de tratamiento de la deuda se basa en la necesidad de financiación identificada en el programa del FMI". Más adelante insiste en que para otorgar préstamos o renegociar deudas se tiene en cuenta "el período durante el cual el acuerdo con el FMI muestra una necesidad de financiación".
El FMI intervendrá desde el primer momento de las negociaciones en su calidad de "representante de una institución internacional", con el mismo estatus que, por ejemplo, el Banco Mundial o la OCDE. Esta intervención directa incluye la reunión de hoy.
Esto sucede porque el organismo financiero es invitado permanente a todas los encuentros del Club de París, pero sin poder votar (sólo lo hacen los 19 miembros) ni participar de las negociaciones ni firmar el acuerdo final. Sí puede responder a preguntas si alguno de los integrantes del directorio lo pide para poder conocer su opinión, cuestión que en general se reclama cuando hay que conocer la situación económica de algún país o la marcha de los acuerdos que mantenga el país en observación con el Fondo. En el caso argentino la situación es más compleja.
El kirchnerismo mantiene cerrada la puerta con el FMI desde 2006, y no hay programas básicos activados entre las partes. Sin embargo, se mantiene como socio y, si todo sale como Axel Kicillof y su gente esperan, para septiembre se le levantará la "moción de censura" que se le sostiene por el dibujo técnico que Guillermo Moreno mantenía sobre la inflación.
Lo que tienen en mente las partes es que ante la inevitabilidad de la presencia del FMI en un acuerdo, ésta sea en su mínima expresión. Esto es, sólo bajo las condicionalidades de revisión de las cuentas nacionales previstas en el artículo IV de la carta orgánica del Fondo, donde sólo hay un aval a las cuentas nacionales de un Estado.
Lo que desde el Club de París no se le pediría a la Argentina para un acuerdo final es que haya un programa económico "recomendado y fiscalizado" por el Fondo al estilo de los que se negociaron y aplicaron hasta 2004. El Gobierno salvaría así la máxima, explicitada ayer por el propio Kicillof, de "no aceptar condicionamientos" por parte del organismo financiero internacional; pero también se cumpliría el pedido irreductible de algunos acreedores (Alemania y Japón) de incluir sí o sí al FMI en un acuerdo final.
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