6 de abril 2016 - 00:00

De la última cena a la fantasía de heredero K

"Soy evitista... de Evita". A Lázaro Báez le gusta repetir esa definición política. Pero, en el micromundo de los ismos kirchneristas, Báez fue siempre nestorista. Néstor Kirchner, con quien se conoció de jóven en Río Gallegos, fue el nudo primordial del empresario detenido con el mundo K.

La relación no estaba mediada por operadores ni funcionario. Cada vez que Kirchner planeaba instalarse unos días en el sur, Báez suspendía todos sus compromisos para estar a disposición. "Se dedicaba full time a Néstor", recuerdan a su lado.

Un episodio refleja el nivel de cercanía. La noche del 26 de octubre de 2010, Báez y su esposa Norma estuvieron en la última cena de Néstor. La presencia del matrimonio Báez en la residencia de los Kirchner en El Calafate era habitual y expresaba un vínculo que enlazaba una amistad de años, empatía política y negocios.

La madrugada de la muerte de Kirchner, Báez perdió el principal nexo con los Kirchner. Para entonces, silvestre y áspero, y montado a la fantasía de emular a Néstor y convertirse en gobernador de Santa Cruz, Báez se había enemistado con casi todo el entorno kirchnerista: de Julio De Vido a Rudy Ulloa; de Carlos Zannini a Ricardo Echegaray que unos días atrás se convirtió al anticipar que Báez "terminará preso".

No chocó de modo frontal con Cristina de Kirchner pero sobreactuó, desafiante, ciertos gestos de autonomía como respaldar y patrocinar a Daniel Peralta cuando la relación entre el exgobernador y Cristina estaba envenedada. El año pasado, ante el duelo entre Peralta y Alicia Kirchner por la gobernación, habló como si fuese un intérprete del expresidente ausente: "Néstor hubiese decidido que siga Peralta", le dijo a su gente.

En el micromundo de la interna de pueblo, la tirria viene de lejos: los top como Zannini eran de la agrupación "Los Muchachos Peronistas" (que en la biblia kirchnerista es la génesis de la travesía K hacia el poder), Báez frecuentaba el ateneo Eva Perón.

Y, a diferencia de los demás, jamás abandonó Santa Cruz ni estableció relaciones y acuerdos políticos fuera de la provincia. Báez se veía a sí mismo como una especie de "benefactor" que daba empleo a 7.000 santacruceños, financiaba la construcción de universidades, escuelas y hasta iglesias, y aportaba para que un club local como Boca Juniors de Río Gallegos trate de entrar en la grilla grande del fútbol argentino.

Con obras en toda la provincia, recorría los distritos y las regiones como un gobernador bis. En 2011 trató de dar el salto y empezó a pulsear para convertirse en candidato a gobernador. Sin Néstor como protector y ya como blanco móvil de denuncias judiciales, Cristina de Kirchner bendijo a Peralta y bajó del ring a Báez. Sponsoreó, luego, a Daniel Alvarez, exsecretario de Néstor, como intendente de Río Gallegos y tampoco llegó.

Meses antes, Báez había mandado a construir un mausoleo para homenajear a Kirchner. Decía cumplir una promesa hecha al expresidente: construir una cripta para la familia. Ayer el ancho mundo del FpV, no tuvo palabras para el detenido.

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