27 de septiembre 2010 - 01:15

DEUDA POR AHORA NO, PERO ¿SÍ EN FEBRERO?

Rubén Rabanal - Enviado especial a EE.UU.
Rubén Rabanal - Enviado especial a EE.UU.
Nueva York - Festejó el Gobierno el fin de semana en Nueva York que inversores en Wall Street le ofrecieran fondos a tasa de un dígito. La celebración incluyó la decisión presidencial tomada el viernes de no aceptarles esa oferta, algo de lo que se regodea aún más el kirchnerismo en esta ciudad. Pero todo indica que a esa afirmación de Cristina de Kirchner le faltó una frase final: por ahora. La Casa Rosada sabe que en algún momento, quizás hacia enero, comenzará el proceso de colocación de deuda; definirlo es sólo una cuestión de «tiempismo». Otro festejo entonces con desafío a los mercados, aunque sólo por un rato.

Antes de que la emisión de deuda suceda, el kirchnerismo debe solucionar algunos problemas, de ahí el mutismo en definir la colocación. Por ejemplo, primero debe pasar por el Congreso el proyecto de Presupuesto nacional 2010. Allí incorporaron un artículo que crea el nuevo Fondo de Desendeudamiento por u$s 7.504 millones, que saldrán otra vez de las reservas del Banco Central. ¿Cómo explicar la necesidad de ese fondo si los mercados ofrecen plata ahora a tasas más razonables, como el 8,75%? ¿Cómo hablar de emisiones cuando aún no hay solución para el Club de París y los bonistas en default siguen golpeando las puertas del Capitolio en Washington y de la oficina del juez Thomas Griesa?

No es tiempo, entonces, de hablar de nuevos bonos. Tampoco lo es por el estado de la negociación para cancelar la deuda con el Club de París. El tema, aunque no se lo reconozca, estuvo en las conversaciones de Amado Boudou y Hernán Lorenzino del jueves pasado con los 35 inversores en la sede del Deutsche Bank que adelantó este diario. Hoy también estará presente en la reunión de Cristina de Kirchner en la Bolsa de Nueva York y en la charla en privado que mantendrá con empresarios y que le organizó a la Presidente su amiga Susan Segal, del Council of the Americas.

La idea del Gobierno es encauzar la negociación con el Club de París antes de hablar de una emisión de deuda. Para cancelar ese monto los Kirchner no quieren utilizar efectivo, ni tampoco emitir deuda. Es decir, esperan armar una arquitectura financiera para ese pago que no implique sacar los u$s 6.700 millones (según declara el Gobierno, aunque los acreedores sostienen que son u$s 7.900) del BCRA, pero tampoco utilizar nueva deuda. El Gobierno piensa más bien en armar un mix de cash del Tesoro con algo de reservas, aunque no lo definió finalmente en el Presupuesto.

Así, tras la votación, fallida o no, en el Congreso, un eventual DNU y la negociación con el Club de París, vendría la ofrecida colocación de deuda. El destino, otro muy lejano de esos avatares: financiar la extensa lista de obras que se anunciaron para el año próximo y que no tienen por ahora avales concretos en fondos del Tesoro.

Hubo otro festejo el fin de semana en Nueva York, esta vez lejos de la economía, pero también con final incierto. Se habla de un logro de la Presidente al anunciar la idea de juzgar a los acusados del atentado a la AMIA que Irán se niega a entregar en un tercer país. Pero al mismo tiempo se confirmó ayer aquí algo que la lógica sugería desde el viernes pasado: el Gobierno no tiene aún una cabal idea de cómo llevar adelante ese juicio.

Cristina de Kirchner salió para adelante de ese problema anunciando su intención, algo que de todas formas el fiscal Alberto Nisman había comenzado a discutir en febrero de este año sin obtener avances aún. Pero para solucionarlo hará falta una negociación política en la que Irán acepte entregar al reo, que es nada menos que el ministro de Defensa, general Ahmad Vahidi, coordinador, además, del programa de fabricación de armas en ese país.

El caso es muy distinto del antecedente del juicio al libio acusado por el atentado al Jumbo de Panam sobre Lockerbie: allí Muhamar Kaddafi aceptó derivar la jurisdicción a un tercer país por un crimen cometido a 10.000 metros de altura sobre Escocia, cuando además al libio ya le estaba pesando demasiado en sus relaciones internacionales mantener prófugo al acusado.

Claramente no es el caso de Irán. Y de hecho, a parte del Gobierno el anuncio le causó sorpresa, al punto que muchos aseguran que el propio Héctor Timerman no estaba enterado antes de que Cristina de Kirchner ingresara para hablar ante la Asamblea de Naciones Unidas.

La negociación, entonces, sólo va a comenzar cuando exista certeza de que Irán está dispuesto a ceder en un pedido que cada hora que pasa se vuelve más imposible, inclusive al punto de complicar las relaciones más cercanas que la Argentina comenzará a tener con Irán en el G-77 + China, el grupo que desde el martes presidirá el país.

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