- ámbito
- Edición Impresa
Diálogos en Wall Street
Periodista: El dólar se desploma en caída vertical. El principal fondo de renta fija decide apostar en contra de los bonos del Tesoro. El Gobierno de Estados Unidos se salvó a último momento de tener que mandar 800 mil empleados públicos a sus hogares por el cierre forzado de sus oficinas. ¿Todo esto es cierto?
Gordon Gekko: Sí, claro. Es de público conocimiento.
P.: ¿Y cómo se entiende, entonces, la templanza de Wall Street? ¿Cómo es posible que tantas turbulencias no lo afecten, que no se resquebraje la confianza en la Bolsa?
G.G.: No es una situación desprovista de riesgos. No se olvide de mencionar al petróleo. La suba de su precio es el ingrediente más delicado de todos los que citó.
P.: ¿Por qué?
G.G.: Porque obliga a batallar en dos frentes opuestos a la vez. Es un shock inflacionario en términos de precios, pero es deflacionario para el nivel de actividad. Son dos amenazas que se activan con un mismo comando.
P.: La inflación es el fantasma que agita al dólar y a las materias primas. Y me imagino que también a Bill Gross y al fondo que maneja -el Pimco Total Return- ya que, después de liquidar toda su posición en bonos del Tesoro en marzo, ahora decidió apostar abiertamente en contra. Vendió en descubierto bonos del Tesoro por el 3% de los activos del fondo. ¿No debería preocupar a los inversores en acciones?
G.G.: En el corto plazo, a diferencia de lo que ocurre con la renta fija, la Bolsa puede parecer a cubierto de un problema inflacionario.
P.: Sin embargo, sabemos que, a la corta o a la larga, termina siendo muy perjudicial.
G.G.: De acuerdo. Pero, hoy por hoy, hay más sensibilidad que inflación verdadera.
P.: ¿Será posible, a esta altura, que la suba del petróleo y los alimentos no provoque un salto en la inflación?
G.G.: Estamos de vuelta en 2008. Hasta el Banco Central Europeo (BCE) nos lo recuerda cuando se apura por romper el fuego con la primera suba de tasas del G-7. Los índices de precios van a elevarse, pero no está claro hasta dónde sólo reflejarán un cambio de precios relativos (como en 2008) o si, en efecto, anticipan un alza sostenida de la inflación.
P.: En 2008 la inflación minorista trepó hasta el 5,6% en EE.UU.
G.G.: Pero la inflación tendencial apenas si se movió. Y la experiencia del apretón monetario no persistió mucho tiempo. Cuando cayó Lehman Brothers, todo el movimiento de precios giró de dirección. Llegamos a registrar en 2009 una «deflación» del 2%. Aunque la tendencia de fondo nunca mostró una caída generalizada de precios en la canasta del consumidor final.
P.: Cortesía del QE2.
G.G.: En gran medida, sí.
P.: El péndulo del petróleo hoy está más cerca de los u$s 147 de 2008 que del piso de u$s 30 que tocó en 2009.
G.G.: No hay dudas, y la inercia es alcista.
P.: Hora, pues, de salirle al cruce. ¿No es la lógica que guió al BCE? ¿Cree que la Fed debería sumarse?
G.G.: La pregunta del millón es qué tan sólida es la recuperación real. No fue la suba de tasas lo que resolvió el problema en 2008. Fue un problema mayor, de signo contrario: el desmoronamiento del sistema financiero. Yo diría que es un terreno delicado que hay que pisar con cuidado. Es un camino de cornisa, con barrancos a ambos lados.
P.: Y Wall Street piensa que lo recorrerá sin demasiados trastornos. El rally está ansioso en la gateras, vela las armas.
G.G.: Supone que la Fed no se acoplará a la estrategia del BCE.
P.: ¿Es razonable?
G.G.: Sí.
P.: ¿A pesar del debate que se esboza en las minutas de la reunión del mes pasado? ¿No cree que la debilidad del dólar y el empuje reciente de las materias primas deben haber torcido el eje de la discusión hacia una posición más cercana a los halcones?
G.G.: La Fed sabe que no pisa suelo firme. Pienso que preferirá dejar correr el tiempo hasta que se asiente y, en el ínterin, trabajar sobre las expectativas de inflación. Evitar que suelten el ancla.
P.: Con un discurso más duro.
G.G.: Endurecerá el discurso, no la acción. No se olvide que el petróleo es arma de doble filo. Y después de la gestión de Paul Volcker en la Fed (1979-1987) ha cortado muchas más veces por el lado del nivel de actividad que por la suba de la inflación.
P.: En es caso, tampoco el rally de la Bolsa la tendrá fácil.
G.G.: Eso pienso desde que comenzó la epidemia revolucionaria en los países árabes. A medida que el petróleo sube de precio, el rally de las acciones transita un camino de cornisa que no se cierra, pero se convierte en un desfiladero que se angosta peligrosamente. En definitiva, el rally apuesta a que lo catapultan los balances, el sólido pulso que todavía conservan los negocios. A su manera, confía en que podrá huir hacia adelante.
Dejá tu comentario