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Diálogos en Wall Street
Sorpresa, sorpresa: las Bolsas dejaron de subir. La mejor razón es el mero cansancio, pero hay noticias que conviene desgranar y qué mejor compañía que la de Gordon Gekko para examinar su trama con una voz autorizada.
Gordon Gekko: De vez en cuando toca.
P.: ¿Es culpa de China como se dice?
G.G.: Tiene excusas para elegir. Yo le prestaría más atención a cómo maneja Europa la reparación de su banca.
P.: China también tiene que hacer trabajo de plomería con sus bancos. ¿O me equivoco? Entre las noticias que vienen de Pekín, se destaca el fuerte aumento de los quebrantos crediticios que reconocieron las instituciones más grandes.
G.G.: En China rige aquello de ojos que no ven, corazón que no siente. Europa nos participa más de sus vicisitudes. De movida, antes de los anuncios del BCE, ya conocemos la carta de su titular, Mario Draghi, a los políticos solicitándoles que monten una línea de defensa -con recursos públicos suficientes- para que opere como reaseguro de estabilidad del sistema en el caso de que los bancos que precisen capital no tengan acceso a fondos frescos en el mercado voluntario.
P.: En China se dice que se avecina ya una oleada de defaults.
G.G.: La banca china está sacando a la luz del día los esqueletos que tenía guardados de hace algún tiempo en el ropero. Está tomando esas pérdidas en un momento en el que se pueden absorber sin trauma gracias a que las ganancias son muy superiores.
P.: ¿Vacía el ropero porque necesitará el espacio? Digamos como quien quita la ropa de verano porque prevé los suéteres y sobretodos del invierno...
G.G.: En principio, son tareas de limpieza. Proceden desde abril, alentadas por el celo de los reguladores. E involucran también un aumento de previsiones financiado por el alto volumen de las utilidades. Si los defaults ocurren, habrá un colchón de recursos disponible para absorber su impacto. No me parece mal.
P.: A menos que sobrevenga una avalancha de créditos incobrables.
G.G.: Si eso es lo que está por venir, no es una mala política tampoco. Los bancos chinos suelen cargar con una mochila pesada de malos créditos. Las autoridades están presionando para reformar el sistema y mejorar su regulación y supervisión, para poner bajo control el mercado financiero en las sombras y los vehículos de inversión que usan los gobiernos subnacionales para financiarse. El salto en los quebrantos puede reflejar simplemente una supervisión más exigente, y no un deterioro creciente de la cartera. Pero, como todo en China, no se puede estar seguro: la economía se desaceleró y la política monetaria es más pegajosa, de ahí los saltos esporádicos en las tasas de interés.
P.: Con todo, piensa que lo que hay que mirar es la situación europea.
G.G.: Lea la carta de Draghi y se dará cuenta. El BCE debutará aquí en su carácter flamante de supervisor unificado. Pero le recuerda al comisionado Almunia que los gobiernos deben hacer su parte, o se corre el riesgo de provocar un pánico.
P.: A confesión de parte, relevo de prueba.
G.G.: Éste es un tema que EE.UU. resolvió entre 2009 y 2010 con los fondos del TARP como telón de fondo. Una vez que la banca mostró los exámenes clínicos pudo conseguir recursos privados, se capitalizó a satisfacción y luego devolvió la asistencia del Tesoro. Una pinturita.
P.: Europa viene atrasado.
G.G.: Tremendamente. Hizo la plancha este año hasta las elecciones alemanas. Y ahora le da la luz verde. Pero la clave es lo que se ignora: cuál será el criterio de los gobiernos. No se sabe si trazarán una línea en la arena y forzarán a los acreedores subordinados de las entidades escasas de capital a participar de los quebrantos.
P.: ¿Cree que las Bolsas cayeron por esa razón?
G.G.: Las acciones europeas, sí. Pegó, lógicamente, en los bancos. Pero como no es un tema de resolución inminente no influyó demasiado en Wall Street.
P.: ¿Y qué me dice del informe de empleo? Si el mercado laboral no estaba muy firme en septiembre, menos lo estará ahora. ¿Hay que olvidarse del bendito "tapering" hasta el año próximo?
G.G.: Sí, pero eso no es novedad.
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