Periodista: No es tan común encontrarse con mujeres que toquen el contrabajo, y menos aún que además canten. ¿Cómo llegó a ese lugar?
Esperanza Spalding: Yo no sé qué no es común. Las definiciones muy cerradas, en la música, están desactualizadas y felizmente fueron perdiendo vigencia. Antes el jazz era más masculino en lo instrumental. Hoy día ya no sorprende una mujer tocando el piano o el contrabajo en el jazz ni en el rock. Mi primer instrumento fue el violín y lo toqué durante muchos años. Aunque, en realidad, el primero fue la voz. Siempre escuché música y traté de reproducirla. Cantar y tocar al mismo tiempo es algo espontáneo en mí. Puedo recordar melodías, armonías o escalas naturalmente y luego intentar reproducirlas de una manera más completa. Eso lleva práctica, mucha práctica. Estoy acostumbrada a identificar el sonido que quiero transmitir y busco la forma de interpretarlo; el resto es práctica. Tengo varios contrabajos de diferentes maderas, tamaños y nacionalidades. Cada uno tiene algo que lo identifica y hasta es diferente la presión sobre las cuerdas. Y otro recurso que sumé es el amplificador, aunque no siempre lo uso. Hace poco incorporé el bajo eléctrico, luego de probar en Montreal un bajo sin trastes que no suena tan eléctrico; me dí cuenta de que hay canciones que van mejor con ese bajo. Para cerrar su pregunta, diría que el estudio formal de la música se entrena en la constancia, la disciplina y el conocimiento de géneros y músicas populares de todo el mundo; y no importa si una es mujer u hombre.
P.: En ese sentido, ¿le gusta que la identifiquen como una artista de jazz?
E.S.: Justamente. El jazz de hoy es inevitablemente una música de fusión. Las nuevas generaciones, formadas con la posibilidad de esa universalidad que aporta el estudio, apuntan a la fusión. Antes estaba todo más compartimentado: el jazz, el soul, el pop. Y volvería a decirte que no me interesan las definiciones rígidas ni lo que los demás piensen sobre la música que yo hago. Claro que me considero música de jazz, pero sólo porque puedo hacerlo. Pero todos los géneros me gustan y querría lograr poder tocarlos todos.
P.: Usted ha tocado con artistas muy prestigiosos y es reconocida como una de las grandes contrabajistas del presente. ¿Qué siente frente a eso y qué diría que tiene que tener un bajista para lograrlo?
E.S.: Agradezco mucho ese aprecio que tienen sobre mí, pero creo que hay nuevas generaciones que van superando a las anteriores. Es inevitable y sería muy tonto no reconocerlo. En cuanto a la segunda parte de su pregunta, un bajista, un pianista y hasta un cantante, todos necesitan lo mismo: saber qué quieren tocar e intentarlo, saber donde buscar y llevarlo adelante.
P.: ¿Cómo será este nuevo concierto en Buenos Aires?
E.S.: Voy a presentar todo mi último disco, "Radio Music Society" -por el momento no estoy preparando nuevo material-, a partir de un concepto que busqué al hacerlo, que es un trabajo con la sonoridad. Podría decir que es un jazz "radiable". Igualmente, como siempre sucede, un concierto de jazz tiene mucho de improvisación, y así será también esta vez. Voy a tocar con los músicos que me acompañan habitualmente: el argentino Leo Genovese en teclados, Jef Lee Johnson en guitarra eléctrica, Lyndon Rochelle en batería, Chris Turner en coros, Tia Fuller en saxo alto, Renato Caranto en saxo tenor, Brian Landrus en saxos tenor y barítono, Jeff Galindo y Corey King en trombones y Leala Cyr e Igmar Thomas en trompetas.
P.: Ha venido ya un par de veces a la Argentina. ¿Qué relación ha generado con nuestro país después esas visitas?
E.S.: Latinoamérica, la Argentina y Buenos Aires me fascinan. Escucho tango desde hace años y en la escuela trabajé mucho con un músico argentino que me hizo escuchar folklore, conocí la chacarera. Ustedes tienen gente a la que amo. Su música, su poesía, su literatura. Realmente me gusta. Esta será la tercera vez que voy a tocar allí y me produce un gran placer: siempre he sentido que estaba frente a un público muy cálido e interesado por el jazz.
| Entrevista de Ricardo Salton |


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