28 de mayo 2009 - 01:04

El mundo a sus pies

Con un gol de Lionel Messi, Barcelona superó a Manchester 2 a 0 y se adjudicó la Champions. El argentino, en la galería de los grandes.

El mundo a sus pies
La inigualable retórica de Jorge Valdano describió como nadie, en sólo tres palabras, lo que vive un protagonista ante la inminencia de algo trascendental, en las puertas de un momento de ésos que pueden marcar un antes o un después en la vida de cualquier mortal. El miedo escénico. Esa sensación inconsciente, que puede llevar hasta la quietud total por el temor a, por ejemplo, ganar, lograr el objetivo. Cualquier muchachito de 21 años, en un estadio con 75.000 espectadores y con decenas de cámaras apuntándole, sentirían en su propia piel el miedo escénico. Salvo que se llame Lionel Messi.

Dentro de un equipo que no sólo dejó ya una marca en la historia, sino que ante cada acontecimiento le agrega un nuevo capítulo, «Lío» se ha transformado por momentos, en solista y otros, en segunda guitarra. Pero nunca fue, es, ni será un instrumento más de la orquesta de Guardiola; la incidencia está a la vista de todos los mortales viendo cualquier partido del Barça, pero si algún escéptico da lugar para alguna duda, se deberá rendir ante los números. Messi jugó en la Champions League 12 partidos, sólo estuvo ausente en uno de la campaña y marcó 9 goles, siendo el goleador de la Copa y transformándose en una postal de la historia de los catalanes el cabezazo ante Manchester en la noche romana.

«Algún día Lionel va a hacer un gol de cabeza. Y será un buen gol», semejante pronóstico pertenece ni más ni menos que a Pep Guardiola, hace poco más de tres meses, en una conferencia de prensa más, mostrando su capacidad de futurólogo.

«Lío» es el segundo argentino en quedar a la cabeza de los artilleros de la mítica copa continental, el anterior fue en 1958, Alfredo Di Stefano, paradójicamente jugando para el Real Madrid.

El gol de Samuel Eto'o en la primera mitad le daba ventaja a Barcelona, pero ni cerca estaba de cerrarse el partido. A los 24 del complemento ese enorme jugador que dice llamarse Xavi le puso un centro preciso para el cabezazo de Messi. 2 a 0. Champions, triplete para los catalanes que en el lapso de catorce días también consiguieron la Copa del Rey y la Liga española y una imagen conocida en todos los diarios del mundo. De esta manera Lionel se sacó una espina clavada desde 2006, cuando por una lesión muscular faltó a la final de Europa frente a Arsenal, que a pesar del título logrado, el argentino se sentía en deuda, probablemente con él mismo.

«Ésta es la victoria más importante de mi vida. Estoy feliz por mí, por mi familia y por mi país», dixit de goleador Champions. «La Pulga» para algunos, «Lío» para los amigos, Messi para el mundo. El 10 de Barcelona renueva de esta manera su candidatura de grande, pero de grande de verdad. Tomemos nota: tres ligas (2005, 06 y 09), dos Supercopas de España (05 y 06), una Copa del Rey (2009), dos Champions League (2006 y 09), un Mundial Sub-20, en Holanda 2005, y la Medalla de Oro olímpica en Pekín 2008.

Para los trofeos individuales ya casi no hay lugar en la vitrina, pero casi que no hay motivos para que la FIFA estire la deuda que tiene con el rosarino. El Balón de Oro que recibió el año pasado Cristiano Ronaldo no debería tener competidor serio en la versión 2009. Los títulos en el club alcanzan y sobran para sostener cualquier candidatura. Según Pelé, «sin dudas Messi merece el Balón de Oro»; para José Luis Rodríguez Zapatero, el premier español, fanático de Barcelona, «seguramente este año Messi ganará el Balón de Oro». Y podrían seguir las firmas. Como bajan los aplausos, como llegan los títulos y los festejos. Lionel no ha perdido nada de su humildad desde que la popularidad comenzó a golpear, se ha mantenido en su gesto inalterable a pesar de tener sólo 21 años y que a su alrededor todo, absolutamente todo, ya es diferente. Hoy está en la cima del mundo del fútbol, pero que nadie le hable de miedo escénico. Ahí donde está, se siente cómodo. Como si hubiese nacido para ser grande.

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