1 de julio 2010 - 00:00

El Papa renovó la Curia Romana para afrontar la crisis de los abusos

Benedicto XVI es asistido ayer por monseñor George Gaenswein, a su llegada a la plaza San Pedro para la audiencia semanal.
Benedicto XVI es asistido ayer por monseñor George Gaenswein, a su llegada a la plaza San Pedro para la audiencia semanal.
Ciudad del Vaticano - El papa Benedicto XVI renovó ayer la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, con una ola de nombramientos en cargos clave, entre ellos al cardenal a cargo de la importante Congregación para los Obispos, lo que significa también el desplazamiento de algunos de los más altos colaboradores de Juan Pablo II.

En el marco de la cultura hermética por naturaleza de la Santa Sede a la hora de hablar de las «internas» de palacio, los movimientos anunciados ayer deben ser leídos como un coletazo de la crisis por los casos de sacerdotes pederastas, evaluaban ayer vaticanistas de Roma.

El Papa aceptó la renuncia, por haber alcanzado la edad para jubilarse (75 años), del prefecto para la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el cardenal Giovanni Battista Re, quien ocupó ese importante cargo por diez años.

Joseph Ratzinger designó como nuevo prefecto al cardenal canadiense Marc Ouellet, de 66 años, actualmente primado de la Iglesia de su país.

Se trata de una designación importante ya que no sólo el purpurado es el encargado de seleccionar y proponer al Papa los candidatos a obispos de las numerosas diócesis del mundo, sino que tendrá que hacer frente a las renuncias presentadas en varios países tras los recientes escándalos por haber encubierto a varios sacerdotes pederastas.

El cardenal Ouellet estará a cargo también de la presidencia de la Comisión Pontificia para América Latina.

El nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos, una suerte de ministro del Interior, quien inició su carrera académica en la década del 70 en América Latina, como profesor de filosofía en el seminario de Bogotá, reconoció hace unas tres semanas «la gravedad» de los escándalos dentro de la Iglesia.

Aunque los altos dignatarios de la Santa Sede no lo admiten en público, religiosos y laicos más vinculados a Juan Pablo II o Benedicto XVI marcan las diferencias entre uno y otro papado y deslindan responsabilidades sobre los casos de abuso. Los ratzingeristas, por caso, resaltan que el actual pontífice de la Iglesia, cuando estaba a cargo de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante casi todo el papado de su predecesor, trató de sancionar y apartar a obispos acusados de pederastia o de ser tolerantes con ella, y se encontró con el bloqueo de Juan Pablo II. De hecho, la mayoría de los casos que salieron a la luz pública en los últimos meses son previos a abril de 2005, cuando Ratzinger fue electo Papa.

Oullet pareció aludir a ello cuando afirmó semanas atrás que se «deben corregir las consecuencias con sinceridad» y estima que «las purificaciones son necesarias», aunque consideró que los ataques contra la Iglesia provienen tanto «del interior y del exterior» con el objetivo de dividirla.

Con su nombramiento, Benedicto XVI, elegido Papa en 2005, renovó siete de las nuevas congregaciones o ministerios de la Curia Romana.

Agencias AFP y ANSA

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