15 de febrero 2011 - 00:00

El régimen militar egipcio no acepta reclamos ni huelgas

Un hombre es sacado de la plaza Tahrir luego de una pelea con policías que estaban protestando por demandas salariales y en disgusto porque se los responsabiliza de la represión que antecedió a la caída del régimen de Hosni Mubarak.
Un hombre es sacado de la plaza Tahrir luego de una pelea con policías que estaban protestando por demandas salariales y en disgusto porque se los responsabiliza de la represión que antecedió a la caída del régimen de Hosni Mubarak.
El Cairo - Los militares que tomaron el poder en Egipto desalojaron a decenas de manifestantes que permanecían en la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro del histórico movimiento que derrocó a Hosni Mubarak. Además, el régimen militar dio un primer aviso a quienes participan de huelgas de que «ponen en peligro» la seguridad del país.

En un comunicado del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, leído por un portavoz en la televisión estatal, se advirtió que las protestas «ponen en peligro» la seguridad del país, hacen daño a la economía e impiden a la gente seguir con su rutina diaria.

«En esta fase crítica» el pueblo y el Ejército tienen que estar juntos para que los «elementos irresponsables» de la sociedad no se aprovechen de la situación, agregó el comunicado. El Consejo militar prometió también poner en práctica todas las exigencias «legítimas» de los ciudadanos.

Algunos activistas insistían en quedarse en Tahrir, resueltos a lograr que se cumplan sus demandas de un sistema democrático, libre y civil. «Nos queda media hora, estamos rodeados por la Policía militar», afirmó el manifestante Yahya Saqr antes de dejar el lugar.

Los líderes de la protesta afirman que los egipcios se manifestarán de nuevo si sus demandas de un cambio radical no se cumplen. Incluso el viernes ya tienen prevista una enorme «marcha de la victoria» a fin de celebrar el «éxito» de la revolución, lo que amenaza con un nuevo foco de tensión.

Tras suspender la Constitución y disolver el Parlamento el domingo -medidas bien recibidas por quienes veían a ambas entidades como instrumentos en manos de los Mubarak-, el Consejo no dio señales de levantar el estado de excepción que rige desde 1981, lo que fue reclamado anoche por Estados Unidos. «Este es un proceso de egipcios que debe ser dirigido y definido por el pueblo egipcio.

Una de las demandas que hemos apoyado durante mucho tiempo es levantar el decreto de emergencia», dijo Hillary Clinton en una entrevista con el canal de televisión Al Yazira.

Clinton rehusó dar un plazo para el levantamiento de dicha norma, y dijo que Estados Unidos y otros países sólo pueden dar «apoyo a los egipcios», pero no pretender saber más que ellos.

«El momento es muy difícil para los militares egipcios», expresó Clinton en otra declaración, y agregó: «Las medidas que han tomado hasta ahora son alentadoras, pero aún queda mucho por hacer».

La relación de los generales egipcios con el Gobierno norteamericano parece no haber sufrido fisuras con la crisis, por lo que la demanda de la Casa Blanca promete llegar a buenos oídos.

Los manifestantes civiles también exigen la inmediata liberación de presos políticos, el levantamiento del estado de emergencia y el cierre de tribunales militares.

En línea con la atención de reclamos, el Consejo adelantó que un comité especial será el encargado de llevar a cabo la ansiada reforma de la Constitución -la actual beneficia a Mubarak-, enmiendas que en dos meses serán sometidas a un referendo popular, revelaron miembros de la oposición.

Para delinear la reforma fue designado el juez jubilado Tareq al Bishry, con el cargo de jefe de la comisión específica.

Al Bishry, respetado por sus colegas por su postura imparcial, siempre sostuvo la independencia de la Justicia, aun cuando en 30 años de régimen de Hosni Mubarak la labor judicial sufrió interferencias políticas constantes.

Entre varias protestas, cientos de empleados reclamaron ayer en el exterior de una sucursal del Banco de Alejandría, en el centro de El Cairo, y pidieron la renuncia de sus jefes gritando: «Váyanse», en una imitación del eslogan anti-Mubarak.

Protestas y paros se han producido en instituciones públicas en todo el país, incluida la Bolsa de Valores, empresas metalúrgicas y textiles, medios de comunicación, el servicio postal, ferrocarriles, y en los ministerios de Cultura y de Salud. En el caso de los policías, a sus reclamos suman su reacción por haber sido apuntados como responsables de la represión desatada por Mubarak antes de su caída.

Aunque el Ejército se presentó como neutral durante las casi tres semanas que duró al protesta anti-Mubarak, organizaciones de derechos humanos denunciaron detenciones ilegales, torturas y desapariciones a manos de militares.

Por lo general, los egipcios respetan a sus FF.AA., un gigante de 470.000 miembros y receptor de u$s 1.300 millones anuales de Estados Unidos.

Agencias Reuters, DPA, EFE, AFP y ANSA

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