1 de noviembre 2023 - 00:00

El riesgo de convocar a fantasmas del fraude

La Justicia Electoral apuntó que las "invocaciones de fraude sin fundamento que en estos días desinforman a la opinión pública y socavan a la democracia".

La Justicia Electoral desestimó las denuncias de fraude. 

La Justicia Electoral desestimó las denuncias de fraude. 

En las elecciones de 2019, cuando Mauricio Macri era presidente y cayó derrotado en su intento reeleccionista, Juntos por el Cambio agitó la bandera del fraude. Una rareza, ya que ese frente era oficialismo en aquel entonces y manejaba los resortes del Estado. Que la oposición realizara maniobras espurias para quedarse con esos comicios hubiese sido, de ser cierto, otro invento argentino. Máxime cuando la diferencia final ente Alberto Fernández y Mauricio Macri fue de holgados 8 puntos, unos dos millones de votos.

Cuatro años después, las filas perdedoras sueltan los fantasmas. Más desde las redes que desde la dirigencia. Acaso el nuevo campo de batalla, el que mejor dominan los libertarios. Por caso, Fernando Cerimedo, encargado de la campaña digital de Javier Milei, admitió que “es muy poco probable que haya fraude”. “Pueden robar boletas o cambiar actas”, dijo en declaraciones a Radio Con Vos, aunque aclaró que eso no altera el resultado electoral. “Tuvimos acceso a toda la información que pedimos”, sostuvo. En contraposición, canales no oficiales y correderas de pasillos virtuales se alzan contra supuestas manos negras capaces de inclinar la balanza.

La irresponsabilidad de poner en duda los resultados de las últimas elecciones, en las que Sergio Massa dio vuelta el score de las PASO, así como del inminente balotaje fue advertida por la Justicia Electoral. Salió el lunes a marcar la cancha y cuestionó las “invocaciones de fraude sin fundamento que en estos días desinforman a la opinión pública y socavan a la democracia”.

La experiencia reciente demuestra que esa artimaña no es inocua: a principios de año, bajo ese pretexto, los bolsonaristas mantuvieron en vilo a Brasil, ya asumido Lula, y tomaron por asalto el Congreso, el máximo tribunal de Justicia y el palacio presidencial. Antes del desenlace de detenciones y enjuiciamientos a quienes protagonizaron la revuelta, los bolsonaristas pidieron incluso la intervención de las Fuerzas Armadas para derrocar al gobierno democrático. Previamente, en 2021, el mundo veía con escozor e incredulidad la aparición -bizarra- de trumpistas en el Capitolio, ornamentados como guerreros sioux.

Por supuesto, los ejemplos no son al azar. Jair Bolsonaro y Donald Trump son los espejos donde se mira Javier Milei. La simpatía incluso llegó con apoyos a la campaña y presencia en el búnker de La Libertad Avanza (LLA) el día de las elecciones. Por eso, instalar un eventual fraude ante una derrota no puede ser tomado a la ligera.

Los rumores se echaron a correr casi en sintonía con la supuesta desesperación por los fiscales, que trascendió desde cuarteles libertarios-macristas. La hipótesis es que será Macri el custodio con la tropa del PRO. Con el radicalismo y su capilaridad territorial en posición neutral (incluso con eslabones apoyando a Massa), será una incógnita el llamado a controlar las urnas, ya que la principal estructura del partido amarillo está en CABA, pero allí gobierna Horacio Rodríguez Larreta, otro que evitó pronunciarse por algún candidato. En la provincia, los intendentes de JxC que ya ganaron tampoco aportan certezas. Mucho menos quienes perdieron por la división de votos que les propinaron las listas libertarias.

Tampoco tendrá Milei en esta vuelta el acompañamiento de Luis Barrionuevo, el dirigente gremial que allá por 2003 protagonizó una histórica quema de urnas en las elecciones provinciales de Catamarca. Otra vuelta de la historia.

En la Justicia Electoral, que es parte central del proceso, remarcan que no creen que en Argentina se repliquen los hechos de Brasil y de Estados Unidos, pero entienden es central dar las señales de alerta. Y expresan que llevar adelante un plan fraudulento no depende sólo de la voluntad de los fiscales ni de las actas que se envían después de las votaciones. Hay mecanismos difíciles de vulnerar, y mucho más a las escalas que se requieren para determinar una elección nacional.

El pacto democrático que entabló la sociedad y el sistema político, a 40 años del triunfo de Raúl Alfonsín, es una de las pocas certezas y puntos de encuentro que se mantienen en pie. Denuncias anticipadas y antojadizas llevan el riesgo de corroerlo.

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