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El turismo chino sale conquistar el mundo
A fines del año pasado el diario británico The Economist publicó un informe describiendo el fenómeno del turismo chino en Europa, revelando que no solo se muestra interesado en los clásicos (Torre Eiffel, el Louvre o Venecia), sino que también se maneja con patrones culturales propios que lo llevan a visitar puntos considerados periféricos por el turismo occidental, pero que valen por sus historias. Siguen así, por ejemplo, los pasos de Romeo y Julieta en Verona, o la música de Beethoven en Bonn.
Esta inquietud se traslada también a Latinoamérica, cuando vienen a Buenos Aires en busca de un contacto directo con el tango, y a Río de Janeiro con sed de samba y carnaval. Aunque en esta parte del mundo también privilegian el contacto con sitios naturales únicos (ver aparte).
Perfil
Actualmente los turistas chinos son unos 50 millones (un 10% más que en 2009) y entre los patrones que se reiteran figuran una fuerte tendencia a comprar, la cual contrasta con un menor gasto en hoteles, comida y transporte. Consumen mucho, pero duermen barato, ya que prefieren llevarse recuerdos duraderos y consideran un derroche pagar por algo que no conservarán, como una lujosa habitación de hotel. A su vez, en el rubro gastronomía se muestran poco aventureros, ya que buscan principalmente comida china. Otro punto destacado es el escaso dominio de otros idiomas, lo que exige la constante presencia de traductores.
Francia es el destino que más eligen, ya han superado a los rusos en el rubro de no europeos que viajan a ese país con presupuestos altos. Eligen ese país porque reúne casi todos los valores que les gustan de Europa: arte, historia, romance, lujo y calidad. Hacen lo obvio, recorriendo París y sus hitos, pero resulta que también están obsesionados con Bordeaux y sus vinos, sin escatimar en gastos a la hora de hacer compras, aunque implique elegir botellas de 600 euros. También pisan fuerte en Niza y Mónaco, ya que como buenos orientales son fanáticos del juego. Aparentemente, el sur de Francia cobró popularidad en China gracias al libro de Peter Mayle «Un año en Provenza» y la miniserie asiática «Dreams Link».
Romeo y Julieta
En Italia ocurre algo similar. No descartan Roma, Florencia ni Venecia, pero ponen en el mismo nivel a Verona, fascinados por la tragedia de Romeo y Julieta que William Shakespeare situó en esa ciudad. También viajan siguiendo historias cuando en Alemania buscan a Beethoven en Bonn o siguen las huellas de Carl Marx en su ciudad natal, Trier, la más antigua de ese país. La lista sigue y también tiene un costado más frívolo. El chocolate es el leitmotiv en Bruselas; aproximarse a la vida del modisto Hugo Boss es la excusa en Metzingen, cerca de Fráncfort, Alemania; y fotografiar el histórico y glamoroso castillo es lo que buscan en el ducado de Luxemburgo. En Suiza, la elección es Lucerna, con su puente medieval Kapellbrücke.
Éste es el camino que recorren los actuales turistas chinos, en su mayoría millonarios o de muy buen pasar, que se mueven mayormente en grupos, con actividades muy programadas de antemano. De aquí en más se espera que crezca el mercado de viajeros individuales, abriendo paso a agendas más libres y desestructuradas.
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