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Estrategia de desdoblar garantizó ola triunfalista
A excepción de las tormentosas batallas en Capital Federal, Santa Fe y, con ciertos matices, Córdoba, el triunfo del ahora declarado kirchnerista Carlos Soria suma para el mapa nacional otra provincia que será gobernada por el peronismo a partir del 10 de diciembre.
La de ayer no es una victoria más. Es, en rigor, el final del proyecto de transversalidad que encarnó en esa provincia desde 2003 el radical K Miguel Saiz, padre político del derrotado César Barbeito.
No es el único ejemplo. En marzo, Catamarca abrió la grilla de anticipadas con un resultado que exhaltó de entrada las esperanzas de la Casa Rosada. Allí, el exradical K Eduardo Brizuela del Moral cayó ante su exvicegobernadora, Lucía Corpacci, instalando un clima de triunfalismo oficialista que se prolongó incluso en previsibles victorias en Salta, La Rioja, Misiones, Tucumán y Chaco.
Como un cierto sobresalto apareció luego la polémica elección en Chubut donde, tras denunciar fraude y en comicios complementarios, el candidato del kirchnerismo, Carlos Eliceche, cayó por escaso margen ante el delfín de Mario Das Neves, Martín Buzzi. Pero la proyección de un Gobierno divorciado del centralismo de Buenos Aires terminó por volcar la pertenencia partidaria de Buzzi hacia las filas del oficialismo nacional.
Un caso similar fue la votación con balotaje en Tierra del Fuego, donde dos damas, la diputada nacional del FpV Rosana Bertone y la exarista que gobierna la isla, Fabiana Ríos, protagonizaron un duelo con final ajustado. Ríos no sólo consiguió finalmente su reelección, sino que aseguró que seguirá gobernando el territorio más austral del país en sintonía con el proyecto del Gobierno, aunque se declaró prescindente a la hora de un respaldo en las presidenciales.
Como la mancha venenosa llegó la sucesión de traspiés en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, aunque en rigor en esta última la sinuosa actitud del peronista electo José Manuel de la Sota terminó licuando la ausencia de un candidato propio del kirchnerismo.
De marzo a esta parte los resultados de las elecciones a gobernador siguieron, en casi todos los casos, el mismo patrón: revalidaron la continuidad de los oficialismos como parte de un esquema que se calcó a nivel nacional en las primarias del 14 de agosto.
Esa percepción fue clave en las victorias kirchneristas de Catamarca y Río Negro, donde el Gobierno activó una fuerte campaña de respaldo a sus candidatos que se tradujo no solamente en visitas de funcionarios, sino también en aportes de fondos y obras para sectores más relegados por los Gobiernos locales.
En suma, el 23 de octubre un puñado de 9 distritos que por voluntad o imposición constitucional pegó su votación local a la nacional terminará de delinear el mapa político nacional. No son plazas menores: Buenos Aires, Mendoza, La Pampa, San Juan, San Luis, Formosa, Entre Ríos, Santa Cruz y Jujuy. Y por ello el kirchnerismo se lanzó estos días a una cruzada encabezada por la propia Cristina de Kirchner para reforzar donde todavía hay alguna pelea por definir antes del superdomingo en donde, además de presidente, vicepresidente, y gobernador se renovarán senadores y diputados nacionales.
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