Experiencia teatral (y casi terapéutica)
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En 100 minutos, el espectáculo derriba mitos y prejuicios, descubre verdades ocultas o tergiversadas, y vuelve sobre episodios que todavía avergüenzan: la multitud aclamando en Plaza de Mayo a un Galtieri enardecido de triunfalismo, los medios de prensa cantando victoria para negar la inminente derrota, y el calvario de las tropas argentinas que sufrieron en carne propia la improvisación, engaño y maltrato de los altos mandos.
Hay relatos que indignan, otros que conmueven por su humanidad. Por ejemplo, cuando Lou Armour evoca al soldado argentino que murió en sus brazos. "¿Por qué tuvo que hablarme en inglés?", se pregunta el exmarine, incapaz de olvidar el rostro del joven conscripto que le confió su deseo -nunca cumplido- de estudiar en Oxford.
"Campo minado" no es una lección de historia, ni un alegato antibelicista, es una experiencia escénica que ayuda al público (esté informado o no sobre la Guerra de Malvinas) a comprender el valor del diálogo y de la conciliación. Este es el aprendizaje que han hecho estos performers durante el montaje y ensayos: los antiguos enemigos han aprendido a escucharse, a comparar recuerdos y a integrar un proyecto artístico en camaradería. Por más que no haya acuerdo entre ellos sobre la soberanía de las islas, no se duda del efecto terapéutico que esta experiencia teatral ha tenido en sus vidas y de lo reveladora que ésta resulta para cualquier argentino.
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