• POLÉMICA DECISIÓN DEL JEFE DE LA FUERZA AÉREA Se estableció que los aviadores que fueran seleccionados para especializarse en cazas (aviadores de combate) harán el adiestramiento en los Texan II T-6C en lugar de los jet IA-63 Pampa II.
El jefe de la Fuerza Aérea, Enrique Amreim dispuso una modificación polémica en la formación de pilotos de combate. Los aviadores seleccionados para la especialidad de caza, la élite de la fuerza, no se adiestrarán más en aviones jet sino que lo harán en aeronaves a hélice. Hasta ahora el Curso de Estandarización de Procedimientos para Aviadores de Combate (CEPAC), conocido internamente como CB2, se cumplía en aviones jet IA-63 Pampa II basados en "El Plumerillo", Mendoza, lugar de asiento de la IV Brigada Aérea y del Grupo 4 de Caza de la unidad. Amrein ordenó que las próximas camadas de aviadores de caza se formen en aparatos turbohélice Texan II T-6C que fueron adquiridos por la administración Macri a los Estados Unidos. El mandamás de la fuerza dejó de lado el jet entrenador, ícono de la industria aeronáutica nacional, diseñado especialmente para la tarea y lo reemplazó por una plataforma, el Texan II que; dicen fuentes militares, no reúne las prestaciones que modelan al "cazador". La fuerza cuenta con 6 Texan II asentados en la Escuela de Aviación Militar de Córdoba. El modelo que llegó al país no es el que se pidió. Algunas diferencias técnicas de la versión recibida, no menores para un avión de entrenamiento, son que no trae reversor de empuje del motor, ni sistema anti skid, éste último esencial en el frenado, impide que una o más ruedas del tren de aterrizaje frenen más que las otras.
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Los instructores de vuelo pieza clave en el proceso de aprendizaje son otro Talón de Aquiles de la nueva medida de usar Texan II. No hay suficientes, sólo dos están habilitados para entrenar a la camada de 8 aspirantes a cazador que aguarda en tareas de oficina.
El Escuadrón IA-63 Pampa tuvo su origen en mayo de 1988 y en 1994 egresaron los primeros pilotos de caza. A partir de 1998 la instrucción aérea de combate fue centralizada solamente en ése Escuadrón.
El bajo presupuesto y una carencia de insumos críticos para el tren de aterrizaje y el asiento eyectable, entre otros, determinaron que a la fecha sólo haya 2 Pampa en vuelo de los 12 que tiene la dotación del Grupo 4 de Caza de El Plumerillo. Voces aeronáuticas aducen que no sólo se trata del presupuesto sino de paulatinos errores de gestión del alto mando aéreo los que dejaron al Escuadrón IA-63 Pampa al borde de la parálisis. Cuando se desprogramaron los supersónicos Mirage en 2015 hubo una corriente interna en la fuerza que impulsó el Pampa como interceptor de reemplazo hasta tanto se pudiera alcanzar el ansiado supersónico. Otros no acompañaron esa iniciativa y la disputa afectó la operatividad del sistema Pampa.
"La utilización del Pampa con la aviónica israelí Elbit y la remotorización con un propulsor de más potencia y performance a cargo de FAdeA ayuda obtener mejores envolventes de vuelo y conocer todas las capacidades y posibilidades de los aviadores aspirantes a cazadores" dijo a este diario un piloto instructor.
En el CB2, durante un año, los aviadores cursantes reciben conocimientos teórico-prácticos en la especialidad, tácticas de combate aire-aire, de tiro aire-superficie, interceptación, y bombardeo y califican para integrar los escuadrones de combate. En la actualidad sin aviones de interceptación supersónica la única alternativa vigente luego del Pampa es el Escuadrón II de cazabombarderos A4-AR con asiento en Villa Reynolds, San Luis.
La inexplicable decisión del mando aéreo de relegar el Pampa de la instrucción ocurre justo ahora que la planta cordobesa FAdeA dice estar a punto de entregar 3 unidades de la versión III con actualizaciones tecnológicas que lo posicionan mejor en el potencial uso dual, entrenamiento o ataque ligero. El sistema de adiestramiento virtual del Pampa III simula al piloto escenarios de batalla aérea, que incluye otras aeronaves y baterías antiaéreas virtuales, sensores de radar, FLIR y EW (sigla en inglés de guerra electrónica) y la posibilidad de marcar blancos, disparar bombas o inclusive lanzar contramedidas. La innovación consiste de un sistema integrado de navegación, comunicaciones y armamento de última tecnología, sumado a un sistema de control con manos sobre los mandos. El conjunto genera un entorno de cabina similar al de un avión de combate de última generación.
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