25 de febrero 2009 - 00:00

Gurúes de Wall St., en guerra

Chicago - Nacionalizar bancos sería una actitud equivocada del Gobierno estadounidense y podría «crear una inestabilidad a la que los responsables de la política no querrían arriesgarse», dijo el ayer Bill Gross, jefe de inversiones de la gigantesca firma de bonos PIMCO, en su boletín de expectativas de inversión para marzo. Es la visión opuesta a la de otro gurú influyente en Wall St.: Nouriel Roukini. A continuación, los puntos más relevantes del informe:
c Estados Unidos y los sistemas financieros mundiales requieren creación de créditos y prevención de ejecuciones hipotecarias, no nacionalización bancaria.
En términos de estrategias de inversión, PIMCO continúa con la política de «darse la mano con el Tío Sam» -comprando agencias de hipotecas, y otras áreas en desarrollo de soporte de la política gubernamental en los mercados crediticios.
Todavía no está claro si la economía estadounidense enfrenta una recesión -una desaceleración relativamente breve- o una depresión más extrema.
Nacionalizar bancos no será una política fácil para Estados Unidos como lo fue en el pasado la postura de Suecia de lidiar con una crisis bancaria. Su exitosa política reunió un puñado de bancos, pero nosotros tenemos 7.500, lo mismo que muchos fondos de sindicatos de ahorro y crédito, que tendrían que pasar a manos del Gobierno. Si se piensa que lo de Lehman Brothers fue un error, sólo hay que esperar a ver qué podría ocasionar la nacionalización de Citigroup o el Bank of America.
Existe la necesidad de una capitalización sistemática a futuro de los bancos más importantes mediante bonos convertibles poseídos por el Gobierno, que desafortunadamente diluirá los intereses de los accionistas.
La meta de la política futura debe ser recapitalizar las instituciones de préstamo, a la vez que se mantiene la estructura básica de los mercados de crédito. La nacionalización y el recorte de los acreedores harán justamente lo contrario.
A medida que la crisis financiera se agudiza, hay temor por parte de inversionistas extranjeros de que ni siquiera la deuda de la agencia estadounidense pueda ser cumplida. La voluntad global de aceptar dólares estadounidenses está siendo puesta a prueba. Cuidado con el dólar. Si éste cae con fuerza, no habrá nada que los responsables de la política puedan hacer para controlar el caos financiero que se produciría.
No sabemos si estamos ante una recesión o una depresión. La deflación que normalmente acompaña una depresión es peligrosa, no porque los precios bajen, sino porque los carteles que dicen «se vende» aumentan en los mercados de crédito, que siempre han hecho el capitalismo posible. Los responsables de política están intentando prevenir eso. Veremos qué pasa.

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