4 de septiembre 2008 - 00:00

Insaciable Moyano amenaza ahora con un paro general

Fue cordial el encuentro en la residencia de Olivos entre Cristina de Kirchner y Hugo Moyano. Allí se logró destrabar el proyecto de movilidad previsional que iba camino al fracaso en la Cámara de Diputados. El gobierno aceptó modificar el índice que se utilizará para calcular las mejoras jubilatorias. Precavido, Moyano no quiere el INDEC, casi como si fuera un tenedor de bonos indexados. Pero lo preocupante vino en otro ámbito. Fue en una asamblea de gremios portuarios y marítimos en la que Moyano desenterró un vocabulario que tenía escondido por lo menos hace cinco años. Habló de amenaza de paro general si el gobierno no le acepta la eliminación de la llamada "tablita de Machinea" (pone tope a las deducciones del Impuesto a las Ganancias). No sólo ello: en forma inminente se anunciará una suba de las asignaciones familiares, otra meta del líder de la CGT. Lo preocupante es que hay más Moyano: su hijo, Pablo, está ampliando los bloqueos a cerealeras en otra amenaza en paralelo. Hay más. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, que nuclea desde aeronáuticos hasta taxistas, unificará quejas y se declarará hoy en estado de alerta. Todo tan preocupante como insaciable Moyano.

Insaciable Moyano amenaza ahora con un paro general
Hugo Moyano deslizó ayer una amenaza que inquietóa la Casa Rosada. Desde una tribuna en la CGT, rodeado de gremios portuarios, anunció la posibilidad de convocar a un paro nacional si no logra, de inmediato, respuestas a las demandas sindicales.

Una asamblea de gremios portuarios y marítimos, en el Salón Felipe Vallese, fue la trinchera para que Moyano desempolve un vocabulario que parecía enterrado. Habló, primero, de un paro del transporte y, en seguida, retrucó y planteó la idea de un paro general.

Usó como excusa la crisis en los puertos donde, ayer, la federación que nuclea a gremios marítimos y portuarios detuvo la actividad. Pero, en esencia, fue una demanda dirigida a la Casa Rosada por la falta de respuestas a los reclamos de la CGT.

La piedra angular de esa queja es la tablita de Machinea, que los gremios piden eliminar y que, según les explicó Cristina de Kirchner cuando los recibió en Balcarce 50, el gobierno por ahora no puede suprimir por el costo fiscal que acarrearía la determinación.

En rigor, uno de los ítems que expusieron los portuarios para el paro de ayer fue la permanencia de ese tributo, en el capítulo referido a la cuarta categoría. Todo se explica: en el sector, el sueldo promedio superar los 5.000 pesos por lo que pagan Ganancias.

El clima se agudizó ayer: a pesar de la protesta, no sonó ningún teléfono desde el gobierno hacia los caciques gremiales. Ni Cayo Ayala ni Juan Carlos Schmidt recibieron señales oficiales para sentarse a discutir sobre el menú de reclamos que exponen.

  • Paritarias

    De fondo, además sobrevuelael potencial pedido de reapertura de las paritarias o, al menos, la negociación sector por sector de un plus salarial para compensar el efecto de la inflación. Así lo admitió, ayer, Juan Belén, el secretario adjunto de la CGT.

    Sí, en cambio, el gobierno reaccionó por otra vía: Carlos Tomada, el ministro de Trabajo, se apuró a promotor que «próximamente» habrá un anuncio sobre el incremento en las asignaciones familiares. Pero ése no es, ni mucho menos, un asunto central para los gremios.

    Insaciable, Moyano consiguióen paralelo reformar la Ley de Movilidad Jubilatoria y le arrancó la promesa a Tomada de una pronta suba de las asignaciones, pero eso no alcanzó para que desactive la embestida de su hijo, Pablo, contra cerealeras ni que aplaque la amenaza de un paro nacional.

    De hecho, esta tarde, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que nuclea a todos los gremios del sector -desde aeronáuticos a taxistas-montará un plenario para unificar las quejas y declararse en «estado de alerta».

    En la práctica, será la formalización de la amenaza de paro general que ayer pronunció Moyano. Es más: un paro del transporte, que abarque colectivos, trenes, camiones y puertos, entre otras actividades, significaría en lo operativo un paro general.

    La CATT está controlada por Moyano a través de Omar Viviani, secretario general de peones de taxis. Y funciona, por fuera de la CGT, como el núcleo duro del moyanismo donde el camionero canaliza sus propios asuntos sin tener que coordinar con el consejo directivo cegetista.

    Y hay unicidad de acciones. A fines del año pasado, un conflicto de los taxistas con un proyecto porteño para fijar un mecanismo de carnet de conducir por puntos, generó un ataque al edificio de la calle Perú y el amague de un paro de los gremios del transporte.

    Por entonces, Néstor Kirchner actuó de inmediato para desactivar la amenaza. Ayer, por descuido u ostensible decisión de ignorar la queja del camionero, la Casa Rosada tardó en reacciones.

    Prefirió, en cambio, enfocarse en la Ley de Movilidad Jubilatoria, asunto por el que Moyano fue citado a la quinta de Olivos, junto a Hugo Yasky, para acordar la reforma de la ley enviada semanas atrás por la Presidente. Ahí ganó Moyano; otra vez.

    En paralelo, Camioneros --manejado por el clan Moyano, a través de Pablo-profundizó su reclamo contra cereales y anunció para hoy un paro y una movilización. La embestida coincide con el reclamo de los portuarios, al que se sumó incluso el SOMU de Omar Suárez.

    No se plegó, en cambio, la SUPA de Juan Corvalán, gremio de estibadores que forma parte de la CATT, pero no integra la federación marítima portuaria que ayer llevó a cabo el paro para pedir la inmediata eliminación de la tablita de Machinea, además de políticas específicas para la actividad.

    El tema portuario es el disparador. Ayer, Viviani, avisó que si se declara un nuevo paro en los puertos, la medida de fuerza «será acompañada por todos los gremios que integran la central del transporte». Se movió en línea con Moyano cuando habló, en la CGT, de un eventual paro general.

    P.I.
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