28 de junio 2010 - 00:00

Juventus Lyrica brindó una "Manon" austera y juvenil

La lograda versión de «Manon Lescaut» de Juventus Lyrica contó con dos protagonistas de la juventud que pide Prévost y el caudal vocal que exige Puccini: Eugenia Fuente y Darío Sayegh.
La lograda versión de «Manon Lescaut» de Juventus Lyrica contó con dos protagonistas de la juventud que pide Prévost y el caudal vocal que exige Puccini: Eugenia Fuente y Darío Sayegh.
Genio italiano por excelencia, Giacomo Puccini tuvo sin embargo desde el comienzo de su carrera como operista un gran «feeling» con la literatura francesa, como lo prueba el hecho de que sus primeras cinco partituras para el teatro lírico hayan estado basadas en obras de autores de esa nacionalidad: Karr en «Le Villi», De Musset en «Edgar», Murger en «La bohème», Sardou en «Tosca» y Prévost en «Manon Lescaut». En el caso de ésta, su tercera ópera, el compositor nacido en Lucca afrontó el desafío de poner en música una novela en la que el idioma y la atmósfera francesa no son algo accidental sino que constituyen su esencia, y que con tanto éxito habían llevado al terreno de la ópera autores nativos como Daniel Auber y especialmente Jules Massenet. Podríamos decir que tuvo éxito, ya que la fama de la suya superó a las anteriores pese a un libreto con serias falencias debidas a la cantidad de manos por las que pasó (Praga, Oliva, Leoncavallo, Illica, Giacosa, el mismo Puccini y el editor Ricordi).

Un desafío tan grande como lo fue para Puccini escribir «Manon» fue para Juventus Lyrica el llevarla a la escena, ya que se trata de una institución nacida para y por las voces jóvenes, que por su política de precios bajos no maneja el presupuesto de grandes teatros y que desarrolla sus actividades en el Avenida, sala que merecería contar con un escenario de laterales más amplios y otras características que permitieran, por ejemplo, agilizar los cambios de escenografía y abreviar así la duración total de la función.

Así y todo, Juventus logró concretar esta apuesta. El planteo escénico de Ana DAnna está cimentado, como es habitual en ella, en el trabajo actoral que busca obsesivamente la verdad que los autores perseguían. Una iluminación cuidada y una escenografía neta, más acorde con la época en el segundo acto que en el primero y el tercero, le dan marco a su tarea, sumadas al impecable vestuario de Ponchi Morpurgo.

La producción cuenta con dos protagonistas de la juventud que pide Prévost y del caudal vocal que exige Puccini. Eugenia Fuente, que viene deslumbrando desde aquella «Medium» del 2004, muestra, ya afianzada en el registro de soprano, una evolución técnica que habilita un sonido más claro y libre a su voz. Las enormes condiciones de Darío Sayegh (Des Grieux), en especial su timbre oscuro de gran belleza, cobrarán todavía una mayor presencia cuando logre dar más amplitud a sus agudos y más soltura a su actuación. En el resto del elenco se destacaron el solvente Lescaut de Sebastián Angulegui y el gracioso Madrigalista de Damián Ramírez.

Otro puntal de la representación fue la dirección de Antonio Russo, con una orquesta que por la ya citada falta de espacio del Avenida debió reducir la cantidad de cuerdas necesarias para hacer frente a las maderas y metales, sorteando las trampas de una partitura tan compleja. El coro preparado por Miguel Pesce logró momentos musicales muy logrados y contribuyó con su actuación a dar vida a esta «Manon Lescaut» pucciniana, mediterránea y visceral.

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