La recesión es el vaticinio. No importa cuándo leas esto. La realidad es otra historia. Estados Unidos creció 4,9% en el tercer trimestre. No terminó de aterrizar y volvió a despegar. Hace un año y medio, por caso, los indicadores líderes –un predictor confiable- se contraen mes tras mes. La recesión que presagian es un reptil escurridizo. Una lagartija que ahora anuncia una visita breve para “la primera mitad de 2024” (The Conference Board). Hace un año y medio que la Fed iza sus tasas de interés. Y las remontó de cero a 5,5%. También achicó su crédito un trillón de dólares. Y no rema en soledad. Las tasas largas pasaron de 1,5% a fines de 2021 a merodear 5%. Y la cantidad de dinero merma a una velocidad de crucero que supera 3% desde marzo. Pero, la economía no lee los diarios, tiene otras cosas que hacer. El producto bruto, en un año, se expandió 2,9% cuando el consenso Blue Chip pronosticaba apenas 0,2% en octubre 2022. El consumo privado (real), en vez de 0,5% previsto, aumentó 2,4%. La inversión fija (ex vivienda) voló 3,7% como si las condiciones financieras se tensaran en otro país. Pero la faena del banco central no cayó en saco roto. La inflación hizo techo en junio de 2022 (7% según el deflactor PCE). Desde el tercer trimestre de 2022 cayó casi a la mitad: de 6,6% a 3,4%. Su versión núcleo, ex alimentos y energía, reculó de 5,2% a 3,9%. La inflación todavía es alta pero aterriza con suavidad, aunque la economía desobedezca las órdenes de la superioridad.
La economía despega en EEUU y la Bolsa se hunde: ¿dónde se atascaron los toros?
Estados Unidos creció 4,9% en el tercer trimestre y hace un año y medio que la Fed iza sus tasas de interés.
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Déjalo ser: en modo pausa, la Fed dejará las tasas largas correr
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Wall Street cerró con mayoría de bajas en el epílogo de una semana repleta de balances
¿Qué hará la Fed el miércoles? Mantendrá las tasas cortas así por más tiempo. “Es el mejor de los mundos”, admite el gobernador Chris Waller. “Quizás demasiado bueno para ser verdad”. No, por ello, sin embargo, se propone arruinarlo. La idea es “ver y esperar”. Y tercerizar la marca a presión al mercado de bonos. Desde mayo son las tasas largas las que lideran y más ahora que la Fed entró en modo pausa. La novedad es que también los “bond vigilantes” comienzan a retirarse a cuarteles de invierno. ¿Es 5% a diez años la última escala de su recorrido alcista? Bill Ackman, el gurú de Pershing, que habría embolsado unos u$s200 millones por sus trabajos prácticos en el terreno, cerró sus posiciones en descubierto. La noticia del crecimiento exuberante del PBI no logró mover las agujas por encima de 5%. Y tamaña expansión no se repetirá. Si alguna espina queda es la refinanciación trimestral del Tesoro. ¿Cuánto papel querrá colocar Janet Yellen? ¿Y en qué tramos de la curva? Si juega sobre el fleje, o va más allá como tres meses atrás, alentará otra embestida.
¿Qué hará la Bolsa? En junio, anticipó el aterrizaje exitoso y estrenó un rotundo mercado bull. El paso de los toros es una polvareda que se advierte de nuevo, pero de regreso y con las manos vacías. Es una sutil ironía, la economía exuberante, la Fed de brazos cruzados y la Bolsa cuesta abajo con una corrección de 10% sobre el lomo. ¿Qué ocurrió? Si las ganancias, por fin, vuelven a crecer, según lo acredita la mitad de las compañías del S&P 500 que ya presentó balances. No obstante, la cruzada de las tasas largas resultó muy abrasiva. Y desbarató los múltiplos de precios a ganancias. Nada grave, se diría. Los fundamentos se afianzan, las cotizaciones ceden y ceteris paribus la valuación mejora. Pero las tasas largas esmerilan como lima nueva. Tanto que la ambición desensilla y azuza el miedo extremo. Wall Street ansía, ahora más que la Fed, que la economía real comprenda los motivos de Powell y se calme. Y que amainen las tasas largas. No es un capricho ni mera conveniencia, es lo esperable aun sabiendo del error de los pronósticos. El consumo privado es el motor de la exuberancia. Desde mayo que se despliega vibrante cuando el ingreso personal disponible dejó de crecer. Son cuatro meses consecutivos de desahorro, una rareza. Y la acumulación de inventarios, que aportó 1,3 puntos del PBI, es candidata a revertirse en un contexto de tasas reales punzantes. El mercado bull debería retomar su liderazgo cuando emerjan las primeras señales confiables de que la vorágine se apacigua, aunque la política tiene fecha –17 de noviembre– para trepar de nuevo al ring a pelear por el presupuesto. Tras Halloween, la estacionalidad se torna propicia. Las brujas no existen, pero que las hay, las hay, aun en mercados racionales. Así como hay fondos de cobertura que ya probaron el lado corto, cerraron posiciones con ganancias jugosas y ahora pueden pescar del otro lado de la pecera.
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