11 de septiembre 2014 - 00:00

La nueva clase media y el PT: del amor a una decepción profunda

Jardim Sao Luis (San Pablo) ya no es el bastión electoral que imaginaba Dilma Rousseff. La nueva clase media plantea demandas más exigentes.
Jardim Sao Luis (San Pablo) ya no es el bastión electoral que imaginaba Dilma Rousseff. La nueva clase media plantea demandas más exigentes.
San Pablo - Las calles de Jardim Sao Luis, un pobre y violento vecindario cerca de los límites de San Pablo, no estuvieron tan tranquilas en años. Y eso es precisamente lo que más preocupa a Valeria Rocha.

Con los brazos cruzados, mira los estantes con ropa de bebé de su pequeña tienda antes de echar un vistazo a la vacía calle. "Hace sólo un año esta zona solía estar repleta de compradores, pero ahora está vacía, incluida mi tienda", afirmó.

Tras una década de crecimiento económico y políticas sociales que sacaron a más de 30 millones de brasileños de la pobreza, Jardim Sao Luis y otros barrios difíciles de Brasil tenían grandes esperanzas para el futuro. Pero una economía en problemas junto con la creciente molestia por el mal funcionamiento de los servicios públicos están oscureciendo el panorama para la "nueva clase media" del país.

Mientras esto ocurre, la presidenta Dilma Rousseff está viendo cómo se alejan la que otrora fue una base leal y sus posibilidades de ser reelecta.

Su principal rival, la ambientalista Marina Silva, experimentó una fuerte suba en los sondeos y es favorita para ganar una hipotética segunda vuelta (ver nota aparte).

El mes pasado, 13 de 14 personas entrevistadas en Jardim Sao Luis dijeron que no votarían por la actual mandataria si bien no pudieron referir una alternativa clara. Apenas una semana después, tras el primer debate televisado entre los candidatos, ocho de cada 10 entrevistados señalaron que habían decidido votar por Silva o que, al menos, lo pensarían seriamente. El resto seguía indeciso.

"Marina es humilde como nosotros", dijo la frutera de 60 años Ana Luiza de Souza en Jardim Sao Luis. "Dilma hizo lo que pudo, ahora es el momento de algo nuevo".

La clase media emergente es considerada el mayor legado de la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), un período de rápido crecimiento económico que redujo los índices de pobreza y provocó un fuerte aumento del consumo.

Se trata del sector de menores ingresos, pero el más populoso de la clase media brasileña, un concepto bastante amplio que incluye desde los muy acomodados hasta quienes serían considerados trabajadores pobres en países desarrollados.

Unos 108 millones de personas, casi el 54% de la población, están incluidos en el grupo que es cada vez más influyente y vital en la estrecha carrera presidencial.

Muchos viven en vecindarios como Jardim Sao Luis. Aquí, el aumento de los salarios y un mayor acceso al crédito durante el auge económico de la última década abrieron la puerta a bienes y servicios antes inalcanzables.

Con el tiempo, las calles del barrio se llenaron de autos nuevos, las casas de ladrillo a la vista fueron remodeladas y llenadas con nuevos muebles y televisores. Muchos compraron por vez primera celulares avanzados y ropa de marca.

Para las elecciones de 2010, el crecimiento económico era del 7,5%, el futuro parecía brillante y la mayoría del vecindario votó por Rousseff, en gran medida porque era la sucesora de Lula. No obstante, cuatro años después, la economía está estancada, la inflación se ha disparado hasta el 6,5% y gran parte de la clase media se está evaporando. En junio de 2013, la ira explotó y más de un millón de brasileños salieron a protestar contra el Gobierno.

La euforia inicial dio paso a una realidad mucho más dura, en la que muchos ciudadanos, incluida Rocha, sufren con las altas tasas de interés. Tras comprar un departamento o un auto ahora no pueden pagar la cuota de los créditos.

"Es como si a la gente le hubieran prometido un futuro que nunca llegó, comenta Renato Meirelles, de la empresa de investigación Data Popular.

"Cuando quedó claro que el crecimiento que vimos en 2010 era en realidad el máximo y no sólo el comienzo, la gente empezó a pensar que sus esperanzas para el futuro no se iban a cumplir".

Pese a todo, muchos siguen apoyando a Rousseff. Su Partido de los Trabajadores sigue teniendo una fuerte implantación entre los más pobres y en el ámbito rural, principales beneficiarios de los programas de bienestar social, subsidios para la vivienda y ayudas educativas.

Las penurias económicas no están afectando a todos por igual en Jardim Sao Luis, pero la frustración por la calidad de los servicios públicos como colegios y salud es elevada.

Dos meses después del Mundial de fútbol, sigue vigente el resentimiento por los miles de millones de dólares gastados por el Gobierno de Rousseff para organizar el evento.

José Ides, un vendedor sin trabajo que vive desde siempre en Jardim Sao Luis, dice que "cuando la gente pide otro hospital o un colegio, no tienen dinero. Pero si alguien quiere construir un estadio, sí lo hay".

"Hay una población con muchos pobres y montás un espectáculo", agrega Ides. "Ahí es cuando Dilma perdió mi voto".

Agencia Reuters

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