GOBIERNO AVANZA EN LA SELECCIÓN DE NAVES PARA REEMPLAZAR EL PARQUE QUE ESTÁ FUERA DE SERVICIO - La semana pasada, Enrique Amreim elevó al presidente la recomendación de los nuevos aviones a comprar. Corea, Europa y EE.UU están entre los posibles proveedores para interceptores ligeros, entrenadores livianos y aviones de transporte.
El presidente Mauricio Macri avanzó en la selección de los aviones que adquirirá la Fuerza Aérea Argentina para recuperar la capacidad operativa.
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El jueves pasado a las 17, Macri recibió un informe de boca del ministro de Defensa, Julio Martínez, y los detalles técnico-funcionales estuvieron a cargo del titular del arma, brigadier mayor Enrique Amreim. El mandamás aeronáutico lucía nervioso y por instantes con la voz quebrada de quien rinde un examen. Amreim se jugaba nada menos que convencer al jefe de Estado acerca de cuáles debían ser los aviones adecuados para reemplazo de los cazas interceptores Mirage, los A4-AR Fightinghawks cuya vida útil se extingue en 2018; otros para entrenamiento con alguna capacidad de disuasión de vuelos furtivos en zonas fronterizas y además uno de transporte logístico táctico que ocupe el vacío que dejó la desprogramación del Fokker F-27. La selección del jefe militar no es para bolsillos flacos; en esa lista está el coreano KAI T-50 Golden Eagle, un reactor de entrenamiento avanzado que aquí cumplirá funciones de interceptor y ataque ligero, el entrenador turbohélice Texan II T-6 de origen estadounidense y el avión de transporte CASA 295. Macri recibió un panorama de cómo sería el plan de financiación para el caso de los entrenadores Beechcraft Texan II T-6 cuya venta al país fue aprobada por el Gobierno de Barack Obama.
La Fuerza Aérea quiere adquirir un lote de 24 aeronaves más motores de repuesto, insumos para la operatoria inicial del sistema, equipos de apoyo, equipos de comunicación, documentación y estadísticas, contrato de apoyo técnico y soporte logístico, apoyo para el traslado ferry (en vuelo), equipos de supervivencia, apoyo de mantenimiento para el inicio de las operaciones en Argentina, entrenamiento de instructores de vuelo, seguimiento del desempeño inicial del proceso de instrucción, equipos para misiones alternativas, desclasificación menor para modificaciones y propuestas de cambio de ingeniería y sistemas de entrenamiento basados en tierra. El paquete rondaría los u$s300 millones, se dice que viene con un plan de pagos a 7 años y una reducida tasa de crédito. La justificación operativa es que además de usarlos para adiestramiento básico, pueden cumplir misiones de apoyo a la política de lucha contra el narco, eje de la campaña del Presidente. Como se trata de unidades nuevas que están en proceso de fabricación, la primera de ellas podría estar en el país recién al término del mandato de Macri. En política no hay éxito si no se ve el resultado durante el período en ejercicio. La firma estadounidense Beechcraft asegura que puede enviar cuatro Texan tan pronto se firme el contrato de adquisición. La entrada del Texan en la Fuerza Aérea cerraría la puerta a la pretensión actual de Brasil de colocar el Super Tucano, producto de Embraer impulsado con el eslogan de "disponibilidad inmediata, financiación y relanzamiento de la integración argentino-brasileña". Esa opción se barajó ya en 2014, el entonces jefe aéreo Mario Callejo pidió disponibilidad y precio por 24 SuperTucanos, quedó en nada por la estrechez presupuestaria que arrastra la fuerza hasta hoy. Que ahora se prefiera el Texan II en lugar del avión brasileño -probado en acción, un Super Tucano de la Fuerza Aérea de Colombia participó de la operación que eliminó a líderes de las FARC-, encuadra en la gestáltica de alineación con los Estados Unidos. Quizá una mirada estratégica más profunda recomendaría asociar la compra de Super Tucanos con la participación de Argentina (a través de la Fábrica Argentina de Aviones, FAdeA) en el programa brasileño de producción del caza multirrol Gripen NG.
El Presidente se interesó por el avión que la empresa surcoreana Korean Aerospace Industries desarrolló en colaboración con la estadounidense Lockheed Martin. Amreim lo presentó como el salvavidas ante la baja del A4-AR, se trata del KAI T-50, un reactor de entrenamiento avanzado con ciertas capacidades de caza ligero. Sedujo a Macri el bajo costo operativo de esa aeronave aunque aquí no hay experiencia sobre el soporte logístico coreano. La máquina no es un caza puro, fue pensado para adiestramiento avanzado aunque puede "customizarse" para que lo parezca. La modernidad tecnológica que ofrece el aparato nuevo coreano descartó la opción de otros productos usados, por caso el Mirage F-1 francés y el Kfir israelí, que sí son aviones concebidos y probados en combate. La exposición culminó con la presentación del Airbus Military C-295 (conocido como CASA 295) un avión de transporte táctico mediano que reemplazaría al Fokker F-27, el último matrícula TC-79, fue dado de baja y efectuó una gira de despedida la semana pasada por destinos patagónicos.
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