7 de diciembre 2015 - 00:00

Montevideo inauguró nueva sede del Museo José Gurvich

En dos salas del nuevo museo se aprecia la intimidad plástica del artista, ya que se reprodujo su taller del Cerro, lugar mítico, además de contar con una importante colección de dibujos y acuarelas.
En dos salas del nuevo museo se aprecia la intimidad plástica del artista, ya que se reprodujo su taller del Cerro, lugar mítico, además de contar con una importante colección de dibujos y acuarelas.
Con un concierto previo en la Catedral de Montevideo a cargo de la Orquesta Juvenil del SODRE y emotivas interpretaciones de un trío de música sefaradí, palabras del arzobispo de Montevideo, cardenal Daniel Sturla, la Ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz y Martín Gurvich, quedó inaugurada la nueva sede del Museo Gurvich en la capital uruguaya.

Fue precisamente Martín Gurvich, hijo del destacado artista uruguayo José Gurvich (Lituania, 1927 Nueva York, 1974), que señaló que esta reapertura constituía un triple homenaje, a su padre, a su madre, conocida como Totó, que preservó la obra y luchó sin descanso para la creación del Museo en 2005 a la que este diario asistió especialmente invitado como en esta ocasión, y al pueblo uruguayo que posee un gran amor por la libertad, la tolerancia y todas las artes como si tuviera algo especial en su ADN que atrajera a tantos grandes artistas, escritores, músicos, actores y actrices.

El propósito del Museo en esta nueva fase es transformarlo en un lugar de encuentro, de intercambio de ideas, de diálogo, de educación y de emisión de valores y cualidades como las que ostentó en vida el gran artista uruguayo. La colección permanente se presenta de manera cronológica y temática, lo que permite descubrir las diferentes etapas de su vida y obra.

Se comienza el recorrido en el cuarto piso con obras de su niñez producidas a comienzos de los 50 basadas en fotos de Lituania en los que retrató a su madre y hermana.

Su padre, Jacobo Gurvich, que llegó a Montevideo en 1931, mandó llamar a su esposa e hijos y se instalaron en el Barrio Sur, donde había una gran concentración de inmigrantes judíos.

Dos salas están dedicadas al período pasado en el TTG (Taller Torres García). En una de ellas, hay obras de los 40, retratos, paisajes y naturalezas muertas, y otra con su período de madurez, Período Constructivo, pero ya con una marcada diferencia con los alumnos del Taller. Vale la pena recordar una frase del artista: "para encontrar la vida tuve que lanzarme a un espacio libre, con una única esperanza, que en el fondo de él, encontrara mi propia voz". En otras dos salas se aprecia la intimidad plástica del artista, se reprodujo su taller del Cerro, lugar mítico, además de una importante colección de dibujos y acuarelas.

En el segundo piso hay una pared dedicada a su esposa y amiga, varias obras muy emotivas, por ejemplo, "Alegría Totó (1960), óleo s/ cartón en el que escribe "la primavera comienza" o el pequeño óleo sobre cartón "Totó , mi canción para ti" (1962).

Se exponen los temas judaicos o de Israel y obras maestras comentadas en distintas ocasiones en las que hemos abordado el universo de este gran humanista. Entre ellas, "Carta al Hombre", una trama intrincada de cientos de personajes y símbolos donde no hay un milímetro vacío, "El sueño de Jacob, Homenaje a Brueghel" pintada a mediados de los 50 en el kibutz Ramot Menashe, después de haber recorrido el Museo del Prado.

Gurvich amaba el Cerro y lo pintó en muchas ocasiones, pintura que celebra la vida sencilla, las conversaciones entre vecinos- imposible dejar de mencionar "Abrazo del Cerro", de 1964- una paleta sobria, dibujo sintético, de una ternura infinita. Gurvich se concentra en las anécdotas de la vida diaria, las casas, la mesa, la comida frugal, el pan y el vino, que como lo señala Rafael Llorente, tienen connotaciones religiosas.

En el primer piso se exhiben esculturas en cerámica, materia apta para demostrar su creatividad y fantasía en objetos de uso cotidiano, además de la importante etapa neoyorquina donde pasó los últimos años de su vida, cuatro años en los que el vértigo de la ciudad y el bullicio de las multitudes influyen sobre su imaginario.

Hay obras emblemáticas de un mundo fantástico, "Golem", "Hombre Cósmico en rosa", ambas acuarelas sobre papel de 1966 y otras como "Formas, símbolos e imágenes" de 1967, en el que se ha liberado de la grilla ortogonal y los símbolos aparecen dispersos: la menorah, la copa, la escalera, el retrato con pipa, el número 5.

A la entrada del museo hay varios murales realizados en 1962, pero llama la atención uno de 19 metros que estaba en la Caja de Pensiones del Frigorífico del Cerro.

El Museo rinde homenaje a sus compañeros del TTG y se exhiben obras de Gonzalo Fonseca, Horacio Torres, Manuel Pailós, Francisco Matto, Julio Alpuy, Edgardo Ribeiro, José Montes, Antonio Pezzino y Manuel Aguiar .

En consonancia con los propósitos enunciados, entre ellos, lugar de encuentro y de debate, se realizó durante tres días un coloquio internacional "Latinoamérica en foco: perspectivas sobre la cultura y el arte", coordinado por Cristina Rossi (Argentina), con la participación de destacados especialistas: Cecilia de Torres (rioplatense), Ana María de Moraes Belluzzo (San Pablo), Alvaro Medina (Colombia), María de las Mercedes Reitano y Laura Malosetti Costa (Argentina), Laurens Dhaenens (Bélgica), Gabriel Peluffo Linares y Alicia Haber (Uruguay), Ticio Escobar (Paraguay)

El museo se encuentra en la calle Sarandí 524 Montevideo, Uruguay ([email protected] / www.museogurvich.org).

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