27 de diciembre 2018 - 00:04

Una megaobra para 4,3 millones de personas

El plan Emisario Sistema Riachuelo construye 40 km de túneles de residuos cloacales y una nueva planta de tratamiento para mejorar las condiciones de la cuenca.

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Con tramos al sur de la Ciudad de Buenos Aires y en el partido de Avellaneda, la mayor obra sanitaria de los últimos 70 años de la Argentina se extiende en la profundidad del subsuelo. Se trata del plan Emisario Sistema Riachuelo, una compleja red de túneles de más de 40 kilómetros a unos 20 metros bajo tierra para transportar y tratar los residuos cloacales de 4,3 millones de personas. Uno de los objetivos principales es sanear parte de los efluentes que se vierten al Riachuelo y mejorar la calidad de vida de quienes viven en la cuenca Matanza-Riachuelo.

La faraónica obra hidráulica es por tamaño y costo de las más importantes del país, y se estima que generará de manera directa 1.500 empleos. La ampliación de la capacidad del sistema permitirá liberar parte del volumen de la planta de tratamiento de Berazategui, lo que redundará en la posibilidad de llevar las cloacas hasta los hogares de otras 1,5 millones de personas, una necesidad prioritaria para barrios del conurbano bonaerense.

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Los extensos túneles fueron excavados por un total de cinco tuneleras y hay 3 todavía trabajando. Uno de los tramos principales es de 10,5 km y bordea por el margen porteño al Riachuelo y conectará con el último que entró en funcionamiento, un túnel de 5,2 km y 4,5 m de diámetro a más de 24 m de profundidad que recibirá desechos cloacales y los conducirá hasta la Planta de Pretratamiento Riachuelo que ya se construye en Dock Sud. Desde este punto, un conducto se está excavando por debajo del Río de la Plata para que, al estar concluido, drene las aguas tratadas bien adentro en el río.

Uno de los sectores más impactantes de los trabajos que se están realizando son las obras en medio del polo industrial de Dock Sud. Allí Ámbito Financiero pudo participar de una visita al corazón de la obra. Junto a donde estará la futura planta para tratar los efluentes hay dos inmensas perforaciones revestidas de hormigón y unidas en el fondo por un acceso: es “el pozo de ataque”.

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Tras un descenso de varios minutos en un montacargas se llega a 40 metros de profundidad, el cielo es un recorte lejos allá arriba. A nivel del suelo está la entrada al túnel que se excava bajo las aguas del Río de la Plata y por ahora promedia unos 5 km, pero alcanzará 12 km para filtrar las aguas sucias lejos del tránsito marino de esa zona. El extremo del túnel, donde trabaja la tunelera, se pierde en la lejanía, en un punto oscuro al que no alcanza la vista, entre bloques de hormigón, tubos, cables y pasarelas. Una cinta sinfín retira el material excavado en una atmósfera de humedad y penumbras. En el suelo mojado están las vías del vehículo que lleva y trae a los obreros y los materiales hasta la zona de trabajo.

Problemática y financiación

“El Sistema Riachuelo resuelve un problema estructural existente de nuestras limitaciones de capacidad de transporte (de residuos cloacales)”, explicó a este medio Marcela Álvarez, directora de las obras. También contó que activar los viejos planes de esta obra fue una de las prioridades de AySA cuando volvió a la esfera estatal. Sobre las perspectivas de recuperación del Riachuelo, Álvarez es realista y aunque no se espera que vuelva a tener aguas cristalinas, aporta unos datos: “En caudal, el 70% de la contaminación es de origen cloacal”. Aunque también aclara que lo más dañino proviene de los contaminantes de las fábricas, otro de los temas pendientes.

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La inmensa obra implicará un presupuesto total de u$s1.200 millones, u$s840 millones financiados por el Banco Mundial y u$s360 millones por el Gobierno nacional. La iniciativa fue encarada por AySA, bajo la órbita del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda que conduce Rogelio Frigerio, ante una necesidad de ampliar un sistema cloacal colapsado por décadas sin obras de envergadura mientras la población se multiplicaba.

Una de las particularidades de este proyecto es que fue uno de los pocos que se salvaron de los ajustes que el Ejecutivo encaró tras el endurecimiento de la crisis. Según explican, la prioridad de “Sistema Riachuelo” está dada por varias circunstancias. Entre ellas, cumplir los plazos y compromisos para los desembolsos del Banco Mundial, la necesidad de acatar lo dispuesto por la Corte Suprema en la causa “Mendoza” para el saneamiento del Riachuelo y la urgencia evidente de reemplazar una estructura con secciones de hasta un siglo de antigüedad.

Pese a que la obra no pudo esquivar las salpicaduras de algunos contratistas en el escándalo por las coimas del caso “cuadernos” -como toda obra pública de cierto tamaño-, esto no tuvo efecto visible en el avance de las etapas previstas y la fecha de inauguración sigue firme, para 2021.

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