Habitualmente, se piensa a los lugares de tango cinco estrellas, caros y con buena cena incluida, como para los turistas, salvo por algún festejo grupal o convite empresario.
Pero en tiempos como éste en que la situación cambiaria no es la más atractiva para el turismo, algunas de estas casas tangueras replantean sus shows y empiezan a pensar en el mercado local, para beneficio de los porteños que pueden acceder y, quizá, para menor rédito desde el punto de vista comercial. En este marco, llegaron Amelita Baltar (de lunes a miércoles) y Nacha Guevara (de jueves a domingos) a uno de los locales ya bien instalados en la agenda de Buenos Aires, ubicado en pleno centro en el bellísimo edificio que en otros tiempos ocupara al cine Metro.
Nos tocó ver, en función para prensa e invitados, la "opción Nacha". Actores, cantantes y bailarines conocidos, muchos periodistas y algunos ilustres de la política (el gobernador Daniel Scioli con su esposa Karina Rabolini y su hermano Pepe, el presidente del Instituto Cultural de la Provincia Jorge Telerman, el ahora funcionario Alberto Samid) estuvieron ocupando buena parte de un salón enorme capaz de albergar a 1300 comensales/espectadores.
Nacha Guevara ocupa un lugar particularmente destacado, rompiendo la lógica convencional de estos lugares que suelen relegar a las "estrellas" a un pequeño final del show. Nacha a la que es cada vez más difícil descubrirle los 73 años de edad- tiene tres momentos y, así, su brillo se recorta de manera muy fuerte por sobre todo lo demás. En el primero es Tita Merello, con "Arrabalera", "Qué me van a hablar de amor" y "Se dice de mí; y es capaz hasta de jugar con las desafinaciones y los "gallos" que eran una característica en la legendaria cantante y actriz. En una segunda aparición, se pone gardeliana e interpreta, entre la "mugre" tanguera y el music-hall, "Malevaje", "Chorra" y "Che bandoneón". Y cierra su participación, y también el show, con "No llores por mí Argentina", desde un balcón y ataviada como Evita.
No hay en este "Glorias Argentinas" mayor sorpresa; porque tampoco es eso lo que se busca. Pero la directora y vestuarista Dolores de Amo logra un buen equilibrio entre la presencia saliente de Nacha y la del resto del elenco. Es que hay un cuerpo grande de muy buenos bailarines; y en ese sentido, es una pena que no haya un programa de mano que consigne sus nombres y sus trayectorias. Una orquesta típica ampliada a cargo de la violinista Érica Di Salvo se luce particularmente en "Quejas de bandoneón" y "Canaro en París", y un cuarteto "de señoritas" acompaña a Nacha. Hay, como siempre en estos shows, un momento piazzolleano instrumental y bailado. Y está Juan Carlos Copes, que ahora con la joven Guadalupe García en lugar de su hija Johana, evoca lo mejor de su historia de tango "al piso" con "Danzarín" y "La cumparsita".
R.S. |
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