27 de julio 2016 - 00:00

“No sólo los padres pueden ser manipuladores y difíciles”

Después de describir sentimientos negativos de unos hijos hacia sus padres en “La muerte es un efecto secundario”, la escritora dice haber querido “pasarle factura a los hijos” y, de paso, contar los vaivenes económico-políticos del país a partir de los 70.

Shua. Tengo tres hijas mujeres, y me preguntaba ¿cómo hago para que nadie piense que son mis hijas?”.
Shua. Tengo tres hijas mujeres, y me preguntaba ¿cómo hago para que nadie piense que son mis hijas?”.
 "Quería escribir de una hija que es mala persona y el sufrimiento que viven los padres, cuando es muy poco lo que pueden hacer", comenta Ana María Shua sobre su novela "Hija", que publicó Emecé, donde relata la historia de vida de una pareja desde los años 70 hasta hoy atravesando las propias vicisitudes y las del país. La obra de la escritora argentina, cuya obra ha recibido numeroso lauros, tiene hitos como las novelas "Soy paciente", "Los amores de Laurita", "La muerte como efecto secundario", entre otras, sus libros de microrrelatos y los para chicos. Dialogamos con ella sobre la historia de una hija que "es un mal bicho".

Periodista: ¿Cómo surge en usted la idea de su nueva novela?

Ana María Shua:
Los libros que uno escribió son como piezas de un rompecabezas que van armando algo, y en el medio queda la forma de las piezas que faltan. Con "Hija" me pasó algo así. En "La muerte como efecto secundario" había escrito sobre los sentimientos negativos de los hijos hacia los padres. Ahora sentí que tenía ganas de pasarles factura a los hijos. No sólo los padres pueden ser manipuladores y difíciles, también los hijos. Y Natalia, la hija de "Hija", es absolutamente manipuladora, es lo que en antiguo argentino psicoanalítico llamábamos psicopatona. Es una persona que carece absolutamente de culpa. Lo interesante es que no es mala hija, no es que maltrate a sus padres, no es que les contesta mal, no es que se hace tatuajes, simplemente hace lo que quiere con ellos, los manipula y obtiene de ellos lo que sea sin importarle a quién pueda dañar.

P.: ¿Por qué "Hija" está contada desde la historia de vida de Esmeralda, la madre?

A.M.S.:
Esmé es una mujer de mi generación, y de alguna manera me quise plantear una especie de ucronía personal, todas las cosas que podían haberme pasado si no me hubieran pasado las que ocurrieron en la realidad. La novela sigue la historia de Esmé, desde mucho antes de que esa hija naciera, desde la época de la dictadura, del exilio en Francia, el deseo de tener un hijo postergado una y otra vez. Me importaba mostrar que había sido una hija muy deseada. No quería excusas psicoanalíticas para la maldad de esta chica, quería que fuera mala a la antigua. Hay gente mala en el mundo, uno lo sabe bien, y han tenido una mamá y un papá que seguramente los querían. Creo que en mi novela es muy políticamente incorrecto plantear que alguien puede ser malo sin justificarlo porque los padres le hayan pegado de chico.

P.: El exilio es una elección para los que van a ser los padres de Natalia.

A.M.S.:
No son realmente exiliados. Esmé había tenido una pequeña participación como militante en la universidad. Guido, su marido, ninguna; era un teórico. Tenían motivos para irse, el miedo, la dictadura había matado a la hermana de Esmé, pero no eran exiliados como los militantes. Esa historia de una típica pareja de clase media cuenta un poquito los vaivenes económico-políticos del país. Ella es publicitaria, él hace intentos más o menos fracasados de poner una empresa, de ser independiente, en fin una cosa muy argentina: probar por aquí, probar por allá, conformarse con lo que uno consiga.

P.: A la vez que cuenta la historia de esa familia, usted cuenta también lo que le va pasando como autora. ¿Cómo se le ocurrió esa idea?

A.M.S.:
Cada capítulo se acompaña con un diario donde cuento de dónde saqué los materiales para escribirlo y las dificultades con las que me voy encontrando al escribir la novela y cómo las resuelvo, o no las resuelvo. En la prehistoria de la novela, cuando simplemente pensaba que quería escribir de una hija que fuera mala persona, de lo peor que le puede pasar a los padres: que su hija sea mal bicho. Tengo tres hijas mujeres, ¿cómo hago para que nadie piense que son mis hijas? Pensé, voy a escribir un diario diciendo lo buenas y amorosas que son mis hijas. Una estupidez, iba a ser completamente inverosímil, y de inmediato iba a arrojar sospechas sobre mis hijas. Pero me había gustado el diario contando cómo y por qué iba escribiendo cada cosa. Es una curiosidad que se tiene como lector: de dónde sacó los materiales, qué inventó, las dudas y angustias que tuvo el autor. Sin abrumar con confesiones. "Hija" es una novela dura, me costaba escribirla, que Natalia fuera tan mala persona no me resultaba fácil. El sufrimiento de la madre era grande y yo lo compartía. No podía dejar de pensar cómo hubiera manejado yo una situación así. Hay un punto en que uno se siente absolutamente desguarnecido, uno siente que es tan poco lo que puede hacer por la vida de sus hijos.

P.: Y es por esa hija que aparece el tema de la droga.

A.M.S.:
Que la chica se meta en el negocio de la droga química me pareció como un desenlace natural para una persona con esas características. Natalia está todo el tiempo buscando un negocio que realmente le rinda, le importa la plata más que ninguna otra cosa. Un signo de los tiempos; hubo una época en que uno decía: si lo hizo por sus ideales está bien; y hubo otra época en que todos empezamos a decir: si es por plata se entiende.

P.: Usted ha producido ya una obra amplia y variada.

A.M.S.:
No tanto, ésta es la sexta novela. Bueno, tengo muchos libros de cuentos, y muchos de microrrelatos. Y libros para chicos. Sí, un montón de libros, pero bueno empecé muy joven.

P.: ¿Ahora qué está escribiendo?

A.M.S.:
Últimamente estuve muy dedicada a literatura para chicos. Terminé una novela con Lucia Laragione, que es el tercer volumen de una trilogía de viajes en el tiempo en que un chico de esta época viaja a cada una de las fechas patrias. Ahora estoy con ganas de escribir cuentos para adultos, pero por el momento nada.

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