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Pintura amarga de una generación
Desde aquel debut conjunto llamado «Hotel Room», que ambos hicieron en Nueva York 1998, el catalán Cesc Gay realizó nueve películas y ya tiene cierto cartel. En cambio, Daniel Gimelberg se ha tomado su tiempo. Mejor dicho, ha ido realizando su propia película en el tiempo que le dejaban libre sus trabajos como director de arte en obras de gran desafío formal como «La antena», ambientada en los 20, las dos de «El ratón Pérez», dos buenas comedias románticas, dramas, etc., hasta culminar por ahora con «El último Elvis». Eso, amén de hacer el diseño de producción en dos películas de su amigo y algunas otras cosas.
Así, la película que ahora vemos empezó a rodarse allá por el 2009, tuvo una primera versión en 2010 y así se mostró en una sección informativa del Bafici, recién ahí empezó a trabajar la música definitiva, para la que Luis Alberto Spinetta reversionó un par de viejos temas suyos, a fines del 2011 hubo una segunda versión ya casi definitiva, en febrero del 2012 pasó lo que ya sabemos, siguieron corriendo los meses, siguió la lucha durante los ratos libres de su autor, y al fin ahora puede estrenarse. Sufrimientos del cine independiente, que le dicen.
El resultado no es perfecto, pero es respetable. Historia partida en dos, presenta a un joven caminando en la noche, reclamando una dádiva mensual del socio de su padre, agarrando cada vez más bronca, incluso contra quienes lo aprecian. Para colmo es invierno. Con esas situaciones alternan otras, de un verano anterior. La familia completa, la noviecita, los juegos particulares con un amigo que piensa emigrar, el padre bueno que parece amar la música progresiva, punto de contacto con el hijo. La casa, antes y después. Y el pibe que debe soltar toda su desesperación para, tal vez, empezar de nuevo.
Buen elenco, edición y fotografía debidamente trabajadas para provocar ciertos sentimientos, dos canciones bien colocadas («Todas las hojas son de viento» y «Bajan»), y la pintura amarga de una generación poco preparada para crecer en el mundo real. Adviértase al respecto la discusión con un profesor que se niega a aprobar al alumno que no sabe. Transcurre en algún lugar de Núñez o Belgrano, a juzgar por un graffiti que dice «Defe capo», y en zona centro. Dato al margen, hay dos tomas fugaces de la 9 de Julio con las plazoletas de antes.
P.S.
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