- ámbito
- Edición Impresa
Torres cautivó con recital de cámara
Suele decirse con más lógica que originalidad que la música de cámara es el terreno donde los intérpretes se fusionan y -si su talento, intuición y química se los permiten- terminan por ser uno solo. Puede imaginarse entonces lo extraordinario del resultado si, por ejemplo, pianista y cantante son literalmente una sola persona, como sucedió el martes cuando el barítono Víctor Torres brindó un recital en el ciclo de música de cámara que lleva adelante la AMIA en su auditorio.
Claro que sería menester buscar mucho para encontrar (aquí o afuera) a un cantante lírico del nivel de Torres que pudiera llevar adelante una empresa de estas características y que fuera capaz de llenar el espacio, el tiempo -del que la música, como dijo bellamente Borges, es una misteriosa forma- y la atención del auditorio con la simple magia de su voz y sus manos.
Una de las virtudes más apreciadas de este cantante argentino es su facultad de bucear en todos los géneros que aborda con la misma claridad de lectura y de dicción y con idéntica entrega. Algo de ese espíritu tuvo el repertorio de este recital, que fue de Mozart a Luis Alberto Spinetta y de Mahler a Joni Mitchell, brindando en ciertos casos maridajes tan insólitos como lógicos. Algunas breves piezas para piano relativamente sencillas en su escritura pero no en las dificultades interpretativas que demandan funcionaron como nexos entre el ramillete de las canciones seleccionadas por el músico.
Por una evidente razón (la dificultad de tocar y cantar simultáneamente) el común denominador de las piezas vocales y pianísticas fue su serenidad y transparencia, y esto derivó en un clima de intimidad profunda. Podría mencionarse la sublime belleza de sus versiones de "Abendempfindung" de Mozart, "Du bist die Ruh" de Schubert, "Ich bin der Welt abhanden gekommen" de Mahler o el tema principal de la película "Los paraguas de Cherburgo", firmado por Michel Legrand, pero limitarse sería una injusticia.
Presenciar el recital fue para el público casi lo mismo que asomarse al mundo privado de Torres, verlo y oírlo transitar partituras o armonizar melodías; haberlo permitido fue por parte de este artista una muestra más de grandeza y de generosidad.
Dejá tu comentario