27 de julio 2016 - 00:00

Una admirable vuelta de Richard Price a la novela

Una admirable vuelta de Richard Price a la novela
 "Cuando se corre la voz de que escribiste una película con Robert de Niro o una con Al Pacino, todo pasa a ser momentáneamente más sencillo", suele decir Richard Price, que tiene en su haber 30 guiones de películas en base a ideas propias o de productores, adaptaciones de novelas propias y ajenas. Entre otras, "El color del dinero" para Scorsese, "Clockers" para Spike Lee, la serie de televisión "The Wire". Pero Price quería volver adonde había comenzado, a la novela. Iba a escribir un thriller "porque son excitantes", algo rápido, sin muchas complejidades, tenía la historia. Un policía de Nueva York, que había sido un policía de élite, del grupo "Los gansos salvajes", y un día, pasado de cocaína, tiroteándose con un traficante, mató a un chico, y ahora, a los 40 años, es un sargento que hacía la ronda nocturna por Manhattan en un patrullero, con una vida familiar sosegada, siempre que no se pusiera a pensarlo. La élite de lo que consideraban "gatillo fácil" eran seis hombres y una mujer. Todos se habían quedado con una cuenta pendiente. Un criminal al que no habían dado caza, al que llamaban "El blanco", con el que tenían una cuestión personal como el Capitán Ahab con la Ballena Blanca. Cuando uno de esos impunes aparece muerto, el sargento Billy Graves entra en una trama que pega a las páginas, piensa en sus antiguos compañeros, la mayoría fuera de la Policía, con nostalgia y sospecha. Si es culpable uno de ellos, ¿debe denunciarlo? ¿Qué hacer cuando la Justicia no puede hacer justicia? ¿Se puede seguir escondiendo bajo la alfombra un crimen o las basuras de un matrimonio? Price quería hacer un policial simple, fácil, vertiginoso, en cuatro meses; tardó cuatro años y cuando le repiten que logró una obra maestra, ironiza: "No será 'Los hermanos Karamasov', pero a lo mejor puede ser 'Los primos Karamasov', ¿no?".

M.S.

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