21 de junio 2007 - 00:00

Agrada comedia de costumbres italiana

Los hermanos de «Líbero», agradable comedia de costumbres italianacon situaciones reconocibles.
Los hermanos de «Líbero», agradable comedia de costumbres italiana con situaciones reconocibles.
«Libero» («Anche libero va bene», Italia, 2006, habl. en italiano). Dir.: K. Rossi Stuart. Guión: L. Ferri, F. Starnone, F. Giammusso, K. Rossi Stuart. Int.: A. Morace, K. Rossi Stuart, B. Bobulova, M. Nobili, P. De Silva; F. Strati.

Esta película debería haberse estrenado el Día del Padre. No porque el que acá veamos sea un ejemplo, sino precisamente porque muestra lo difícil que es ser padre, y lo mucho más difícil que es ser hijo, aunque entre ambos se quieran, se soporten, se acompañen y quieran lo mejor para el otro. El problema es que generalmente lo que uno quiere como mejor para el otro no es lo que el otro quiere.

En este caso, por ejemplo, el padre exige que el chico vaya a la escuela de natación, y éste suspira cada vez que pasa por la escuelita de fútbol.

Cuando al fin, a las cansadas, considere el deseo del hijo, de nuevo va a condicionarlo. «¿Qué puesto te gusta?» «Centrocampo» «No, mejor jugá de líbero». «Y si, de líbero también está bueno». Como decir, a los locos hay que seguirlos para el lado que disparan. Y duele mucho cuando el loco es el padre que hay que soportar y cuidar porque es un grandote inmaduro, apenas treintañero, que se vuelve histérico cuando algo contradice sus planes, o su inseguro sentido de la autoridad. Un psicoanalista encontraría totalmente coherente que el sostén de la casa, que es camarógrafo, pretenda salir del pozo aferrándose a una steadycam que compró en cuotas (para colmo hipotecando la casa y peleándose con los clientes), y el chico, mientras tanto, se entretenga asomándose al borde del tejado del viejo edificio de departamentos donde viven.

Junto a ellos está la hermana del chico, que es un poquito más grande y se entretiene sin mayores problemas (ni recelos morales), y la madre. Pero de la madre no corresponde adelantar nada. Da para comentar mucho, pero es como una sorpresa que reservan los guionistas. Y están los vecinos, y el chico de los vecinos, que componen la familia modelo con la cual nuestro pequeño protagonista se siente incómodamente a gusto. Y la escuela, con el primer atisbo de enamoramiento, los compañeros poco confiables, la maestra desgreñada, y la única autoridad que los chicos respetan: el portero (un portero viejo estilo, se entiende). Con esos personajes, que a veces se le pierden un poco pero tienen carnadura humana y se hacen debidamente reconocibles en estos tiempos, el actor Kim Rossi Stuart hizo su debut como director. No llega al nivel que a su edad tenía el maestro Luigi Comencini, gran conocedor del tema, pero está bien encaminado, trabajando lo suyo sin cargar las tintas ni mezquinar alguna luz de esperanza. Su obra tiene sentido, y además está bien actuada, sobre todo por el muchachito Alessandro Morace, que también debuta. Filmada en el Lazio.

P.S.

Dejá tu comentario

Te puede interesar