8 de enero 2007 - 00:00
Casi nadie compra arte para especular
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En muy pocos casos quien compra arte en forma particular o en subastas especula con una
ganancia futura; generalmente lo hace por el placer de disfrutarlo o poseerlo, o como un
símbolo de prestigio y ascenso social.
Formar una colección es un deseo de muchos y en pocos casos se concreta. Generalmente el primer responsable es el que desea hacerla y no tiene en claro cómo llegar a formarla. Erróneamente se denomina «colección» a una cantidad grande de obras (por ejemplo, que supere las 30) y el único criterio es el gusto personal o las facilidades económicas que tiene el comprador en un momento dado. Cabe resaltar que aquellos que adquieren obras de arte tienen un valor agregado único e irrepetible que es el valor del disfrute a diferencia de otras adquisiciones que carecen del mismo, como la compra de acciones o colocaciones en bonos o especulación en inmuebles. Aquellos que tienen una obra de arte tienen el placer de contemplarla, compartirla con sus amigos, prestigiar su hogar o despacho, y ver cómo se valoriza en sus paredes sin tener que pagar por ello impuestos o tasas o expensas comunes.
Vivir con arte es mejorar nuestra calidad de vida y genera un rédito espiritual que en la mayoría de los casos supera el material. También aquellos que coleccionan arte contemporáneo En muy pocos casos quien compra arte en forma particular o en subastas especula con una ganancia futura; generalmente lo hace por el placer de disfrutarlo o poseerlo, o como un símbolo de prestigio y ascenso social.
Cada vez son más los que se incorporan al mercado y la demanda aumenta, lo cual motiva una suba de los precios. Como se ve, las motivaciones para comprar arte son numerosas; una obra de arte no un bien suntuario; sino parte de una vida mejor.
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