26 de septiembre 2007 - 00:00

Cruce cultural, lo mejor de Amy Tan

Cruce cultural, lo mejor de Amy Tan
«En contra del destino» de Amy Tan. Buenos Aires, Editorial Debolsillo. 432 págs.

Hija de inmigrantes chinos y fuertemente conectada con la cultura asiática la escritora Amy Tan (Oakland, California, 1952) volcó buena parte de su historia familiar en varias de sus novelas, especialmente en «El Club de la Buena Estrella», llevada al cine en 1993, y en «La esposa del Dios del Fuego» donde relata, apenas disfrazados, algunos episodios muy cruentos de la infancia y juventud de su madre. Esta mujer enérgica y luchadora, huyó de Shangai, dejando atrás a un marido abusivo y a las hijas que tuvo con él, para casarse en los Estados Unidos con un pastor baptista de origen chino del que se enamoró perdidamente. Según su hija, siempre fue muy atractiva, pero tenía muy mal carácter y a la menor contrariedad amenazaba con suicidarse. «Mi madre podía protegerme y a la vez hacerme daño, de la mejor y peor manera posible», declara Tan en uno de los capítulos de «En contra del destino». El libro reúne anécdotas, ensayos breves y diversos artículos (algunos publicados anteriormente) que permiten ahondar en la vida y la obra de la escritora.

Su principal preocupación es tomar distancia de sus personajes e informarle a sus lectores qué verdades se esconden detrás de cada una de sus novelas, habitualmente centradas en los conflictos madre-hija y en las dificultades de conciliardos culturas tan diferentes como la norteamericana y la china.

Los gustos literarios de Tan, así como sus recetas de escritora, no son nada destacables, pero cuando insiste en señalar sus éxitos editoriales o explica una y otra vez lo bueno que resultó el guión de su película, dan ganas de saltearse algunas páginas.

Como siempre, lo mejor de su prosa se relaciona con las anécdotas asiáticonorteamericanas. La autora guía al lector por un bullicioso mercado de Shangai acompañada por su familia materna; explica cómo logró echar a un fantasma de su casa gracias a los buenos oficios de un especialista chino y detalla con gran encanto las costumbres, creencias y reglas de conducta asiáticas con las que en cierto modo tuvo que luchar para no entregarse al fatalismo que su madre insistió en transmitirle.

También resultan de interés sus referencias a la sociedad china actual, con datos como la elevada tasa de suicidios femeninos que registra ese país.

Patricia Espinosa

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