15 de marzo 2005 - 00:00

"Debo haber sido el único hombre que emocionó a Thatcher"

El inglés Hugh Hudson con su esposa, la actriz Maryan D’Abo, llegando a Mar del Plata. El cineasta es una de las figuras más notorias del jurado oficial del festival.
El inglés Hugh Hudson con su esposa, la actriz Maryan D’Abo, llegando a Mar del Plata. El cineasta es una de las figuras más notorias del jurado oficial del festival.
Mar del Plata (Enviado especial) - Alto, atento, y un poquito cansado de atender estudiantes que lo consultan por cualquier tema, o le quieren mostrar sus trabajos, y a los que recibe con santa paciencia, el inglés Hugh Hudson (ganador del Oscar por «Carrozas de fuego») dio en Mar del Plata, donde integra el jurado oficial, una interesante clase maestra donde analizó diversos aspectos de su obra. Dialogamos con él inmediatamente después de terminada la clase.

Periodista
: Usted debutó con un documental admirable, «Fangio».

Hugh Hudson: El productor era Giovanni Volpi, fundador del Festival de Venecia. El me llamó, después de ver algunos trabajos míos, y me dio todas las facilidades. Revisamos viejos documentales, llevamos a Juan Manuel Fangio a los mismos lugares de sus grandes carreras, y lo visitamos un par de veces en Balcarce. Por un tiempo, hubo entre nosotros una relación muy cercana, casi de padre e hijo.


P.:
¿Cómo fue eso?

H.H.: El ya tenía 62 años, yo apenas 30. Nos llevábamos muy bien, con reglas de respeto mutuo, y una gran admiración por parte mía. Fangio pertenece a la generación de oro del automovilismo, como Lascari o Moss, personajes románticos de una época romántica, cuando corrían solo con unos guantes sin dedos, una remera, y una gorra de cuero. Pero además, y esto es lo que realmente me conmueve, Fangio, el único quíntuple campeón mundial durante décadas, se mantuvo siempre sencillo, modesto, sin pretensiones.Yo tomo como ejemplo su modestia, porque hizo su carrera bien desde abajo, empezando como peón de taller a los 13 años, llegó a campeón, y a presidente de una empresa automovilística, y terminó de nuevo en un taller, como si nada. Nunca se fue de la casa paterna. Nunca dejó a sus padres. Y siempre fue derecho, honesto. Por eso en Balcarce todos lo adoran. El es un ejemplo de vida, y su hermano Toto, lo mismo.

P.:
¿Se siguieron viendo después del rodaje?

H.H.: Sí.Yo vine seis o siete veces, él pasaba a verme cuando iba a Londres, y siempre nos telefoneábamos. De aquella época tuve también un gran amigo automovilista, Juan Manuel Bordeu.

P.: Un poco de su documental parece signado por el peso de la muerte. ¿Puede ser?

H.H.: La suya era una profesión de riesgo, era jugar con la muerte. Cada tanto surgía alguna anécdota fea, sobre compañeros o colegas que se habían matado. Por otra parte, cuando filmamos, los padres ya estaban viejos, y él se preocupaba mucho por ellos. Todos sentían que algo empezaba a terminarse. Y si bien no pusimos nada voluntariamente para remarcar el peso que usted dice, nos pasó algo. Estábamos haciendo una toma aérea, siguiendo a Fangio que iba por la ruta, y por un desperfecto la avioneta se vino abajo. Murieron el director de fotografía, el piloto, y otra persona.Impresionante,cayó muy cerca del coche de Fangio. Quizás algo de todo eso está de algún modo en la película.


P.: Antes, usted había hablado de una relación tipo padre e hijo. Eso también suele aparecer en sus trabajos.

H.H.: Por ejemplo en «Greystoke, la leyenda de Tarzán». Le cuento algo. El guionista no estaba conforme con el resultado final, donde la Warner había tenido bastante influencia, de modo que se negó a aparecer en los créditos. ¿Sabe a quién puso en cambio? A su perro. Debe ser el primer caso de un guión firmado por un perro.


P.:
Suena coherente, tratándose de una historia de monos. ¿Es realmente el mejor trabajo de Christophe Lambert?

H.H.: Hay quien dice que es el único bueno. Con el tiempo, su carrera se ha detenido. En cambio su partenaire, Andie McDowell, que entonces era una modelo top, siguió estudiando y ahora es una gran actriz. Yo quería intérpretes menos conocidos, como los de «Carrozas de fuego», pero esos ejecutivos que saben tanto insistieron con los grandes nombres. Vea la diferencia: «Carrozas...» costó 5 millones de dólares y recaudó 210, mientras que «Greystoke» salió 35 y ganó 180. Y hablo de 35 de entonces, porque hacerla ahora saldría cerca de 100 millones.


P.:
¿A qué atribuye el éxito de «Carrozas de fuego»?

H.H.: Hay dos formas de procesar lo que ahí se muestra. Como un relato sobre cómo algunos les cierran las puertas a la gente de talento, o como un tributo a la tenacidad.Yo me eduqué en una escuela muy prestigiosa, donde iban los hijos de la aristocracia. No es mi culpa, pero me sentía un poco afuera de ese ambiente. Por eso pude entender muy bien esa historia de deportistas olímpicos de la década del '20, uno que dejará todo para ser misionero católico, y otro que por razones religiosas se niega a correr en día sábado. Ellos son alentados pero también condicionados por la sociedad, que trata de cambiarles sus metas.Y ahí es donde se da el choque entre sociedad y conciencia. Entre el grupo más poderoso de la época, en el entorno del príncipe de Gales, y el hombre de 20 años preparado para decir que no. Esta es una historia real.


P.:
Que usted contó de una forma que emocionó a todo el mundo.

H.H.: Y sí... inclusive hasta a Margaret Thatcher, y eso ya es mucho. Debo haber sido el único hombre que lo logró.


P.:
Cuando se estrenó en la Argentina estábamos en plena guerra de Malvinas, había una verdadera anglofobia en el ambiente, y sin embargo «Carrozas...», tan británica, seguía primera en la taquilla.

H.H.: Estoy muy agradecido por eso.Yo lo sabía por los diarios ingleses, y me admiraba. Creo que puedo dar una explicación. Las emociones personales son el mejor lado de la naturaleza humana. Y cuando los sentimientos son generales, van más allá de las ideas políticas. Me admira cómo los argentinos pudieron superar ese odio, que era circunstancial, y desde entonces les agradezco por ello. Acá hay mucha nobleza.


P.:
¿Piensa dirigir alguna otra película?

H.H.: Estoy trabajando sobre tres proyectos pero, como Fangio, soy consciente de mis límites.


Entrevista de Paraná Sendrós

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