“Me gusta el modelo de director todoterreno que se mueve en todos los circuitos”, dice Nelson Valente, autor y director de “El loco y la camisa” que hace tiempo es elegido por el teatro comercial y que esta temporada tiene en Mar del Plata su obra como una de las más vistas, “El beso”.
"Escape room", adrenalina y romance para el fin de semana
La obra “Escape Room” cuenta la historia de dos parejas amigas que asisten a jugar a una sala de escape pero no imaginan que en lugar de divertirse, en cuanto se cierre la puerta herméticamente, ocurrirán cosas extrañas que tensarán las relaciones al límite.
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En tanto presenta en Buenos Aires como director “Escape Room”, sobre dos parejas que asisten a jugar a una sala de escape pero no imaginan que en lugar de divertirse, en cuanto se cierre la puerta ocurrirán cosas tan extrañas como desopilantes que harán aflorar secretos ocultos.
Protagonizada por Benjamín Rojas, Brenda Gandini, Sofía Morandi y Gonzalo Suárez; escrita por Joel Joan y Héctor Claramunt, a poco de su debut ya está entre las elegidas por los espectadores. Se presenta de miércoles a domingos en el Multitabarís Comafi con producción de Bautista y Joaquín Laviaguerre y Tomás Rottemberg. Conversamos con Valente.
Periodista: ¿Como hace convivir comedia con suspenso?
Nelson Valente: Es una comedia en un espacio de encierro con algunos condimentos que podrían darnos miedo. Creo que el miedo y la comedia en general conviven bastante. Por como está armado el texto permite el juego en el cual los personajes están inmersos en la comedia pero hay un entorno que en el espectador puede causar cierto temor.
P.: ¿Qué puede destacar del guión y cómo pensó la puesta?
N.V.: Me pareció muy interesante que a pesar de tratarse de una comedia de parejas no sucedía en un living, como estamos acostumbrados a escribir o representar, sino en esta sala de escape. Eso es original y cómo utiliza el juego para ir develando secretos de las dos parejas, como armaron los autores el artefacto teatral para que se cuente la historia, que no sea solo una una sucesión de trucos.
P.: La sala de escape, ¿qué puede decir de este entretenimiento de moda que lleva desde chicos de primaria a adultos a jugar?
N.V.: Fui y me tocó una sala de escape que transcurría en un laboratorio y me entusiasmaba mucho la idea de ganar, de poder salir en una hora pero no pude. Hice todo mi esfuerzo y me lo tomé como en la infancia, de verdad, estuve esa hora intentando descubrir los mecanismos para escapar.
P.: El juego como vehículo para que avance la trama, lo usó con “Diganlo con mímica” y en Microteatro con “Tutti Frutti”. ¿Cómo suma el juego a la trama y a lo lúdico combinado con lo dramático?
N.V.: Era más para hacer saltar los conflictos, era una parte de la obra. En este caso el juego es la obra, hasta el final y la revelación.
P.: ¿Cómo crecen los personajes que, como siempre, terminan revelando secretos?
N.V.: Permiten hacer un tránsito grande, entran a la sala de escape de una manera y salen muy transformados. Esta sala de escape es en algún punto una especie de máquina de la verdad donde no queda nada de sus vidas sin decir con lo cual salen transformadas sus relaciones de pareja. Durante una hora, que es lo que dura la sala de escape, tenemos 15 minutos previos a proscenio y el autor arma este mecanismo que le permite hacer que los personajes se muestren con sus miserias y verdades tal cual son.
P.: ¿Qué quedó de aquel creador de la Banfield Teatro Ensamble y los tiempos de exploración con el teatro independiente?
N.V.: Por suerte el trabajo se ha ido diversificando, sigo trabajando con mi compañía en Banfield, produciendo espectáculos independientes y también participo del comercial. Además ensayo en Madrid “Delicado equilibrio” de Edward Albee, de quien se hizo acá Virginia Woolf.
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