(27/12/01) D esde esta columna hemos seguido desde su creación el proyecto del Fondo de las Artes «Ojo al País». Su propósito es reflejar en su más alta expresión el quehacer artístico de las diferentes regiones argentinas no suficientemente difundido en la Ciudad de Buenos Aires.
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Como director del proyecto iniciado en 1999, Luis Felipe Noé seleccionó, junto a otros curadores (Rosa Ravera, Fermín Fèvre, Guillermo Whitelow y Alejandro Puente que se han ido alternando en su tarea), a más de cuarenta artistas de ocho provincias argentinas. En una de las salas del Centro Cultural Borges se puede tener una visión parcial de la labor realizada y comprobar lo acertado de la selección que ha dado oportunidad para que varios de estos artistas sean invitados a participar en exposiciones colectivas, individuales y también premios.
Destacamos la potencia de la escultura de Alejandro de la Cruz (Salta), la «venganza» del paisaje sobre el hombre, de vibrante colorido de Alejandro Andriuolo, así como la hondura sígnica y un sistema de códigos secretos de Enrique Salvatierra, ambos de Catamarca. Los objetos inquietantes de Abel Monasterolo (Santa Fe), la sutileza y delicadeza de los bordados de Mónica Millán (Misiones). Las diminutas, reducidas formas realizadas con la técnica colonial de encaje, conocida como «randa» que aluden dolorosamente a su provincia natal, Tucumán, de Carlota Beltrame. La fotografía de Andrea Ostera de lugares del entorno de su casa, desfocalizadas, imágenes superpuestas y las formas blancas en las que Hugo Cava imprime un dibujo aparentemente ingenuo, ambos artistas nacidos en la provincia de Santa Fe.
Alentador
De Bahía Blanca, Laura Rojas con sus pinturas de suave cromatismo, supuestas figuras que se transforman en arquitecturas idealizadas o viceversa, un lenguaje absolutamente personal. Cristian Delhez, Mendoza, de notoria creatividad y dominio técnicos en dibujos y grabados. Juan Carlos Der Hairabedian, Córdoba, con sus rudimentarios «juguetes», un fino humor que invita a la reflexión sobre el azar que nos acecha.
Un panorama alentador de lo que se hace, a pesar de todo, en el campo de las artes visuales en la Argentina y un merecido reconocimiento para aquellos que saben ver, descubrir y alentar a ocultos creadores.
Como corolario de este proyecto en la temporada 2001 «Alteraciones de la Luz» nuclea a artistas platenses, no todos provenientes del campo de la fotografía pero que utilizan este medio para alterar la reconstrucción de la imagen real que se presenta ante nuestros ojos. Julieta Ansalas, la única fotógrafa, señala que el azar condujo su trabajo que revela espacios deshabitados y es notable el contrapunto lumínico en fotografías de carácter minimalista. Marcela Cabutti, que proviene del campo de la escultura, presenta la idea de paisaje en fotografías en blanco y negro viradas levemente hacia el azul, ambiguas situaciones de elementos que flotan en el espacio. Edgard De Santo, participante de diversas muestras de arte digital, diseñador de Escenografía y Vestuario para las óperas «Oedipus Rex» de Stravinsky y «El Mandarín Maravilloso» de Bela Bartok presentadas en el Teatro Argentino en la temporada 2000, ha realizado una instalación, un «bosque de luces» y troncos reales en los que se reflejan imágenes fotográficas. Patricio Gil Flood con fotografías intervenidas digitalmente, intenta convertir en orgánico un elemento textil como el peluche y finalmente Marcelo Santorelli, actualmente en Colonia, Alemania, becado por la Fundación Antorchas cuyos fotogramas no pudimos apreciar porque la máquina que los proyecta no estaba en funcionamiento. Ambas muestras clausuran el 28 de febrero.
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