29 de junio 2007 - 00:00
Guzmán: otra forma de lo clásico
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Para sus esculturas, Lorena Guzmán toma en esencia ciertas
figuras representativas de la mitología griega dándoles
un golpe de tuerca que las subvierte y transgrede.
Destacamos la sensibilidad y refinamiento del dibujo «Llueve, no para de llover» (2006), lápiz sobre papel con papel recortado y lápiz color de Mónica Millán, artista misionera que trabaja en la recuperación y recreación de tejidos tradicionales y todo lo relacionado con el monte de su provincia natal. Andrea Moccio expone una instalación (2003) con guirnaldas de papel de guías telefónicas con la creatividad que la identifica. Recordamos su última presentación en Estudio Abierto cuando una oficina del Correo Argentino estaba invadida por un «mar» de papel.
Andrés Paredes cubrió una columna blanca del Espacio con una delicada filigrana en papel calado negro. Cristian segura y sus «Libros Recortados», una impecable maqueta del Museo Castagnino de Rosario que admite varias lecturas, entre ellas, cierta ironía sobre el rol que ocupa el museo en la ciudad. Tomás Espina presenta «Muaré» (2005), pólvora sobre papel, elemento con el que se identifica su trabajo. Este artista toma fotos de los diarios, las amplía y las pinta con pólvora en alusión a la violencia en la ciudad.
Descubrimos a Eladia Acevedo, artista rosarina que trabaja con papel procesado en un soporte de madera esmaltada, una geometría rigurosa y obsesiva.
También Manuel Amestoy encierra en una caja vinílica papeles de colores recortados a manera de cascada.
Integran la muestra, además, Eduardo Basualdo, Lorraine Green, Uschi Gröeppel, Sofía García Vieyra, que responden a la idea curatorial de recorrer un jardín de papel en el que los artistas encuentran su poética.
También en el Centro Cultural Borges expone María Grazia Fill, «Africa, América, un discurso». Son muy antiguos el interés y la curiosidad por Africa que se remonta al siglo XV cuando los occidentales pudieron penetrar en el continente, interés que tuvo sus altibajos a lo largo de la historia. A partir de 1896, se compraban «fetiches negros» en París provenientesde las colonias de los países europeos hasta que en 1905 un importante grupo de artistas, entre ellos, Vlaminck, Derain, Matisse, Nolde, Braque, Picasso y Kandinsky, comenzaron a coleccionarlos. Arte «negro», «salvaje», « primitivo», «colonial», diferentes apelativos, que estos artistas comenzaron a mirar con una actitud independiente de toda referencia y para los que constituía un hecho plástico.
Así es para Fill, que ha encontrado en este arte la magia, el ritmo de las formas para ensamblarlas con el arte de América, una simbiosis que la artista ha vivenciado a través de sus viajes y prolongadas estadías en lugares afines a estas culturas. Su aproximación no es de carácter exótico ni folklórico sino de respeto al establecer con sus tintas -color un delicado equilibrio para su discurso visual.
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