4 de octubre 2001 - 00:00

Se pasa el rato y, al rato, se olvida

Déjala correr.
"Déjala correr".
Alberto Lecchi es un hombre de cine. No la va de artista. Sabe que, aun con un largo currículum de ayudante, coguionista (incluyendo «Un lugar en el mundo») y director de cine y TV, todavía le falta mucho para hacer y para aprender. Sobre todo, porque no se queda en un solo andarivel, y, casi sobre la marcha, va probando distintos rumbos. Lo inmediatamente anterior fueron el policial, la aventura de época, el melodrama político y la comedia romántica, todos con muy atendibles resultados. Ahora se prueba en la comedia de vodevil. El resultado no lo favorece, pero tampoco lo deshonra. Vale decir: quiso hacer un pasatiempo, y lo hizo. Sólo que pudo hacerlo mejor.

Dos palabras, antes de seguir. En primer lugar, es bueno que acá quieran hacer de nuevo ese tipo de cine. En otros tiempos, nuestro público lo festejaba mucho, y bien puede suponerse que el público de ahora también ha de celebrarlo, si está bien hecho, es decir, si tiene la gracia, la agilidad, la picardía, la chispa, en suma, todos esos atractivos que dirección, producción, intérpretes y libretistas han de darle, con precisión de relojeros y alma de músicos. Claro que, como bien dicen los que saben, «el vodevil es una forma de las matemáticas superiores». Y no se llega así nomás, de primera intención, a esas alturas. También el dúo Verbitsky-Villalba Welsh, nuestra mejor dupla de comediógrafos para el cine de entretenimiento, tuvo sus problemitas al comienzo.

Bueno, a esta altura, poco interesa el comentario. El lector ya habrá advertido que «Déjala correr» permite pasar el rato, sin que, a la larga, el mismo sea un rato demasiado recordable. Se aprecian, sin embargo, la idea (en una cena «de levante», alguien puede volver el tiempo atrás y corregir sus metidas de pata, destruir los planes del rival, o mejorar un arrime), ciertas habilidades de realización, y, entre otras cosas, Fabián Vena como un típico miembro de la Patota Cultural II, y Florencia Bertotti bailando semidesnuda. ¡Cómo ha crecido esta chica!

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