17 de marzo 2005 - 00:00

"Voces inocentes"

Una imagen de «Voces inocentes», buen film del mexicano Luis Mandoki sobre el reclutamiento forzoso de niños en la convulsionada El Salvador de los años ’80.
Una imagen de «Voces inocentes», buen film del mexicano Luis Mandoki sobre el reclutamiento forzoso de niños en la convulsionada El Salvador de los años ’80.
«Voces inocentes» (México-EE.UU.Pto. Rico, 2004, habl. en español). Guión: O. Torres, L. Mandoki. Int.: L. Varela, C. Padilla, D. Giménez Cacho, O. Medina, G. Muñoz, I. Retes.

Le pegó fuerte al mexicano Luis Mandoki esta historia, al punto de darle un singular giro a su carrera, con consecuencias todavía imprevisibles. El tuvo su primer momento estelar en 1987, cuando hizo «Gaby», con Norma Aleandro como una india amorosamente atenta a la hija discapacitada de su patrona. Con esa película se mudó a Los Angeles, y pasó a dirigir estrellas como Melanie Griffith, Meg Ryan, Jennifer López,Andy García y Kevin Costner, en títulos generalmente románticos, bien presentados en taquilla, como «Nacida ayer» y «Cuando un hombre ama a una mujer», por citar dos de los más conocidos en Argentina.

Pero quince años después, mientras rodaba un comercial, un actor secundario le acercó otro tipo de historia. La historia era sobre un conjunto popular salvadoreño, Los Guaraguaos (vaya a saber uno qué significa), cuyo tema «Casas de cartón» fue casi emblemático para mucha gente de la zona. El detalle es que ahí mismo estaba ocurriendo una tremenda guerra civil, y que las casas de cartón prensado y lata de los pobres eran fácilmente atravesadas por las balas que venían de todas partes. De la guerrilla tanto como del ejército legal.

Pero había algo más. Desangrándose durante años, ambos sectores tomaron una infame costumbre: el reclutamiento forzoso de chicos de doce años para arriba. Ese actor, llamado Oscar Torres, era en aquel momento un niño de once. Por casualidad, se encontró con gente buena que pudo embarcarlo para Norteamérica, donde hizo su vida. Otros de su misma edad no tuvieron la misma suerte. Muchos llegaron a matarse entre ellos, o abusarse de los más chicos. Las didascalias finales hablan de los miles de muertos y exiliados que dejó esa guerra, y subraya también este dato: hoy día, hay aproximadamente 300.000 niños soldados en diversas partes del mundo, sobre todo en algunos países africanos y asiáticos, pero también en Colombia. Si se quiere, a ellos podrían sumarse también los que sirven a los ejércitos privados de narcotraficantes.

«Voces inocentes»,
película necesaria, pensada incluso para público infanto-juvenil, cuenta entonces la vida de un Oscarcito como otros, muestra su mirada de niño de pueblo, sus primeros acercamientos a una chica, las observaciones de sus mayores, la peligrosa influencia de un tío... La obra no es del todo ajena a ese tipo de influencia, aunque dentro de todo resulta bastante equilibrada. Está hablando de niños que no pudieron elegir, no de elecciones de gente grande aunque sin cabeza y muchas veces sin suficiente corazón.

En la caracterización de las víctimas pesa un poquito cierto esquematismo de izquierda, tipo «Alsino y el cóndor», cinta nicaragüense que llegó a ser candidata al Oscar. Y pesa también cierto esquematismo a la americana, en cuanto a casting y narración. Lo cual es lógico, ya que va dirigida al público que consume películas americanas. Y además, aunque la bonita chilena Leonor Varela no luzca precisamente como la gastada madre de un villorrio salvadoreño, en fin, también es buena actriz. Y no desluce al lado de Ofelia Medina, que hace de abuela, ni del niño Carlos Padilla, adecuado protagonista.

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