Periodista: ¿Cómo es que la Bolsa convive en las alturas con tantas noticias inquietantes, y no se hace problema?
Diálogos de Wall Street: ¿qué hace que la Bolsa ignore las malas noticias y siga su viaje de récord en récord?
Que la Bolsa conviva en las alturas con tantas noticias inquietantes no deja de ser un misterio. Lo analiza Gordon Gekko, un veterano de mil batallas en Wall Street.
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Wall Street y una señal que inquieta: ¿optimismo excesivo?
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El dólar global cayó en medio de las negociaciones arancelarias

El comportamiento de Wall Street bajo el análisis de Gordon Gekko.
Gordon Gekko: No deja de ser un misterio. Sería imposible, pienso, si los bonos no se hubieran tomado con suma filosofía la aprobación del paquete fiscal del presidente Trump.
P.: El fin de semana, la Oficina de Presupuesto del Congreso estimó que la nueva “grande y hermosa” ley fiscal aumentará el déficit unos 3,4 billones de dólares en los próximos diez años. Un poco más de lo que decían las estimaciones previas.
G.G.: Y la tasa del Tesoro a diez años, que una semana atrás rozaba 4,5% ahora se hunde por debajo de 4,35%. No es un tema que le preocupe (cuando en abril la espantaba). Y si los bonos no protagonizan un berrinche por el déficit en alza, a un nivel que rondará 7% del PBI, a la Bolsa se le allana el camino.
P.: Estamos en el inicio de la temporada de balances corporativos. Arrancaron los grandes bancos, como siempre.
G.G.: Con buen pie. Con un aumento considerable de los ingresos por transacciones. Sufrimos un pico de volatilidad en los mercados en abril y mayo, y no hay mal que por bien no venga. Eso generó muchos más negocios de compraventa, y fortaleció los resultados por el cobro de comisiones.
P.: Pero también empiecen a llegar las primeras facturas por el impacto de los aranceles que aplicó Trump.
G.G.: General Motors trajo una por 1100 millones de dólares en el segundo trimestre. Ganó 3 mil millones, un 32% menos que un año atrás. Y alertó de que los aranceles van a cobrarle un peaje mayor en lo que resta del año. Ya nos había avisado que iban a quitarle entre 4 y 5 mil millones de dólares a la rentabilidad en 2025. Y mantuvo esa proyección. General Motors importa la mitad de los vehículos que vende en EEUU a diferencia de Ford que solo trae 20% de afuera. El papel de General Motors cayó 6%, a pesar de que no hubo sorpresas.
P.: Está claro que la recaudación de los aranceles no recae en los extranjeros. No, la parte del león.
G.G.: Solo Trump afirma eso. Los importadores y los consumidores de EEUU acabarán pagando la cuenta.
P.: No se nota un gran impacto sobre los precios al consumidor.
G.G.: No todavía, pero sí se advierte su huella con aumentos moderados.
P.: Es la novedad que trajo la inflación de junio.
G.G.: Un poco ya se vio en mayo y algo más en junio. En ítems seleccionados -juguetes, electrodomésticos y muebles- las subas son importantes.
P.: ¿Ya se habrá visto lo peor? ¿O esto recién comienza?
G.G.: Es un derrame incipiente, que debería extenderse los próximos meses. No se olvide que el aumento de aranceles fue avisado con antelación, y la importación se anticipó.
P.: En el primer trimestre, para ganarle de mano a la suba de aranceles.
G.G.: Tal cual. Y el salto de las importaciones fue muy grande. Aproximadamente 5 puntos del PBI.
P.: Ese colchón habrá permitido mitigar el impacto y demorar el ajuste de precios.
G.G.: Es lo que se piensa. En la medida que la suba de aranceles se mantiene firme, el traspaso a precios se hará más visible. Y Trump tiene intenciones de darle una vuelta de rosca más.
P.: ¿Tendrá éxito esta vez? Los aranceles que pretende imponer son los que tuvo congelar en abril porque eran los que desataron mayor resistencia. ¿Doblegará, por ejemplo, la reticencia de la Unión Europea para que pague 20%? Parece difícil.
G.G.: Los aranceles que debió archivar en abril los frenó la debacle acelerada de los mercados, su derrumbe. Y ahora los mercados no se dan por enterados. Y, en el caso de la Bolsa, se viaja de récord en récord.
P.: Los mercados no le están trabando las manos a Trump.
G.G.: Tal cual. Lo dejan hacer. Por supuesto, si la pelea pasa a mayores, es posible que los mercados peguen el grito en el cielo y Trump desista. Pero no es algo que ni siquiera se insinúe todavía.
P.: La semana que viene se reúne la Fed. Powell está tironeado por las presiones políticas de afuera, pero también por la discrepancia de los gobernadores Waller y Bowman, dentro de la Fed, que estarían dispuestos a comenzar ya la baja de tasas. ¿Qué cree que pasará?
G.G.: Nada en julio. A lo sumo habrá una votación interna que exhiba la presencia de dos disidentes. Septiembre tiene muchas chances, pero si la inflación se encabrita, la baja quedará para noviembre o diciembre.
P.: Aunque Trump presione y vuelva a la carga pidiendo la cabeza de Powell.
G.G.: Los de afuera son de palo.
P.: ¿Qué pasaría si, en paralelo, se complica la situación laboral? Es lo que Waller aconseja priorizar.
G.G.: No se olvide lo que dijo Powell. Si no fuera por la suba de aranceles ya habríamos retomado la baja de tasas. El aumento de los aranceles es un shock estanflacionario. Si afecta el empleo y no la inflación, la Fed no dudará en comenzar la baja de tasas. Tiene margen para hacerlo. Si afecta al empleo y a la inflación, es el peor de los mundos. Si teme que se desanclen las expectativas de inflación, mantendrá la tasa.
P.: Aunque Trump patalee.
G.G.: Sí, seguro. Aunque el Tesoro pretenda impulsar una investigación de la Fed a modo de represalia.
P.: ¿Cree, como planteó Mohamed El Erian, que Powell debería renunciar (y llevarse consigo las críticas de Trump) y preservar así la independencia de la Fed?
G.G.: Tampoco. Janet Yellen no obtuvo un segundo mandato en la primera presidencia de Trump. El elegido fue precisamente Powell, un votante registrado republicano que ya era gobernador de la Fed. Y a la primera muestra de independencia, se ganó la iracundia de Trump. No veo que esto vaya a cambiar, simplemente cambiando los nombres. Sería un pésimo antecedente y no serviría de nada.
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