19 de septiembre 2008 - 00:00

Argentino creó campaña que es furor en España: Miravete, el pueblo donde nunca pasa nada

Argentino creó campaña que es furor en España: Miravete, el pueblo donde nunca pasa nada
Llamar a Miravete de la Sierra puede ser toda una experiencia. En el ayuntamiento de este pequeño pueblo de la comarca del Maestrazgo, en la provincia de Teruel, muchas veces no hay nadie. Pero existe otro número: el de un teléfono público que atiende el vecino que casualmente pasa por allí. Lo cual tampoco es nada fácil, porque la localidad tiene apenas 12 habitantes.

Esta vez hay suerte. "Soy Antonio, el albañil", contesta el interlocutor al otro lado del hilo. Antonio no vive allí, sino en un pueblo vecino a seis kilómetros. Pero está haciendo unos trabajos en Miravete. Y está sorprendido por lo que está sucediendo en esta localidad. "Hay una movida que no veas", cuenta.

La "movida" de la que habla es fruto de una simpática y original campaña publicitaria que de la noche a la mañana ha hecho famoso al pueblo, cuyos habitantes vivían hasta ahora un día a día apacible y tranquilo, pero también monótono, como suele ocurrir en los tantos municipios de esta parte del noreste de España aquejados por la despoblación.

"La hora punta es a las once de la mañana, la hora de ir a comprar el pan", cuenta con ironía Cristóbal Sangüesa, de 86 años, en esta campaña que está causando furor en Internet. Titulada "El pueblo en el que nunca pasa nada", la iniciativa ha recibido más de 150.000 visitas en su página web, y de ser un punto blanco en el mapa Miravete ha pasado a tener alrededor de 300.000 coincidencias en el buscador Google.

"Miravete es un lugar único, idílico, lejos del mundanal ruido. En sus apacibles calles no hay coches, no hay semáforos. De hecho, no hay nada. El tiempo no pasa ni adelantando la hora", prosigue Cristóbal en el spot, ideado por la agencia de publicidad Shackleton, fundada por el argentino Pablo Alzugaray.

El objetivo del pueblo y su alcalde, José Listo, es promocionar la localidad y atraer turistas. "Cuentan que no hay un lugar mejor para encontrarte a ti mismo", reza la campaña.

Pero para Alzugaray, de quien surgió la idea, se trata de una especie de experimento sociológico cuyos detalles todavía no quiere desvelar. "No es nada malo ni extraño, pero si se hiciera público ahora se estropearía", dice. De hecho, la campaña consta de en total cuatro anuncios.

"La idea fue de la propia agencia", relató el alcalde. "Desde el ayuntamiento nos pareció muy interesante y dimos todo el apoyo moral, porque económico no era posible, ya que no tenemos recursos".

Se trata, además, de recaudar fondos para restaurar la joya arquitectónica de Miravete, la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, un edificio gótico-renacentista del siglo XVI que está muy deteriorado. Así, los que visitan la página web (www.elpuebloenelquenuncapasanada.com) pueden, a modo de donativo, comprar una teja del templo. Cuestan diez euros (unos siete dólares).

Bastante más caros salen los muñecos de los 12 habitantes. Las réplicas a escala de Providencia, Juan, Timoteo, Ascención, Félix, Carmen, Ángel, Palmira, Bernardo, Josefa, Faustina y Cristóbal tienen un precio de 180 euros (unos 125 dólares) cada una.

La página además ofrece la oportunidad de participar en el I Open Internacional de Ordeño de Cabras, un juego en el que hay que tener cuidado de que los animales no le tiren a uno el cubo que tanto ha costado llenar.

La campaña está teniendo tanto éxito que ya ha reabierto el hotel del municipio, que además dispone de una que otra casa rural para acoger a los visitantes. Los primeros turistas, una pareja que hizo casi 300 kilómetros de carretera desde Alicante, se mostraron encantados, tanto con los lugareños como con los encantos de Miravete, entre ellos un puente romano "muy bonito", como dicen sus vecinos.

Encantados están también los habitantes, que ahora hasta firman autógrafos. La cuestión es saber si no llegará el momento en que se sientan desbordados. De momento, Miravete sigue siendo tan tranquilo que "las moscas parecen una imagen congelada" y hasta "las películas de acción se lo toman con calma". Pero en los últimos días el pueblo vivió una auténtica invasión de los medios de comunicación. "Que vengan autobuses llenos de turistas japoneses, eso sí sería demasiado", bromean los vecinos.

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