Cromañón significó un antes y un después en la vida de los sobrevivientes. Vivir una tragedia de tal magnitud a muchos les afectó en distintos aspectos, uno de ellos es la música. ¿Cómo es para las víctimas reencontrarse con el tumulto, el bardo, ruidos fuertes, los recitales? A 20 años de la tragedia, tres voces contaron cómo lo viven y cómo lo vivieron.
Cromañón: sobrevivientes cuentan su experiencia en conciertos a 20 años de la tragedia
Martín, Agustina y Diego son tres personas que les tocó ser parte de una de las tragedias no naturales más grandes de la Argentina, ¿cómo fue su proceso para reencontrarse con los recitales?
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El 30 de diciembre de 2004 se produjo un incendio en el predio República Cromañón, desencadenado por el uso de una candela durante un concierto de la banda de rock Callejeros. La ausencia de un protocolo adecuado de emergencia resultó en la trágica pérdida de 194 vidas. Sin embargo, cerca de 4.500 personas lograron sobrevivir aquella noche.
Martín, Agustina y Diego vivieron el proceso de superación de maneras distintas. Uno de ellos tuvo problemas con reencontrarse con eventos masivos, mientras que los otros pudieron seguir siendo espectadores, cada uno con sus dificultades. Poder recopilar estos casos demuestra las diferencias que existen entre cada persona y sobreviviente, a pesar de que los tres fueron víctimas del mismo hecho.
Sobrevivientes cuentan su experiencia en conciertos, a 20 años de la tragedia
“Me gustaría vivir inocentemente un show alguna vez”, comentó Martín Cornide, actualmente productor de espectáculos. Desde el primer show que vivió después de Cromañón, siempre lo hizo con una sensación de responsabilidad: “Creo que nunca más podría presenciar un show evadiéndome de eso”.
Si bien en esa época causó mucha controversia quién era el responsable de la tragedia: si el pibe que prendió la candela, si el gerente del predio (Omar Chabán), si el Jefe de Gobierno porteño de aquel entonces (Aníbal Ibarra), sí los músicos… Martín llegó a la conclusión de que la culpa era suya. “La culpa era mía, y de todos los que estábamos en cientos de recitales permitiendo que se enciendan bengalas. En esa época no había recital que no vuelva quemado, y es como pasa con todo, si cada uno asume su responsabilidad no habría problemas”.
En los conciertos posteriores a la tragedia, Martín comentó que se ha llegado a exceder en ciertas situaciones, ya que vivió un proceso de bronca: “Le rompí la boca de una trompada a más de uno por prender bengalas”. Luego, con el paso del tiempo, logró salir de esa etapa, y llegó a convertirse en productor de espectáculos, con la responsabilidad que dice que le tocó asumir: “Me apoyé totalmente en la idea de mejorar la situación, de hacer las cosas bien y seguras para el público”.
Por otro lado, Agustina Donato, jugadora de fútbol profesional, cuenta que si bien hoy en día puede vivir los conciertos con normalidad, tuvo que pasar un proceso largo.
“Fueron años sin ir a conciertos, hasta que pegó un giro 360 y se transformó en no poder faltar a ninguno. Si tocaban 14 fechas, yo tenía que ir a las 14, sin importar si eran por todo el país. Yo sentía que si o si tenía que estar presente. Mi duelo lo estaba haciendo ahí”, comentó.
Agustina al principio lloraba en todas las canciones, pero después fue mutando. “Pasé de la angustia a vivirlo completamente feliz, pero a un nivel en el que solamente podía ser feliz ahí. Y en ese momento la felicidad era muy difícil de conseguir.”
Agustina agregó que los conciertos eran el único lugar en el que podía estar en paz, donde se encontraba con ella misma y con las víctimas: “Nuestro lugar de encuentro era ese, y yo necesitaba serles fiel”. En un momento vivió una dependencia muy grande, pero gracias a su trabajo en terapia, hoy en día la música ocupa un rol muy importante en su vida, algo que ama y, en sus palabras, siempre la va a movilizar.
Sobre cómo los vive hoy en día, aseguró: “Siempre disfruté muchísimo de los recitales y por suerte es algo que pude mantener, aunque la realidad es que ahora de otra manera. No te metés en cualquier lado, siempre estás mirando la salida o haciendo una evaluación”.
Diego Cocuzza, presidente de “No nos cuenten Cromañon”, una organización sin fines de lucro conformada por sobrevivientes y familiares, nunca relacionó a la música con lo que ocurrió en Cromañón.
“De entrada yo entendí que a mí la música no me había hecho nada. Lo que había pasado ahí tenía que ver con la corrupción del Estado, que permitía que ese lugar esté abierto. Podía haber sido un recital, como podía haber sido una obra de teatro o un cine”, comentó.
Diego hoy en día vive los recitales de una manera más tranquila: “prefiero estar sentado antes que en el medio del quilombo, como antes de Cromañón”.
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