22 de junio 2007 - 00:00

Silencio sospechoso: Consejo no discutió mando en Justicia

Ricardo Lorenzetti
Ricardo Lorenzetti
Era el punto central del plenario. Sin embargo, faltos de coraje, los consejeros prefirieron silenciar sus voces de descontento y eludir una discusión que se presentaba necesaria: ¿la Corte tiene o no mando sobre el Consejo de la Magistratura? ¿Existe el «recorte de poder» en un órgano que tiene como misión la organización de los tribunales de Justicia y asegurar la independencia? El interrogante, señores, quedó para otro capítulo de histeriqueo.

La relación entre la Corte y el consejo se asemeja a un matrimonio que está al borde del divorcio. El vínculo agoniza, pero nadie se atreve a enfrentar una ruptura que es evidente.

«¿De qué conflicto y parálisis hablan los medios? Hay discusiones, pero no existen las peleas. Solamente ustedes ven peleas», reprochó un consejero.

Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad. Se atribuye esa frase a Paul Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen nazi. Algo de eso ha ocurrido en la Magistratura. Hasta los propios consejeros se autoconvencen de que no sucede nada.

Qué razón tuvo entonces la dura nota del presidente de la Magistratura, Pablo Mosca, quejándose de que sus camaradas los puentean o que haya escrito sin ambages que «no es la Corte Suprema la cabeza del Poder Judicial». No es un invento periodístico. Es la misiva que con fecha 19 de junio Mosca le remitió al presidente de la Comisión de Selección y Escuela Judicial, Luis María Unge Campos.

Sucede que a veces la gallardía no condice con la realidad. Ayer -un día después de esa desacostumbrada epístola-, Mosca y otros consejeros se reunieron con los jueces supremos Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda. El tema excluyente fue el problema de los jueces subrogantes. Los ministros de la Corte dejaron claro que no iban a intervenir en la facultad de los poderes políticos para dictar una ley (y dejar a salvo la imagen del consejo de jueces).

Como en el Plenario nadie se atrevió a cuestionar a Mosca ni el abogado tuvo la osadía de decir todo lo que había expresado en su polémica carta, los consejeros se dedicaron a tratar un proyecto del cristino Nicolás Fernández.

La discusión tuvo también su conflictividad. Pocos terminaron entendiendo las intenciones del senador y cuál había sido el resultado de la propuesta.

Fernández (pero Nicolás) llevó a consideración de sus pares la solicitud de que se realice una auditoría en la Secretaría General de Pablo Hirschmann. Esta estaría a cargo de la Auditoría General de la Nación. Para facilitar el trabajo, hasta sugirió los nombres de quienes serían los encargados de cumplir esa labor.

Con buen tino, el siempre atento Federico Storani cuestionó el proyecto. Consideró que se debía tener un objetivo preciso para recurrir a un agente externo que viniera a decirle al Consejo lo que ellos tenían que hacer.

Fernández replicó que en realidad el propósito era conocer sobre las funciones del secretario general (algo insólito). El senador advirtió que no era para perseguir a nadie, sino para facilitar el funcionamiento de esa dependencia que es «una especie de mastodonte».

Mosca también se opuso a la propuesta y le recordó al senador cristino que a Hirschmann le habían sacado el manejo de varias dependencias cuya supervisión y control estaban ahora bajo la órbita de la presidencia del consejo. Es decir, bajo su mando. Fue una sutil manera de interrogar a Fernández si pretendía hacerle una auditoría a él. De todos modos, el abogado informó a sus pares que está trabajando en un programa para transparentar el funcionamiento del consejo que estará concluido en unos 15 días.

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