14 de noviembre 2025 - 16:00

Las personas emocionalmente inestables repiten estas frases, según la psicología

Según los psicólogos, la forma en la que una persona habla puede influir significativamente en la forma en la que se siente.

Las frases que más repiten las personas emocionalmente inestables. 

Las frases que más repiten las personas emocionalmente inestables. 

Las palabras que se eligen para comunicar lo que se siente y la energía que se pone en las oraciones que se forman afectan al estado emocional del individuo. Es por esto que la psicología reconoce a las personas emocionalmente inestables por la repetición preocupante de ciertas frases.

Ante momentos de dificultad y estrés, es positivo reconocer las emociones negativas y darles lugar, lo que no ayuda es instalar una actitud pesimista ante todo a partir de estas sensaciones incomodas. Por lo que si te encontrás diciendo alguna de estas frases de forma recurrente, esta nota puede ayudarte a cambiar de perspectiva.

Salud mental

Las 5 frases que repiten las personas inestables emocionalmente

Aunque pueda parecer trivial, la manera en que una persona se habla a sí misma tiene un impacto mucho más profundo que las palabras ajenas. El diálogo interno moldea la percepción, las emociones y la forma de afrontar las dificultades. Por eso, los especialistas insisten en la importancia de usar un lenguaje compasivo y comprensivo, evitando expresiones que no aportan soluciones y que, por el contrario, erosionan la autoestima y refuerzan el malestar.

El filósofo y psicólogo William James, considerado el padre de la psicología funcional, sostenía que no son las emociones las que determinan nuestras palabras, sino que las palabras son las que generan las emociones. En esa línea, la psicóloga Olga Albaladejo interpreta estas frases autodestructivas como un pedido interno de atención.

“Desde la psicología científica, la inestabilidad emocional se define como la dificultad para regular la intensidad y la duración de las emociones, lo que provoca altibajos frecuentes o reacciones desproporcionadas ante estímulos cotidianos”, explica la especialista. En otras palabras, el modo en que nos hablamos puede ser tanto una señal de desequilibrio como el primer paso para recuperar la estabilidad emocional.

No puedo más

Esta frase es más habitual de lo que parece, pero está lejos de ser inofensiva. Su aparición revela una saturación del sistema nervioso y una pérdida temporal de los recursos mentales necesarios para afrontar el estrés. En la mayoría de los casos, responde a un desequilibrio neurológico producto de una exposición prolongada a la tensión emocional.

Según explica Olga Albaladejo, “cuando alguien la pronuncia, su cansancio emocional ha ocupado el espacio de la reflexión. Existe una clara descoordinación entre el sistema límbico —donde se generan las emociones— y la corteza prefrontal, encargada de regularlas y darles sentido”.

Repetir este tipo de afirmaciones, además, puede reforzar creencias limitantes sobre las propias capacidades. Con el tiempo, esas ideas pueden consolidarse y dificultar la recuperación emocional, por lo que en muchos casos resulta necesario un acompañamiento profesional para restaurar el equilibrio y recuperar la confianza interna.

Todo me pasa a mi

Cuando alguien pronuncia esta frase, está expresando una pérdida de control sobre la situación y, en algunos casos, una forma de victimismo emocional. Detrás de esas palabras suele haber una sensación genuina de impotencia y frustración, más que una intención de manipular.

Este tipo de discurso aparece con mayor frecuencia en personas que dependen de la aprobación externa y temen al rechazo. No se trata de señalarlas ni de alejarlas, sino de interpretar sus palabras como una manifestación de inestabilidad emocional, una señal de que atraviesan un momento de vulnerabilidad que requiere contención y acompañamiento.

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Es que soy así

Se trata de una frase trampa. Según explica Albaladejo, puede sonar como un gesto de aceptación, pero en realidad encierra una fuerte resistencia al cambio y un profundo miedo a la vulnerabilidad. La persona termina confundiendo su manera de afrontar los problemas con sus propias emociones, creyendo que “aguantar” es lo mismo que “aceptar”.

Este tipo de pensamiento es común en quienes se exigen en exceso, ya que suelen sobrecargarse con facilidad y alcanzar antes el punto de saturación emocional. La aparente fortaleza encubre, en realidad, una dificultad para reconocer el malestar y pedir ayuda.

Yo sabía que iba a salir mal

“Esta expresión refleja un pensamiento anticipatorio y pesimista, una forma de profecía autocumplida que intenta prevenir el malestar, pero termina amplificándolo”, explica Albaladejo. En lugar de brindar calma, refuerza la tensión y consolida la sensación de inseguridad.

De acuerdo con la experta, este tipo de frases es frecuente en personas impulsivas, que tienden a adelantarse al conflicto o al posible fracaso sin detenerse a evaluar si existen alternativas o recursos para modificar el resultado.

No necesito a nadie

Según Albaladejo, este tipo de expresiones son frecuentes en personas con un estilo evitativo, es decir, en quienes reprimen o niegan sus emociones como mecanismo para no enfrentarse al dolor. Se trata de individuos que valoran la autosuficiencia por encima del vínculo, y que prefieren mantener distancia antes que exponerse a una posible decepción.

“Aunque a simple vista suena a fortaleza”, advierte la especialista, “en realidad suele ocultar lo opuesto: miedo a depender o a ser herido”. Lejos de representar control emocional, este patrón constituye una forma de inestabilidad afectiva que limita la conexión genuina con los demás.

Si te descubrís repitiendo alguna de estas frases con frecuencia, es momento de revisar tu estabilidad emocional. La psicóloga Olga Albaladejo propone una serie de estrategias prácticas para comenzar ese proceso de regulación interna:

  • Observá sin juzgar. Prestá atención a cómo te hablás y qué expresiones usás con más frecuencia. El lenguaje refleja con precisión tu estado emocional.

  • Practicá la pausa. Antes de reaccionar, respirá tres veces y observá qué emoción está detrás de tu impulso. Identificarla ya es un primer paso hacia el control.

  • Reformulá el lenguaje. Cambiá frases como “No puedo más” por “Necesito descansar”. Las palabras que elegimos influyen directamente en cómo el cerebro interpreta la realidad.

  • Cuidá tu cuerpo. La estabilidad emocional no se sostiene sin hábitos saludables: un sueño reparador, una microbiota equilibrada y un ritmo de vida más amable son tan importantes como la reflexión.

  • Pedí ayuda profesional. Si los altibajos emocionales son intensos o afectan tus vínculos, la psicoterapia puede ofrecer herramientas concretas para comprender y regular lo que sentís desde la raíz.

Cada uno de estos pasos apunta a lo mismo: reconectar con vos misma desde la calma y la autocompasión, entendiendo que la fortaleza emocional no se construye negando lo que duele, sino aprendiendo a sentirlo sin perder el equilibrio.

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